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The Neal Morse Band – Apolo (Barcelona)

Había ganas de volver a ver a Morse y su gente, tres años después de su última visita por estos lares. Se notaba en la expectación previa, en la evidente buena entrada -con una sala Apolo más que concurrida- y en la ovación apenas pisaron el escenario.
El guión estaba escrito de antemano, lo sabíamos todos, pero en el directo de esta banda el efecto sorpresa no viene tanto por el set list, sino por constatar que año tras año, solo hacen que crecer, y sonar cada vez mejor. Más intensos, más técnicos, más emocionantes. Innocence & Danger, el nuevo álbum, fue interpretado prácticamente de cabo a rabo en una primera parte del show dividida, a su vez, en dos mitades: el primer disco en orden, sin olvidar la versión de «Bridge Over Troubled Water» (precedida del «Breathe (Reprise)» de Pink Floyd), terminó con una visita a The Grand Experiment y la acústica magnificencia de «Waterfall», con la banda transportándonos a los dorados días de la escena de Laurel Canyon.

Y de ahí en adelante, atacando la más de media hora de «Beyond The Years», segunda parte de un trabajo tan excelso como los anteriores. Tiempo cumplido pues para presentarnos su nueva propuesta, hora de regalarnos algunos clásicos en unos largos bises que, empezando con «Long Day», supusieron un crescendo absolutamente magistral.
«Welcome to The World», «The Great Adventure», ese himno absoluto que es «A Love That Never Dies»…una lección magistral de cómo llevar un concierto a un punto en el que es imposible transmitir más. Dos horas y media de puro rock, de puro sentimiento, más allá de géneros y etiquetas.

Porque sí, vale, los cimientos progresivos no se los vamos a negar y menos a estas alturas. Pero a día de hoy Morse y su banda son una perfecta maquinaria de rock, simple y llanamente. La guitarra de Eric Gillette, los teclados de Bill Hubauer y la sección rítmica compuesta por Randy George y Mike Portnoy (siempre un espectáculo por sí solo, este tipo) son como una perfecta orquesta, al frente de la cual sostiene la batuta uno de los mejores compositores de las últimas décadas.
Un concierto para el recuerdo, uno más, que dejó al respetable más que satisfecho. Tanto como a ellos mismos. Abrazados para el saludo final, la emoción en el rostro de Morse no dejaba lugar a dudas: la ceremonia había sido perfecta.

Texto y fotos: Eloy Pérez

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