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Red Hot Chilli Peppers – Estadi Olímpic Lluís Companys (Barcelona)

Dos largos años y pico han pasado desde el último concierto multitudinario en el Olímpic Lluís Companys, que por fin rompía un silencio impuesto por un apocalipsis vírico que parece resolverse. Momento propicio para volver a distraer a las gaviotas, siempre sobrevolando la colina de Montjuic. Thundercat fue el responsable de estrenar la velada, sobrenombre del joven bajista Stephen Lee Bruner, que con su propuesta de funk progresivo y acid jazz demostró por qué es uno de los músicos contemporáneos favoritos de Flea. Una propuesta musical exquisita –con soberbia aportación del percusionista– que fácilmente pasó desapercibida por los asistentes pero que en otro contexto nos volaría la cabeza.

Más atención recibió NAS, el rapero de Queens que reventó la escena hip-hop norteamericana a mediados de los noventa con la publicación de Illmatic. A más de uno nos costó relacionar el recuerdo de aquellos discos con las iniciales NS en la portada, con aquella persona enfundada en bermudas a rayas, sombrero de pescador y –por supuesto– colgante con una letra “N” de desmedidas dimensiones. Sin embargo, el repaso por su repertorio nos trasladó de lleno a ese denso sonido de contemporáneos como Wu-Tang Clan o Public Enemy. Un personaje que fácilmente se ganó la simpatía del público que todavía accedía al recinto, mostrando agradecimiento e incredulidad por estar actuando en España treinta años después del inicio de su carrera discográfica.

Ahora sí, se acercaban las 22 horas cuando la promotora LiveNation confirmaba la venta de 49.000 entradas, prácticamente un sold out para asistir al primer recital de los Chili Peppers en la ciudad condal desde el regreso del hijo pródigo, John Frusciante. El 2022 Global Stadium Tour, que ya había pasado por Sevilla tres días atrás, se estrenaba con la habitual apertura, tan poco arriesgada como predecible: improvisación rockera y contundente para dar paso a «Can’t Stop», al tiempo que Kiedis pisaba el escenario enfundado en una cazadora roja que no le duró más que unos pocos minutos. La primera aparición de Frusciante en pantalla desató el clamor entre juventud y veteranía, confundiéndose aquellos que habían oído hablar de él como de una leyenda, con los que querían reencontrarse con su héroe de los noventa. Las siguientes «Dani California» y «Around the World» propulsaban una enérgica propuesta de inicio que satisfacía por igual a ambos colectivos, antes de lanzarse con una improvisación que daría lugar a «Black Summer», primera interpretación del reciente Unlimited Love.

«Aquatic Mouth Dance» nos sumergía en las profundidades del océano entre un exceso de reverberación y psicodelia, momentos antes de que «Snow ((Hey Oh))» se convirtiera en la pieza más aclamada de la noche. Fue esta misma canción y su inconfundible arpegio la que dejó entrever ligeras molestias en las manos del guitarrista. Despejaría dudas desenfundando su White Falcon, icónica guitarra para la interpretación de «Otherside» y «Californication». A continuación, se vivió el momento más celebrado entre los puristas, cuando un Flea con pelo amarillo con motas fucsia, torso desnudo y falda hasta los pies, arrancaba una improvisación basada en el clásico «What is soul» de Funkadelic, que por fortuna para los asistentes enganchó a Kiedis y Chad. Cambio de guitarra consumado, Frusciante no pudo evitar sumarse para replicar uno de los mejores momentos de la videograbación Off the Map. Le seguiría la convincente «These Are the Ways» para deleite de los fanáticos del baterista Chad Smith.

El tramo final sirvió para recuperar clásicos del celebrado Blood Sugar Sex Magik. La reposada «I Could Have Lied» inspiró uno de los mejores solos del guitarrista antes de que el estadio se viniera abajo con la entrada de «Give It Away», con un inagotable Flea poseído por el inquieto espíritu de la pulga que le da nombre. Pudiera ser éste el momento más esperado entre los casi cincuenta mil asistentes, el cuórum intergeneracional que todavía define a los Chili Peppers como reyes del funk-rock. Kiedis dejaba el micrófono en el suelo tras anunciar que tienen mucha suerte de estar en lo más alto, y los cuatro se retiraban para hacerse de rogar.

A su regreso, los mecheros se intercambiaron por linternas de teléfonos móviles alumbrando un escenario liderado por la entrada de Frusciante en «Under the Bridge», la más coreada. Remató el trabajo «By the Way», demostrando poderío y fuerza pese al paso de los años. Ahora sí, los Chili Peppers se despedían cada cual a su manera: Frusciante marchó sin hacer ruido; Kiedis deseando amor; Flea derrochando simpatía y Chad repartiendo recuerdos entre las primeras filas. Ya cerca de los sesenta, quién sabe para cuánto rato les quedará cuerda, y cuánta rodilla para tanto salto. Pero las 100.000 entradas vendidas entre éste y el de Sevilla revelan que siguen siendo relevantes, sobradamente sobre el escenario. Que así siga pues, y por mucho tiempo.

 

Texto: Borja Figuerola

Fotos: Sergi Fornols

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