El monstruo de la guitarra de Beaumont volvía a aterrizar en el mismo escenario de Zaragoza casi cuatro años después con la excusa de su Beaumonster, título que también lleva su libro biográfico y que no puede estar mejor escogido. Algo de vudú debió escapar de Louisiana hasta el este de Texas para crear esta especie de Frankenstein, amalgamando la crudeza punk, la exquisitez country, la esencia del blues y la festividad rockabilly. Con estos ingredientes de origen, Dayton ha ido especiando su particular Gumbo tejano con especias importadas de medio mundo hasta conseguir una receta inigualable y que en directo lo convierten en una apisonadora. Letras sencillas, directas y coreables, delineadas en melodías vocales altamente efectivas, que a su vez se encuentran enmarcadas en composiciones memorables, y que sin embargo no sufren cuando, como todo guitarrista que se precie, se quiere dar un gusto tocando unos compases más de la cuenta.
Más bien al contrario, ya que esos momentos permiten paladear lo buen guitarrista que, sino fuera por estos momentos, permanecería casi oculto tras un servicio al bien mayor de la canción. Escoltado por su inseparable Chris Rhoades al bajo y un potente Mikey Sorbello a la batería, Dayton nos llevó de la mano por sus composiciones, comenzando con idéntica apertura a su “Revealer”, destapando de vez en cuando la salsera de las versiones, encontrándonos con criollas interpretaciones de Townes Van Zandt, ACDC, Rolling Stones o Thin Lizzy. Con estos ingredientes sobre la mesa, los más de 90 minutos que ya duraba el concierto se habían degustado en un suspiro. Pero como buen tejano, todavía guardaba una derringer en su bota derecha. La bala, una enérgica interpretación de Hurtin’ behind the pine curtain que acabó volando los pocos sombreros que aun se mantenían sobre las cabezas de un entregado público. Una actuación sin tiempo para cobardes.
Texto: Hildy Johnson
Fotos: Cristina Deville
