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Robert Jon and The Wreck – Loco Club (Valencia)

 

 

Aterrizaje en Europa de una de las bandas que más duro trabajan dentro del circuito de la música en directo. Echad un vistazo a su extensa gira que en nuestro país abarca nada menos que diecisiete fechas, para comprobar el compromiso y el convencimiento en lo que hacen expuesto en una férrea voluntad de llevar su música al máximo de gente posible. El espíritu de hermandad y deseo de compartir en lo que creen no deja lugar a la duda: son unos temas tan bien construidos que te atrapan desde que los descubres y con los que conectas de inmediato. Era imposible no identificarse con la libertad de los veranos adolescentes de «Do You Remember» o el rencor elegante y orgulloso de «Old Friend».  Robert Jon nos colocó de frente con un pasado que no volverá pero que ahora teníamos otra vez delante en pedazos sureños de alto contenido emocional y musical. Sencillos pero directos.

Todo el que se ha criado con los géneros mas puramente americanos agradecía sin limites la continua sucesión de temas imprescindibles en su discografía pero que dada la abundancia de favoritas personales difícilmente se podía corresponder a todos. Algún metalero extremo, reconvertido desde ya para la causa, echó de menos ese canto al desamor ahogado en alcohol de barra solitaria que no sonó, pero entre tanta joya no debe ser sencillo elegir un set list a gusto de todos. Atreverse dentro de este contexto que se les supone, con guiños soul e incluso estribillos de lo más gospel como la festiva «Shine a Light on Me Brother» no está al alcance de muchos y menos todavía los que lo puedan intentar y salir airosos de la presumible afrenta.

Dando por hecho que en una banda tan acoplada y estructurada cada uno asume su papel dentro de la misma a la perfección respetando a su líder, el lucimiento es, en sí mismo, añadir solidez y dinamismo a la propuesta, cuestión que cumplieron a la perfección.

Solo así, con riesgo y confianza en uno mismo, se consiguen unos apoyos vocales imprescindibles para la arenosa voz de Robert Jon, con Steve Maggiora al teclado así como el bueno de Andrew Espantman a la batería, los que dieron buena cuenta durante toda la noche de su valiosa aportación. Maggiora, que por extraño y discordante que parezca, siendo miembro original, se acababa de incorporar a la gira procedente de unos compromisos este mes con los reformados Toto de Steve Lukather. Diferencias estilísticas salvables perfectamente solo si eres un gran músico, y esto quedó sobradamente demostrado con sus rellenos que nunca saturaron el sonido global, sino que añadían las imprescindibles teclas del más puro rock n´ roll en su nuevo «Waiting for Your Man».

Eso sí, las ovaciones se las llevó la maestría y agilidad en los trastes de un flacucho, pero enérgico en sus dedos, Henry James que dejó a unos cuantos babeando. Exprimiendo al máximo su potencial, el hecho de alargar «Cold Night» a los doce minutos en una sucesión de notas frenéticas pero perfectamente encadenadas en su Gibson Firebird (emblema sureño donde los haya) y convertirlo en el más eminente homenaje «freebirdiano» que ultimamente se ha visto, dice mucho del jefe del invento. Este último, sabiendo manejar lo que tiene entre manos (una superbanda a su nombre y responsabilidad) no tuvo reparo alguno en apartarse y cederle todo el protagonismo ante el delirio de todos, sobre todo del front row que en el Loco nunca falla.

Las cuestiones estilísticas a debatir sobre si estabamos o no ante el rock sureño de toda la vida, se fueron desvaneciendo a medida que nos adentrábamos en la épica de lo que estábamos presenciando. En ocasiones recurrían a la mimetización de las guitarras en diferentes tonos, armonizando unas melodías imperecederas herencia directa cortesía Betts – Allman. En otras, la fuerza más hard de unos Molly Hatchet desatada en «Georgia Mud», e incluso el lirismo sosegado de los grandes Marshall Tucker Band, rememorados en «Oh Miss Carolina», su emblema particular. Pero no sería justo establecer siempre las inevitables comparaciones con los pioneros, ya que el potencial de la banda en si mismo es suficiente para hacer valer sus propios temas en cada uno de sus conciertos en los que no recurren a versión alguna, porque material, y del bueno, hay de sobra. Es hora de renovar los temas favoritos del Southern que todos tenemos en un altar (algo desgastado ya en ciertos casos), y en el que estos californianos, con el grandote Robert Jon a los mandos, deberían meter unos cuantos que pasarían a ser, por derecho propio, clásicos instantáneos, sonando siempre junto a los grandes.

Texto: Héctor Fdez. Baselga

Fotos: Sergio Lacedonia

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