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Les Rallizes Denudés, la banda underground más enigmática del rock japonés

El Japón de la posguerra no solo ha tenido la capacidad y el deseo de hacer suyos los elementos que ha considerado más atractivos de la cultura occidental, y en este caso, de la música, sino que además siempre ha estado dispuesto a conjugarlo todo con diversas formas musicales propias.

El carácter insular del país del sol naciente ha determinado el desarrollo de una cultura propia donde toda manifestación artística foránea pasa por el filtro nipón, proceso durante el cual queda totalmente asimilada, no siendo ajeno al mismo tampoco el Rock & Roll, por el cual los japoneses siempre han profesado auténtica devoción.

A partir de la década del noventa, Japón ha brindado mucha producción musical de alta calidad a Occidente, pudiéndo destacarse a bandas de dilatada trayectoria underground, pero casi desconocidas en su país, como los psicodélicos de Acid Mothers Temple, los noise de Boredoms y High Rise,  solo por nombrar a algunas de ellas, inspiradoras a su vez de prestigiosos músicos occidentales.

Todo ello, sin dejar de lado, por ejemplo, en los ´80 a bandas como la Yellow Magic Orchestra, aunque más miméticos con el Krautrock.

 

Si bien estas agrupaciones han sido influenciadas por las mismas fuentes del Rock de USA y U.K., las mismas cuentan con un plus, el cual estriba en que los japoneses tamizan todo cuanto llega del exterior, pero pasándolo a través del particular filtro de su singularidad, dando como resultado una particular copia del original, pero que en ocasiones, genera algo magnífico y muy superior al producto que lo había inspirado.

En este contexto, el fenómeno de Les Rallizes Denudés, es un caso singular en la historia del Rock no solo de Japón sino a nivel internacional.

Se trata de una extravagante y misteriosa agrupación, que transcurrió su dilatada existencia como una leyenda del underground nipón, siendo su legado musical reivindicado en Occidente décadas después de su formación.

Encabezada por su líder desde 1968, el guitarrista, cantante y compositor Takeshi Mizutani, un extravagante músico japonés, con su sempiterno look de gafas de sol, ropa negra y cabello hasta la cintura; ha mantenido, de manera persistente en su banda durante todas estas décadas una suerte de fundamentalismo sonoro caracterizado por su hipnótico feedback guitarrero, quedando el resto de los instrumentos subordinados a su magma sónico. Sin embargo, las canciones de Muzitani cuentan también con raíces en el Folk y en Lou Reed.

Además, Mizutani ha establecido todo este tiempo una suerte de fórmula no escrita consistente en no grabar jamás en un estudio ni publicar nunca discos oficiales del grupo.

Tales postulados, ha determinado que Les Rallizes Denudés hayan sido conocidos, por un público selecto, solo por intermedio de diversos discos piratas que han ido apareciendo, en ocasiones en forma artesanal, a través de los años.

Dentro de su particular submundo, existe en la discografía de la banda una suerte de sistema de categorías, por la cual sus fans catalogan a algunas de sus grabaciones como casi oficiales o de carácter más o menos bootlegs que otras.

Además, la influencia del grupo se ha ido acrecentando con el paso de los años, siendo reconocidos, allende las fronteras de su país, por diversas bandas y solistas occidentales underground de renombre, como auténticos pioneros de subgéneros como el noise, el shoegaze, entre otros.

Les Rallizes Denudés se han manejado siempre, a lo largo de su dilatada historia, en una zona donde confluyen el nihilismo con la mayor vacuidad, en una extraña dimensión de cuasi oculta existencia, pero sin que ello afecte su carácter de banda de Rock vanguardista y de importancia capital a nivel mundial. 

