Había ganas de ver a los DIIV al fin, y la espera mereció y mucho la pena. La banda de Brooklyn se desvirgaba en la capital española tras su exitoso paso por el Primavera Sound y lo hacía tras dos años de obligada pausa. Una de las grandes apuestas del ciclo SON Estrella Galicia se presentó este martes en Madrid con su característico estilo e hizo las delicias de una sala que, si bien distaba de estar abarrotada, derrochó energía, ruido y mucho sudor ante unos DIIV entregados a la causa. Con ese halo misterioso y noventero que envuelve al conjunto liderado por el controvertido Zachary Cole Smith, DIIV tocó prácticamente entero Deceiver, tercer álbum de estudio que lanzaron en 2019 y que, por razones que todos conocemos, no han podido presentar hasta ahora.
Mentiría si no dijera que este era uno de los conciertos que con más ansia he esperado durante estos dos años. No tengo claro como llegué a DIIV, pero sí que recuerdo la sensación que me produjeron, similar a la de grupos bandera de ese maravilloso subgénero llamado shoegazing, que viene a significar “mirarse las zapatillas”, algo que los neoyorquinos no dejan de hacer durante toda la actuación. La banda posee un estilo propio tanto en continente como en contenido, y quizá por eso sus fans son perfectamente reconocibles. Los allí presentes vibraron al son del envolvente sonido de unos DIIV que empezaron psicodélicos y acabaron flirteando salvajemente con el grunge, creando una mezcla tan eficaz como explosiva. Y si no, que se lo digan a los que acabaron en medio del pogo que se formó con “Blankenship”, tema que cerró el show.
Gran mérito de esta gran actuación se debe al inmenso sonido que una sala como la Independance puede ofrecer. Una sala que, si bien es verdad que tiene cosas que mejorar –no soy arquitecto, pero habría que encontrar la forma de quitar las dos columnas que están junto al escenario, en pos de una mejor visibilidad-, es perfecta para bandas con un sonido tan íntimo y cristalino como el de DIIV. Esto por poner algún pero a, como hemos insistido, una actuación soberbia. Una actuación premonitoria, puesto que los allí presentes hemos sido, quizá aún sin saberlo, muy afortunados por haber presenciado el primer show en Madrid de una banda que, casi con total seguridad, tendrá un recinto mucho más grande en su próxima visita. Esto siempre y cuando sus peculiares miembros, tan talentosos como volátiles, no decidan de la noche a la mañana acabar con este proyecto de forma abrupta, tal como cierra “Doused”, su canción más reconocida.
Texto: Borja Morais
