Encuentros

Noche mágica con Patti Smith en Jardins de Pedralbes.

Eso indican todas las señales que nos llegan. Y es que la larga conversación que Ignacio Juliá tuvo con la artista neoyorkina transmitían un entusiasmo inusitado por volver a España y reinterpretar sus éxitos en la esencia de su madurez. Reproducimos un extracto de esta charla que puedes leer en versión íntegra en la publicación en papel de Ruta 66 de junio, actualmente en tu kiosko habitual. Este jueves estará en el festival de Jardins de Pedralbes de Barcelona y el sábado en el Azkena Rock Festival en Vitoria.

Patti Smith, una voz en la que se puede confiar

Lo que nos ofrecía el rock’n’roll, cuando la poetisa neoyorquina irrumpió en la escena, era la idea de una libertad sin ataduras ni reproches. En estos tiempos sombríos en que dicha noción está siendo revisada y cancelada, ella no se rinde. Escuchémosla…

El rock’n’roll era sinónimo de libertad, pero últimamente esa palabra ha sido corrompida por la extrema derecha…

¡Por ambos extremos! También por la extrema izquierda: hay tantas reglas y regulaciones y cosas que no puedes decir o libros que quieren prohibir. Descolgar los Picassos de la pared porque trataba mal a las mujeres, ya sabes, o que no se permita actuar a los artistas rusos por lo de Ucrania. Esto es terrible, una de las peores cosas que ocurren en el mundo. Hay demasiada hipocresía, y no viene solo de la derecha, sino de la extrema derecha y la extrema izquierda. Yo misma me siento un poco enclaustrada por todo ese escrutinio desde distintos campos en lo que respecta al arte. Debería existir un área donde la gente pueda expresarse libremente. Lo siento, quizás me desvío un poco, pero creo que el nacionalismo es malvado, solo debería tolerarse en los deportes. Vale, ese es un buen lugar para el nacionalismo, la gente tiene su país, su equipo, pero en términos de ideología política me parece horrible. Somos ciudadanos del mundo y, en el arte, en el punk-rock, Arthur Rimbaud o lo que sea, me parece algo muy fascista revisarlo todo para prohibirlo porque te parece ofensivo. Pienso que debemos tener cuidado con los extremismos en ambos bandos, que pueden limitarnos en religión o política. Debe prevalecer la noción de que puedes hacer tu trabajo en la forma que tu quieras.

A veces deseo que, en el arte, pudiésemos volver a aquello de “nada es verdad, todo está permitido”.

¡Sí! Esa era nuestra gente. Pero en esta época, si te fijas en quienes fueron mis mentores, los artistas que admiraba, lo tendrían muy difícil culturalmente. Tendrían dificultades por su estilo de vida, por las cosas que dijesen o escribiesen, fuesen Genet o Allen Gisnberg. Pero les necesitamos. No necesitamos que sean perfectos, necesitamos que abran ventanas, que echen abajo paredes. Necesitamos su verdad. Yo voy a seguir haciendo mi trabajo, sé que en cierto modo me siento muy apreciada pero también que mi forma de pensar puede no estar en sintonía con el presente, pero también lo estaban el pensamiento de William Blake o el de Jesucristo en su época. Si la gente no está preparada, o han olvidado, se dedican a husmear en tu ideología. Hemos compuesto una canción titulada «Persuasion» y en ella digo que lo que busco es un sistema sin sistema. No sé si eso tiene sentido, pero en nuestro trabajo tenemos reglas internas, estéticas, espirituales, reglas de ejecución, de humanidad y derechos humanos. Y no quiero tener que trabajar sabiendo que voy a tener que sortear todas esas reglas y regulaciones, no quiero que me digan como debo expresar mi libertad y hacer mi trabajo.

Texto: Ignacio Julià. Lee la entrevista completa en el Ruta66 de junio, a la venta en kioskos y en www.ruta66.es

Fotos: Marina Tomás

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