INICIOS

El surgimiento de Les Rallizes Denudés podemos situarlo a fines de 1967 en la prestigiosa Universidad Doshishi de Kioto, donde un joven Takeshi Mizutani ingresa en dicha casa de altos estudios para estudiar sociología y literatura francesa, rechazando la predominante cultura americana, que se expandía por el Japón de la época, en favor de la cultura francesa, a la cual Takeshi consideraba como más profunda en la parte literaria y política, en el marco de un nihilismo existencialista que resultaba muy atractivo para aquellos jóvenes japoneses que en su infancia habían vivido los horrores de la posguerra.

https://www.youtube.com/watch?v=iJYmLVkdoGA

En la universidad, Takeshi se une a los grupos intelectuales afrancesados que conformaban en ese momento una incipiente escena Folk, en oposición a las tendencias más comerciales practicadas por las llamadas bandas de “group sounds” de la isla, que estaban influidas por las sonoridades del Pop más accesible de USA y U.K.

En noviembre del ´67, Takeshi Mizutani forma su primera banda, The Jacks, integrada por otros tres universitarios con intereses similares: Moriyasu Wakabayashi en bajo, Takashi Kato en batería y Takeshi Nakamura en guitarra rítmica.

El grupo, que practicaba una especie de “Folk existencialista”, recibe buena acogida por la prensa de izquierda del momento, adoptando la agrupación una crítica postura y autodefiniéndose como “los outsiders del Folk”, siendo vetados para poder actuar por varios clubs de su ciudad Kioto.

Con la firme decisión de ser más antiamericano y marginal que su propia banda los Jacks, Mizutani comienza a adoptar al idioma francés para intitular diversas canciones que comienza a componer por fuera de su grupo de origen, siendo por ejemplo “Le Mal Rouge”, una de sus composiciones inspirada en una extraña enfermedad producto del alcohol, que Takeshi había padecido en forma reciente.

Hacia las navidades de 1967, Mizutani junto a su anterior bajista Moriyasu Wakabayashi, forma su nueva agrupación, Les Rallizes Denudés, nombre influenciado por la jerga franco-japonesa utilizada por la Gendai Gekijo, una famosa compañía de teatro underground, con cuyos miembros entra en contacto un impresionable Takeshi.

El término Les Rallizes Denudés, aludía a una expresión utilizada por esta compañía para referirse a una persona de pocas luces, un valise denudé, o sea una “maleta desnuda”, un sujeto indigno de consideración.

Entusiamados por el interés demostrado en ellos por aquellos idealistas beatniks teatrales lectores de Sartre y Derrida,  Les Rallizes Denudés, deciden -en mayo de 1968-, grabar un demo con los temas de Mizutani, contando con la ayuda del técnico de luces de la compañía teatral, quien estaba convencido del potencial éxito de la banda.

La falta de experiencia del grupo, el nulo aporte del técnico y los magros resultados de lo grabado en el estudio, sobre todo respecto de la voz de Mizutani, afectaron sobremanera a éste, quien juró que jamás volvería a ingresar a una sala de grabación, circunscribiendo a partir de allí su arte sólo a los shows.

 

RUIDO BLANCO

En julio del ´68, dos meses después de su fallida incursión en el estudio, Takeshi Mizutani – a pesar de su antiamericanismo inicial- experimenta una profunda revelación musical, al escuchar por primera vez el disco “White Light/White Heat” de los Velvet Underground -sobre todo en los caóticos tracks del disco “Sister Ray” y “I Heard Her Call My Name” y el LP “Vincebus Eruptum” de Blue Cheer, lo cual lo lleva a replantearse todo su futuro artìstico.

Posteriormente, plantea a sus colegas de la compañía Gendai Gekijo su nueva visión estético/sonora.

En agosto de ese año, Les Rallizes Denudés ofrecen su primer show, brindando un espectáculo a la Exploding Plastic Inevitable de Warhol en versión primigenia, cortesía de la compañía teatral. Es desde aquí donde Mizutani decide emplear su concepto del “asalto sensorial total”, tocando a un volumen estruendoso.

Esto genera el disgusto de la compañía teatral, quienes terminan limitándose a controlar las luces y efectos de sonido de sus directos, munidos de tapones en sus oídos ante la demencial sonoridad imperante en las salas durante los conciertos de la banda. En este histórico recital, se destacan los diecinueve minutos del Free Rock de su “Smokin´ Gigarette Blues”, show en vivo que fuera grabado.

