No, la banda formada en Baltimore hace ya más de dos décadas no fue la maravilla llamada a reinventar el pop que se nos quiso vender a finales de los 2000. Tampoco son un simple grupo de moda al cual ignorar. Son todo lo contrario. Una celebrable anomalía pop que convierte el collage, ajeno y propio, en su sello compositivo. A ello, suman una querencia por el sonido orgánico de la percusión, al uso o cromática, y demás cachivaches musicales con los que dotar su sonido de ese halo ensoñador. Su onceavo disco de estudio les permite seguir explorando algo así como un viaje por los derroteros que llevaron a Beach Boys a emprender uno de sus viajes más triposos a principios de los setenta, a lomos del álbum Surf’s Up y, muy particularmente, de «Feel Flows», sublime caramelo de pop onírico. Más expansivos y dados a la suerte de jam-session que a la cuadratura pop, siguen resultando estimulantes e inspirados. Y eso, a estas alturas de su carrera, es mucho. ¡Larga vida al Colectivo!
DANIEL GONZÁLEZ