… Y yo tan viejo
Miembro de una generación que impotente constata el irremediable paso del tiempo contando los años transcurridos desde que bandas como Radio Futura o Kortatu (por poner cierta variedad en los ejemplos), dejaron de existir, no puedo por menos que festejar que la gente de Siniestro Total tenga fuelle y ganas de montar un sarao como el del otro día para celebrar los 40 años que llevan (sin pisar al Audiencia Nacional). Han llenado el Wizink Center en sesión doble, aunque sea como manifestaba con retranca Julián Hernández por cancelación de una de las exhibiciones que los Globbertrotters daban en Madrid ese mismo fin de semana. Fuera como fuese, los gallegos convocaron a toque de cuerno vikingo a toda una hueste de seguidores que han ido creciendo y envejeciendo con ellos y con su música. En mi caso, para cuando descubrí maravillado el Cuándo Se Come Aquí (1982), tenían ya editados hasta De Hoy No Pasa (1987), y aunque confieso no haber sabido tener la cintura suficiente como para amoldarme y disfrutar de todo lo que vino después, sí que declaro mi entrega absoluta en aquellas giras veraniegas en las que sugerían ante todo mucha calma por todos los rincones de la geografía española. Y como yo, estoy convencido de que todos y cada uno de los que estuvimos en el concierto tenían una razón nostálgica para disfrutar de una cita histórica.
Coño, todo esto es tan hermoso
Con escasamente diez minutos de retraso con respecto del horario previsto de comienzo, la banda arrancó, tras un efusivo “Buenas noches Santander” con «Tan hermoso», el tema que también iniciaba Made in Japan (1993), el último disco en el que participaría Miguel Costas. Precisamente este miembro fundador formaba parte de la alineación titular que presentó el grupo sobre el escenario, acompañando a Óscar Avendaño (bajo), Jorge Beltrán (saxo), Javier Soto (guitarra), Julián Hernández (voz y guitarra) y Andrés Cunha (batería). Pero como ya se había avisado con antelación los días previos al concierto, hubo una serie de apariciones en escena de algunos de los componentes que alguna vez militaron en Siniestro Total. Segundo Grandío, el bajista que se estrenó en la banda con En Beneficio de Todos (1990), entró a acompañarles cuando interpretaron «Chusma» del Sesión Vermú (1997). Julián Hernández le instó, al despedirle cuando se retiraba, a que dejara el curriculum en la papelera a la espera de que le volvieran a llamar. Igualmente, se les unió otro histórico, Alberto Torrado, el único que rompía el código de color negro para la ropa, para cantar «Tumbado a la bartola», tema incluido en el ya mencionado De Hoy No Pasa, el disco a partir del cual el bajista dejaba la banda como miembro permanente (aunque seguiría colaborando con ellos) para embarcarse en Os Resentidos.
Vámonos al Kwai
No acabaron ahí las sorpresas y recuerdos para antiguos miembros. Julián, locuaz como suele en su discurso habitual sin atropellos y plagado siempre de sutilezas y dobles sentidos, recordó a aquellos allegados que ya no podían estar allí celebrando este 40 aniversario: Constante (el dueño del bar Kwai, Joe Hardy (que les produjo el Made in Japan), Pepo Fuentes (amigo y colaborador con letras y diseño en la primera etapa de la banda), y por supuesto, Germán Coppini, al que el público dedicó una cerrada ovación. Pero como se apresuró a comentar, aquello no era una gala de los Goya, no habían venido a llorar, y si a la memoria de los primeros habían dedicado «Vámonos al Kwai», para recordar al cantante original de la banda, se aplicaron con «Ponte en mi lugar», el tema que primero sonó en el programa de radio Esto no es Hawai. Precisamente emplearon una batería de temas de la primera etapa: «Nocilla ¡qué merendilla!», «Naturaleza», «Mario encima del armario», «Todos los ahorcados», «Oye, nena, yo soy un artista», antes de amenazar con un acústico a tres guitarras con idea de atacar la vena sentimental de la audiencia. Pero todo fue una finta, porque no llegaron a tocar nada: Julián estampó su guitarra contra el suelo del escenario haciéndola añicos en un inesperado homenaje a la portada del London Calling (1979), que ya imitarían en su momento a base de gaitero con su sencillo Sexo Chungo / Me Pica un Huevo (1983). Las escenificaciones no acabaron allí: También se quedaron petrificados en mitad de «Diga que le debo» esperando a que les secaran el sudor uno a uno antes de retomar de nuevo la canción.
Que les corten los huevos
Siniestro Total se despacharon a gusto en un concierto que se fue más allá de las dos horas de duración y que tuvo oferta para todos los gustos, cubriendo gran parte del repertorio a lo largo de toda su trayectoria. Soto tuvo ocasión de cantar «Fuimos un grupo vigués» y Avendaño el «Sobre ti» la versión del «Over you» de Undertones que utilizaron como cara B de su sencillo Yo te Quiero (1985). Si el concierto oficiosamente acababa con «Ayatolla» y «Miña terra galega», los bises, negociados sin rodeos por las bravas por Julián con el público, llegaron de la mano de «Menea el bullarengue», «Hoy voy asesinarte», el filosófico «¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos?» y a modo de respuesta y como broche final «Somos Siniestro Total»
Para regocijo de todos los que nos juntamos allí-reprodujo muchos de los parámetros de los conciertos de los gallegos en el pasado: la música de Miami Vice para empezar, los gritos de Miguel Costa de: “¡Esas palmas coño!”, las “presentaciones” de los solos de cada uno de los músicos al ritmo del «Ye-ye» y ¡cómo no! el himno de que le corten los huevos cuando se despidieron finalmente. Pero sobre todo les tuvo a ellos sobre el escenario haciéndonos disfrutar a todos. Eso sí, intentando contestar a los que se preguntan si estos son o no los únicos conciertos que van a dar, o en un intento simplemente de crear confusión, el grupo dejó un mensaje en la pantalla del escenario que decía: “Lo sentimos mucho, no volverá a pasar”.
Texto: Tomás González Lezana
Fotos: Salomé Sagüillo
