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The Rolling Stones Sixty Tour – Wanda Metropolitano (Madrid)

 

Bjørn Vik es un noruego, el capo y responsable de la web iorr (las siglas de It’s only rock and roll). Una web no oficial de los Stones creada y gestionada por fans. La base de datos más espectacular y con el foro más activo de amantes y, porque negarlo, fanáticos de la banda británica. Y el día después del evento, Bjørn escribía que hacía 24 años desde que empezó a ver a los Stones en España (Málaga 1998) y que lo ocurrido en Madrid hará unos días ha sido su mejor experiencia, el mejor concierto de la banda en nuestro país porque hubo “magia”. Lo entiendo. La hubo. Fue un concierto realmente antológico.

Todo salió como uno esperaba que saliese. La ausencia de Charlie se hizo dolorosa, pero mentiría si no digo que tras el vídeo inicial en las pantallas del escenario recordando al baterista caído, las ganas, la ilusión de ver de nuevo a Mick, Keith y Ronnie hicieron el resto. Y les decía que, en realidad, no comparto del todo la opinión del noruego por qué no se puede comparar la Urban Jungle Tour del año 90 que recaló en varias fechas entre Barcelona y Madrid; con unos Stones con Charlie, con Billy Wyman y con treinta y pico años menos. Tampoco, por ejemplo, ese concierto en el Molinón de 1995 presentando Voodo Lounge o la gira de 40 Licks. Y, ¿por qué? Pues porque es normal. La energía, ha desaparecido.

Hay que ser realista y honesto con el lector. Pero oigan, es comprensible. Con más de 75 años uno no está para echar unas carreras de punta a punta del escenario. La banda camina. Y tanto que camina, pero sabedora que su repertorio es imbatible. Esta vez Ronnie estuvo comedido y apartado de protagonismos (el tipo ha pasado por dos cánceres recientes). Mick es Mick. Sigue siendo el de siempre. Su voz sigue igual de espectacular y asombrosa como el primer día. No falla. Sus bailes siguen ahí (en ocasiones incluso ridículos en un hombre de su edad). Y ya no corre.

¿Y Keith? Pues nos sorprendió. Esta vez no pinchó como ha ocurrido en algunas ocasiones durante sus últimas visitas. Ejecutó bien, toco correctamente y pese algún levísimo traspié, convenció. Tanto al acompañar a Mick en los temas clásicos como cuando, rendido ante el griterío del Wanda, nos brindó una maravillosa Happy y la bellísima Sleeping Away. Pero como explicaba, el repertorio, la magia del Wanda y del público de Madrid llevaron en volandas al combo que por lo leído en sus redes días después quedaron sorprendidos y gratamente agradecidos.

Gentes venidas de todas partes del territorio español fueron concentrándose en los aledaños del estadio para ir entrando a su propio ritmo y sin agobios. Un diez para la organización que estuvo excelente. Situados en pista, agarrados a la valla de la Zona A, divisamos a los músicos si necesidad de pantallas y pudimos percatarnos con sumo detalle de todo lo que ocurrió en el escenario (como Mick coge aires tras prácticamente cada tema, bebe más agua de lo habitual, o como da instrucciones a Keith, como se suena la nariz…).

Tras el mencionado inicio homenaje a Charlie, los Stones abren con Street Fighting Man notablemente ejecutado. Siguen con 19th Nervous Breakdown, un clásico de los 60 que muy pocas veces han tocado en directo (creo que fue la primera vez de los 15 bolos que un servidor ha visto de los británicos aquí y en el extranjero). El viaje a los 60 estaba servido, pero todavía habría más sorpresas. Por las pantallas de un escenario más pequeño de lo habitual y con forma de lengua en el centro, se incluyen imágenes de la década dorada. Prosiguieron rescatando Sad Sad Sad del siempre reivindicable retorno de 1989 (Steel Wheels). Sonó enérgica, metálica. Claro, el Wino Steve Jordan a la batería brinda un pulso distinto a la banda, suenan más agresivos. Continúan con el majestuoso Tumbling Dice de Exile on Main Street. El griterío es ensordecedor. El público está rendido.

