Me pasa algo curioso con la música de Joseph Huber. No consigo identificar exactamente por qué, pero hay algo en sus canciones que hace que, con cada nuevo álbum, a la segunda escucha prácticamente todas las canciones me suenen ya familiares. Y no porque se parezcan entre ellas, ni a otras anteriores, sino que de alguna manera se adhieren al subconsciente (al menos el mío) de forma automática. Y, en consecuencia, las sientes ya interiorizadas desde el primer momento. Con The Downtowner, sexto álbum a su nombre tras la despedida de la .357 String Band, esa sensación no ha cambiado.
Pero más allá de ese efecto a nivel personal, el disco –y esto ya es pura objetividad–es magnífico. Tan sólido, intenso, magnético y emocionante como los que le han
precedido hasta el momento. Sí es cierto que Huber parece no haber seguido del todo la senda de su anterior entrega, el fresco, variado y extrovertido Moondog (2019), para refugiarse de nuevo y mayormente en la intimidad de trabajos como The Suffering Stage (2017). Sin que ello implique un disco difícil ni oscuro, ni mucho menos. Puede que en esta ocasión incida -temáticamente- en el paso del tiempo y en la imposibilidad de recuperarlo, pero el tono general del disco es más introspectivo que sombrío.
Así pues, las nueve canciones de The Downtoner se nutren tanto de su magnética escritura como de las herramientas del artesano que, en el fondo, no deja de ser; desde los arreglos de cuerdas de «In Liberty’s Mourning» o «Thankful» hasta el pedal steel de «The Spirit of Tennessee» o la habitual interacción de bandolina y violín en «When I Was You And You Were Me», el territorio es conocido y no defraudará a ninguno de sus incondicionales.
Y, como uno de ellos, me permito considerarlo ya de lo mejorcito en música de raíces en lo que llevamos de año. Tampoco esperaba menos de él, a decir verdad.
Eloy Pérez