En pocos shows, entre septiembre del ´68 y abril del ´69, los Rallizes perfeccionan sus conciertos y, paralelamente, Takeshi ve incrementada su leyenda, a través de la impresión de extraños folletos de la banda, en los que el propio Mizutani se presenta como “El Dios Nihilista de la Guitarra Modulada”, con encendidas proclamas antisistema dirigidas a los jóvenes japoneses. Esto provoca preocupación en sus promotores, quienes buscaban que la banda cambiara su nombre a uno más asequible, pero no lo logra frente a un cada vez más radicalizado y obstinado Muzitani.

En abril del ´69, Les Rallizes Denudés encabezan un festival celebrado en la Universidad de Doshishi, junto a dos bandas locales. El grupo, en dicha ocasión, deja al respetable absorto ante su vendaval sonoro y lumínico.

En esos tiempos, la escena de Rock nipona experimentaba un florecimiento de la mano de grandes bandas como los hard Rock de Flower Travellin´ Band, los heavy Blues de Speed, Glue & Shinki o los psicodélicos de Taj Mahal Travellers, entre las más destacadas.

En el verano de ese mismo año comienzan los problemas en el seno de Les Rallizes Denudés. Ante la persistente negativa de Takeshi a grabar en estudio, esto provoca el abandono de la banda de su guitarrista Nakamura, la desaparición por un tiempo de su bajista Wakabayashi para luego regresar, conservando su puesto solo el batería Kato.

Poco tiempo después, Mizutani hace circular un folleto donde anuncia que los Rallizes regresaban con nuevos integrantes y estilo, dejando de lado a la teatral Gendai Gekijo, siendo reemplazados por colaboradores ataviados con exóticos atuendos de un diseñador de Kioto. En el panfleto citado, Takeshi definia a los Rallizes como “la banda de gitanos negros de la música radical”.

A esta altura, eran muy altas las expectativas depositadas en Les Rallizes Denudés, pasando a ser su mánager el ex operador de luces de la compañía teatral -ex  “técnico de sonido” para su fallida grabación del ´68-.

Pero la agrupación contaba con un obstáculo adicional. En las entrevistas que le realizaban a la banda, los periodistas debían enfrentar las insulsas respuestas de Mizutani, con lo cual el grupo contaba con escasa presencia en los medios.

EL GRAN SECUESTRO DEL ROCK´N´ROLL

El 31 de marzo de 1970, la existencia de Les Razilles Denudés toma un giro inesperado.

A primera hora de la mañana de ese día, nueve jóvenes integrantes de la Facción Japonesa del Ejército Rojo, embarcaron en un Boeing 727 de Japan Airlines, -bautizado el Yodogo-, en el aeropuerto de Haneda, Tokio, en un vuelo nacional, con 130 pasajeros a bordo, en su mayoría estadounidenses.

Poco después de que la aeronave alcanzara la altitud de crucero, los terroristas ingresaron en la cabina armados con bombas y espadas de samurai, ordenando al piloto que desviase el vuelo hacia Cuba.

Sorprendidos y enojados, al comprobar que el avión sólo contaba con combustible para llegar a su destino de cabotaje, los insurgentes se vieron obligados a que el mismo aterrizase en el aeropuerto nacional de Fukuoka.

Al cabo de tres días de interminables negociaciones con las autoridades locales, éstas permitieron que la aeronave, previa liberación de 23 mujeres y niños del pasaje, pudiera volar hacia Corea del Norte, proporcionándoles combustible para poder seguir su viaje y entregándoles como rehén al Ministro de Transporte japonés.

Luego de varias idas y vueltas, finalmente el Yodogo logró aterrizar en Corea del Norte, donde los secuestradores fueron recibidos como verdaderos héroes, se les otorgó asilo político y fueron condecorados con medallas militares y alojados en casas de lujo.

Este incidente tuvo consecuencias y gran impacto a nivel mundial, poniendo bajo un reflector a las autoridades niponas  -debido a la presencia de pasajeros americanos en el Yodogo-, determinando que USA enviara de inmediato agentes de la CIA a Japón a investigar los hechos..

