Abrimos la jornada del jueves con Amyl and the Sniffers corroborando que pese a ser una banda forjada bajo el amparo y el sudor de clubs humeantes no les sientan nada mal los grandes formatos. La gran Amy Taylor no dudó en tomar la pasarela habilitada para el concierto de Dua Lipa mientras el respetable le correspondía con furiosos pogos. Por otro lado, el hipnótico y extraño carisma y la profunda voz y los característicos fraseos de Florence Shaw hacían que el concierto de Dry Cleaning estuviera a la altura de las expectativas y reafirmamos las excelentes impresiones que nos había dejado su disco de debut. Más tarde pudimos disfrutar de otra de las bandas que nos dejaron un disco de debut de altura el año pasado, Squid, que ofrecieron un concierto que fue de menos a más, con experimentación, ritmos cortantes y todos los himnos post punk de Bright Green Field que enloquecieron a los muchísimos compatriotas que tenían en la audiencia. Una orgía ruidista capitaneada por el batería, cantante y líder de la banda, Ollie Judge, otro de los jóvenes talentos británicos a seguir en un futuro. Más tarde llegó el momento de mirar al suelo: primero, con el shoegaze de unos Ride que, como de costumbre nos ofrecieron un brutal infierno de baja intensidad, una tormenta sonora que nos elevó el espíritu.. Y otros clásicos de la distorsión noventera, Slowdive, que a pesar de los problemas de sonido iniciales, hicieron las delicias de los presentes con visuales hipnóticos y las ensoñaciones sonoras marca de la casa. Big Thief lo bordaban gracias al carisma y al liderazgo de una Adriane Lenker que es una de los referentes indiscutibles del panorama independiente actual del rock americano. Damon Albarn nos demostraba más tarde que Gorillaz sigue siendo una banda total ideal para hipnotizar a las masas en grandes recintos. Visuales con narrativa una narrativa atrayente, hits incontestables, actitud de estrella total -sin olvidar la colaboración de unos De La Soul que se conservan de maravilla- son ingredientes que cocinan uno de los momentos álgidos del día.
El inicio de la jornada del viernes empezaba con la presencia de un trío de figuras femeninas de alto calado dentro del panorama musical actual. La primera de ellas, la gran Alynda Segarra, a.k.a. Hurray Fort he Riff Raff . La cantautora del Bronx combinó momentos tranquilos con otros eléctricos en la presentación del reciente ‘Life On Earth’ demostrando que es una de las artistas femeninas más excitantes de hoy en día. También es todo clase y magnetismo Brittany Howard, que se quitó la vena más blues y rock de Alabama Shakes para vestirse de soul (aunque con intro homenaje a Funkadelic) con las canciones en solitario de ese disco debut (‘Jamie’) dedicado a su hermana fallecida a los 13 años. Mención aparte para Courtney Barnett. La australiana continúa su línea ascendente y cada vez suena más a clásico instantáneo. Sus fraseos nos transportan directamente a otros tiempos más felices en los que Lou Reed aún respiraba, sus estallidos de ira nos traen a la mente a la Patti Smith más combativa y todo esto sin perder un ápice de su estilo único e inigualable. Uno de los mejores conciertos del festival, sin duda.
Si la australiana sonaba rabiosamente como una de las figuras más excitante de hoy en día, Jesus And Mary Chain sonaron más que nunca como una banda del ayer. Faltos de alma y energía desplegaron todos sus clásicos sin llegar a conseguir conectar con el público. Y, quizás, podríamos decir que el plato fuerte de la jornada llegaba con The Smile: la nueva banda de Thom Yorke y Johnny Greenwood de Radiohead y Tom Skinner de Sons Of Kemet se estrenaba en Barcelona casi un mes después de publicar un debut llamado a ser uno de los discos destacados de 2022 (el maravilloso ‘A Light For Attracting Attention’). Y, como era de esperar, aquello fue como un concierto de Radiohead a una frecuencia media, un show denso, experimental, vanguardista, elegante y sobrio en la puesta en escena tutelado por una de las figuras más carismáticas del panorama actual.
Empezábamos la última jornada de este auténtico maratón musical con unos Shellac, que tocaban por 14º año en 20 ediciones del festival. Como siempre, agradecidos al festival, en un concierto anárquico, enérgico y con guitarras noventeras.
Los Rolling Blackout Coastal Fever siguen siendo una de las bandas más refrescantes y excitantes de la escena independiente, y llegaban presentando su nuevo disco, ‘Endless Rooms’. Si bien las nuevas canciones quizás bajen un pelín las revoluciones, sus guitarras alegres y luminosas continúan rezumando emoción. Uno de los grandes momentos de la noche llegó con Yeah Yeah Yeahs: Karen O es una artista total capaz de dominar a las masas a su antojo. Icono de la moda y espíritu punk (con esas poses a lo Iggy Pop, arrancando la cinta a bocados o destrozando el micro) mantuvo siempre la balanza entre lo elegante y lo salvaje en un tono medio. Tame Impala ofrecía el segundo concierto en 9 días con parámetros similares: un setlist muy parecido, espectacular juego de luces y rayos led, y un pequeño susto en el público justo antes de los bises con ‘Runway, Houses, City, Clouds’. Unos bises donde esta vez no hiceron el ‘Last Nite’ de los Strokes, cumpliendo su promesa de la semana anterior de que iba a ser algo único. El punk gamberro de Viagra Boys provocó una auténtica orgía hooliganesca y depravada, con pogos descontrolados y una actitud salvaje de un Sebastian Murphy que es una auténtica bomba de relojería. Si sigue este ritmo endiablado de consumo de sustancias y descontrol corre peligro de engrosar esa maldita lista de los que vivieron demasiado deprisa y demasiado pronto.
Y así dábamos por concluida una edición 2022 que ha roto todos los registros de asistencia –hablan de más de 500.000 personas acumuladas durante los 10 días que duró el festival-. Si bien es cierto que por momentos nos sentimos desbordados por un entorno agobiante y hasta un cierto punto incontrolable, quedó compensado, como de costumbre, por un cartel exuberante y maravillosamente inabarcable.
Texto: Rubén García Torras
Fotos: Sergi Fornols