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Richard Thompson – Teatre Zorrilla / Blues & Ritmes (Badalona)

Apareció Richard Thompson acompañado solo de su guitarra acústica, se dirigió hacia el centro del escenario y dio comienzo a la velada con «Stony Ground», en una versión mucho más trepidante en cuanto a tempo que la que abre el magistral Electric. Quizás esa furia descarnada, volando por el mástil cual pájaro libre, se debió a la recién estrenada camiseta de los Who, de quienes contó que llegó a ver en varias ocasiones en sus inicios, siendo entonces su banda favorita. Pero pasado el ecuador de la canción… ¡ZAS! Una rampa brutal le agarró en la mano izquierda y tuvo que parar ipso facto. Los gestos evidentes de dolor nos hicieron presagiar el peor de los augurios y un final adelantado a esta edición del Blues i Ritmes. Porque eso no estaba escrito en el guión, y sé, modestamente, que eso te pueda entorpecer para seguir adelante con el recital. Hubo un par de minutos de pánico (posiblemente fue menos, pero sufrí tanto por él que el tiempo se me hizo eterno), pero sacudió la mano a modo de remedio y pudo seguir adelante.

Retomó «Stony Ground» y de ahí en adelante ofreció una soberana y mayúscula lección de cómo llevar adelante un recital de estas características. En primer lugar, uno ha de tener recorrido para encarar a la audiencia estando solo en el escenario; «carisma» podría ser el otro adjetivo. Pero lo de Richard es encantador, porque parece tímido al acercarse al micrófono para narrar la historia de la canción pertinente, llegando incluso al tartamudeo en algunas palabras, aunque parece que es más una forma de sacar esa «parte» rápida, la del storyteller, y continuar con la música. Por otra parte, él tiene las canciones (da igual lo que toque), la voz (la mantiene cálida), y sin duda, la habilidad como guitarrista. Xavi LLop me comentaba que le había visto en sus dos vertientes: con banda y eléctrico, y solo en acústico, y ambas habían sido igual de buenas. Eso no ocurre con todo el mundo, por extraordinario que seas.

Certifico las palabras de mi compañero, Richard es fabuloso en ambos formatos. Le había visto en Dublín hace cuatro años, formato trío, y salí alucinado. Pero lo del otro día no se queda atrás. La combinación canción/narración/virtuosismo es matadora. Richard controla todos los aspectos y rincones. Y esa forma de tocar la guitarra; ni Bert Jansch hubiera soñado con llegar tan lejos con el instrumento. Inenarrable. Nunca las palabras que escribió Carlos Rego hace unos años cobraron tanto sentido: «Thompson debería ser tan respetado como Dylan o Neil Young». No recuerdo si la frase era exactamente así, querido lector, pero por ahí iban los tiros.

Hubo muchos «momentos», pero su dedicatoria a Sandy Denny me llegó a lo  más profundo; y «Walking On A Wire» de Shoot Out The Lights, su disco de divorcio (lo grabó junto a su todavía esposa Linda); y sin duda, «1952 Vincent Black Lightning», siempre imprescindible en sus recitales. Ya que he mencionado Shoot Out The Lights, ¿alguien se ha cerciorado de cuantos discos indispensables son ya los que atesora el hombre? Y ello sin contar lo que grabó junto a Fairport Convention. En serio, ¿los han contado? Cuentas aparte, apareció Zara Phillips, su pareja actual, y juntos atacaron las últimas ocho canciones. El recital se tornó en otra cosa, pues entonces lo importante pasó a ser el empaste de las voces, esas armonías que en otra época Richard entonaba junto a Linda. No fue exactamente eso, y tampoco pretendían que lo fuera. Pero fue inevitable pensar en ello cuando sonó «I Want To See The Bright Lights Tonight».

El teatro no contó con el cartel de «no hay entradas», y resulta doloroso pensar en ello, pues llevaba catorce años sin pisar suelo hispano y no es que antes lo hubiera hecho con asiduidad, pues sólo se le recuerda alguna aparición en las Islas Baleares y la participación en el sevillano Leyendas de la Guitarra del 91. Quiero pensar que Richard es todavía un «desconocido» entre el público. Pero si se me permite el consejo, busquen alguno de sus discos, sea Electric, Rumor And Sigh, Hand Of Kindness o Still (los que hizo junto a Fairport o su esposa Linda también valen) y griten bien fuerte para que vuelva por aquí. No lo olvidarán, palabra de amigo.

Texto: Sergio Martos

Fotos: Sergi Fornols

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