Cuando la prensa filtró los nombres de los secuestradores del avión, gran sorpresa causó en el underground nipón, el hecho de que uno de los imputados en el mismo fuera nada menos que el bajista de Les Razilles Denudés, Moriyasu Wakabayash.

Esto tuvo como consecuencia que, luego del sonado secuestro, cualquier músico de Rock con pelo largo en Japón pasare a ser un potencial elemento subversivo del orden y un objetivo sospechoso a seguir por la dirigencia gobernante.

Algunos de los secuestradores lograron ser apresados por las autoridades, pero el bajista Wakabayashi logró escapar hacia Corea del Norte, cual forajido internacional, donde al parecer, continua oculto hasta el día de hoy.

Esto fue un hecho determinante para el futuro de la banda, que quedó unida  para siempre a dicho escándalo internacional, afectando seriamente desde entonces su trayectoria, pero acrecentando el status de culto del grupo.

LOCURA Y PARANOIA

Luego del rapto del avión, el resto de los miembros de los Rallizes se esfumaron y Mizutani comenzó a ser vigilado y acosado por las autoridades japonesas e incluso por la CIA, teniendo a Takeshi como principal objetivo.

Siendo Kioto una ciudad antigua y de dimensiones reducidas, sin lugar para esconderse, Takeshi se vió obligado a buscar el anonimato protector de Tokio, refugiándose en el apartamento de un amigo ubicado en un selecto barrio de la ciudad.

A esta altura ver de los acontecimientos, Takeshi dudaba entre comenzar una carrera como solista o continuar con los Rallizes, pero en formato acústico.

Luego de evaluar a varios postulantes, Takeshi invitó a un par de amigos de la banda Murahachibu para que se unieran al grupo, pero éstos decidieron tomar en forma temporal el nombre de la agrupación para dar shows por su cuenta.

A mediados del año ´70, un depresivo Mizutani participa, junto a una transitoria formación de los Rallizes, en el festival “Rock in Highland”, denominado el “Woodstock japonés”, junto a bandas como los Mops y la Flower Travellin´ Band, pero el mismo terminó resultando desastroso en virtud de la escasa afluencia de público al evento.

El incidente del secuestro del avión Yodogo estaba fresco y la presencia de los Rallizes en los escasos festivales a los que eran invitados, según los promotores, espantaban al público asistente.

La figura de Takeshi Mizutani, el otrora “gitano existencialista radical”, era ahora rechazada por la escena del Rock nipón.

A mediados de 1970, Mizutani se encontró en forma fortuita con su colega el songwriter Masato Minami. Ambos discutieron la posibilidad de formar un grupo juntos, pero una vez que Takeshi comenzó a tocar su guitarra con su carácterístico furioso sonido, Minami vió que aquello era inviable, invitándolo por cortesía a que participara en su futuro LP.

Rechazando la invitación del músico, un enojado Mizutani se afirmó más que nunca en su decisión de no volver a grabar ni registrar ningún material nunca más.

La mayor parte de 1971, Takeshi se mantuvo oculto, viviendo en un exasperante estado de locura y paranoia, y encerrado en el departamento de Tokio, solo saliendo para comprar leche y lo mínimo indispensable.

Para peor, veía que su estancia en el ámbito del Rock solo le había servido para pasar a ser el objetivo central de la CIA en Japón, mientras que diversos colegas, mucho menos talentosos que él, giraban con sus bandas por todo el país y obtenían contratos de grabación.

Muy de vez en cuando, una versión acotada de los Rallizes tocaban en el conocido club Oz de la ciudad, pero pronto el grupo y la figura de Mizutani empezaron a caer en el olvido del público, siendo su único apoyo, Doronco, el experto de sonido del local.

En cierto momento, un fan suyo intentó reactivar la carrera de su ídolo, con un proyecto de un power trio centrado en canciones de los primeros Blue Cheer, pero no llegaron a presentarse en vivo, desapareciendo las escasas cintas grabadas.