Mick coge aire, bebe agua y se dirige al estadio en un correcto español de turista de Bendiorm… “vamos a ver este tema lo vamos a tocar por primiera vesss”. Y suena Out of Time. Ahí estaba el porqué de haber vuelto a rendirles pleitesía, de los kilómetros, de los gastos asociados a esos eventos. Presenciar algo histórico. Lo escribo y vuelvo a emocionarme (en youtube tienen el tema entero). Sí, como dice Bjørn, se hizo la magia. Porqué sonó excelentemente bien, el público coreaba el estribillo y la sorpresa de la misma banda fue mayúscula porque si se fijan en el documento visual, cuando parece que han terminado Mick indica a los músicos que empalmen de nuevo el estribillo, se dirige a la pasarela central del escenario y un público fuera de sí canta al unísono para alcanzar el éxtasis total.

Tras ello, vino el momento o “charlotada” de la canción elegida por el público. Y tocan otro tema poco habitual en los últimos años; otra grata sorpresa Beast of Burden. Sinceramente, estamos rendidos, felices, y sigue aflorando alguna que otra lagrimita. El viaje a los 60 continúa… Mick se coloca la acústica y toca los primeros acordes de You can’t always get what you want. Siempre, siempre emocionante, celestial. El Wanda grita al unísono y las luces de los dichosos móviles sustituyen a los antiguos mecheros. Un brevísimo descanso y tocan Living in a Ghost Town, uno de sus temas más recientes publicado durante la pandemia. A uno le asalta si ese tema era necesario, pero me convencí porque aportó algo distinto a sus repertorios habituales y también fue un tema inédito jamás tocado en España.

El décimo corte de la noche se inicia con el famoso tac a tac de la campana de vaca. Sí, han adivinado: Honky Tonk Woman. Keith lo clava y las imágenes de las pantallas con el dibujo de la “chica vaquera” son espectaculares. ¡Qué temarral! Todo el público canta el estribillo totalmente extasiado. Más magia. Mick está parlanchín. Nos cuenta que la ciudad es ruidosa y que el mejor fútbol se juega en la capital… Y viene la intro de la banda para que Keith, como señalaba al inicio toque sus temas en solitario. Siguieron con Miss you, pero particularmente, y pese a un solo de bajo de Daryl Jones, quizás es una de las veces en los que el tema, para un servidor, ha sonado más flojo (se me antoja que ese solo de bajo tenía como fin que la banda cogiera aire. Normal).

Midnight Rambler de casi 13 minutos (sí, ya corren por ahí los primeros bootlegs de la noche) sonó como siempre, pendenciera, ruda, peligrosa a la vez que espectacular. El clásico Start Me Up puso de nuevo en pie a todo el Wanda. Es en realidad su último gran éxito de unos lejanos 80 y los Stonianos lo llevamos en el ADN. Y con Paint it Black excelentemente interpretada con un Keith erigido como protagonista volvió el homenaje a los 60.  Fundido a negro en las pantallas y un Mick seductor nos espetaba eso de que “I see a red door and I want it painted black”.

Prosiguieron con Sympathy for the devil, interpretada orgánicamente, sin fuegos artificiales ni trajes de belcebú como en anteriores ocasiones. En realidad, me percato que el escenario, la sencillez, la ausencia de hinchables o fuegos quizás pretendía aportar ese aire de club tan difícil de conseguir en un estadio monumental (ni al final del evento, como siempre era habitual, hubo fuegos artificiales). En realidad, la música en mayúsculas fue el actor principal de la noche. Con Jumping Jack Flash los Stones terminan la velada antes de los bises. Fijaros en el número total de temas de la década prodigiosa que tocaron en esta gira llamada Sixty (10 de 21). Y claro, esos bises no aportaron ninguna sorpresa. Gimme Shelter con una Sasha Allen que al menos a un servidor le gustó, chulesca toda ella caminando a solas por la pasarela central antes de batirse con Mick con ese “rape, murder it’s just a shot away”. Y se despiden como casi siempre con Satisfaction.

Alguien me dijo hace unos días y, muchos, suelen repetir de forma cansina y habitual y condescendiente de quien tira de “carnet de auténtico rockero”, que están acabados. Nunca respondo. Sonrío en mis adentros, y me callo, burlonamente. Ese repertorio es inigualable. Sí, lo repetiré de nuevo “antológico”. Tocarán hasta que la salud se lo impida. Morirán en un escenario o cerca de él. Entonces todo será lamentaciones y homenajes (los homenajes se hacen en vida señoras y señores). Algunos dudan, piensan (y se les respeta) que sin Charlie lo debieron dejar. Otros se burlan de la edad. No hay problema. Dejadnos espacio que así, a la siguiente, estaremos, si cabe, más cómodos. Porque esto no ha terminado. To be continued.

 

Texto: Jordi Sánchez

Fotos: Salomé Sagüillo

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