Finalmente, en 1973 el Oz entró en quiebra y Les Rallizes Denudés se quedaron sin espacios para tocar en Tokio.

Mizutani decidió retirarse del mundo, yéndose a vivir al pie del monte Osore, en una zona remota montañosa de Japón, lugar donde sus seguidores le construyeron un refugio de piedra en aquella montaña considerada sagrada, llevando de allí en más una vida discreta y gracias al sostén de su amigo Doronco.

Takeshi estaba convencido que debían pasar varias décadas para que el mundo estuviera preparado para saber apreciar su particular caos sonoro.

Nuestro amigo mantuvo su retiro durante buena parte de los setenta, solo presentándose en contadas ocasiones en shows invitado por viejos camaradas.

En 1977, Mizutani, anoticiado de los vientos de cambio del Punk Rock inglés, y a pesar de la opinión de sus seguidores de que su momento había llegado, descartó tal idea, afirmando, con milimétrica precisión de los hechos: “Si es cierto que ha llegado la hora de los Rallizes, ¿Por qué también oigo decir que Suicide fueron agredidos cuando teloneaban a los Clash, o que Nico recibió un botellazo mientras teloneaba a Siouxsie & the Banshees”?  

De cuando en cuando, un grupo de acólitos suyos, lograba sacarlo a Takeshi de su aislamiento, y éste ofrecía su música, la cual siempre alguien grababa en cinta y luego la editaba en vinilos de doce pulgadas que circulaban de mano en mano entre sus fans.

Entre 1980 y el ´81, Mizutani brindó algunos shows a dos guitarras junto a su colega Fujio, ex integrante de una formación de Les Rallizes de principios de los ´70.

Con todo, la banda se mantuvo en activo, con diversas formaciones entre los ´80s y `90s.

Con el tiempo, su culto se fue acrecentando, y los fieles de Mizutani proclamaron que, por fin, su momento había llegado.

Pero, nuestro héroe se había exiliado en forma discreta en Francia, tocando en el ´97 con el saxofonista Arthur Doyle, aunque nadie tenía muy en claro donde realmente estaba, siendo su figura objeto de los rumores más inverosímiles, como que se encontraba mentalmente inestable y a punto de morir.

Las tiendas underground de discos de Tokio empezaron a vender cada vez más vinilos piratas de la agrupación, acrecentándose su culto y carácter de leyenda.

Entre ellos, podemos destacar a grabaciones como su último disco “oficial”, “´77 Live”, doble en directo; “Heavier Than a Death in a Family”, “Fucked Up & Naked” y compilados como “Yodo -Go-A-Go-Go”, entre otros.

Ya a comienzos de este siglo, comenzaron a surgir páginas en la web exclusivamente dedicadas a Les Rallizes Denudés, radiografiando cada paso de Takeshi y con la firme intención de intentar sacarlo de su guarida existencial.

A fines de 2003, se estrenó un documental sobre los Razilles del director francés Ethan Mousike en un festival de cine musical en Londres, con gran acogida de la crítica.

En 2019, se da a conocer en algunos sitios dedicados a la banda, el fallecimiento de Takeshi Mizutani en su querida ciudad de Kioto, pero sin darse a conocer mayores detalles, acrecentando aun más el halo de misterio que siempre rodeó a Les Rallizes Denudés durante toda su historia, incluso algunos afirmando que Takeshi se encontraría entre nosotros, manteniendo su férreo aislamiento.

Pero el legendario Takeshi, alma máter de los -a esta altura- míticos Les Razilles Denudés, sabia en su fuero íntimo que, quizás, el mundo aun no estaba preparado para recibir y valorar su inquietante y renovador arte.

 

Texto: Augusto de Lázzari

 

– Bibliografía consultada:

– “Japrocksampler: How the Post-War Japanese Blew Thier Minds On Rock´n´ Roll”, Julian Cope, Bloomsbury Publishing PLC,  2007.

 

 

 

 

 

 

 

2 Comments

  1. Excelente articulo, te amo mi augus

  2. AUGUSTO DE LAZZARI

    Gracias, Emily!

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