No sé si Neon Animal (Londres) van a traer de vuelta el rock & roll de la tumba, como rezaba el título de su fabuloso primer álbum (2017). Pero lo cierto es que a base de humor, actitud y buenas canciones, bien podrían erigirse como los salvadores de una forma de entender el rock de la cual solo queda Michael Monroe como referente. Humor porque el cantante y frontman Mark Thorn es un canalla, un tipo capaz de presentar todas y cada unas de las canciones en un desternillante «espanglish» y no perder la dignidad en todo momento. «Losss vecinossss tienen que agradar esta música para no llamar a la policía». Mark, que físicamente es un cruce entre Eric Dover y David Johansen, tiene el suficiente carisma para que por él mantengas la atención en todo momento.
Luego, la actitud; hora y media pasada de concierto, bajo un sol radiante al natural de la terraza de La Traviesa y ganas de entretener a todos y todas: desde los más pequeños (uno subió a probar la batería antes y después del bolo) al que más canas gastaba, alguno de los clásicos parroquianos del famoso bar. Hay algo en ellos ingenuo y amateur, lo que tiene cualquier banda con ganas de conquistar a la audiencia y todavía se ve en esta vorágine de giras matadoras en las que deben conquistar a la audiencia pueblo a pueblo.
Pero por ello se les aprecia aún más, por esa cercanía. Ahora, aquí no hay tiempo para el despipote que provocan los bolos a altas horas o los tempraneros (como fue este caso). A la tercera vez que el batería IV K. Lizz se dirigió hacia el centro del escenario sin ningún propósito concreto, recibió una mirada mortal de Mark y una reprimenda de Jonathan Gaglione, el bajista: «Solo tiene que hacer una cosa, tocar la batería». El pobre tipo no volvió a saltar de su kit y buscando enmendar su comportamiento llamó la atención del cantante con cara de niño bueno… ¡Solo para advertirle de que llevaba bajada la bragueta del pantalón!
El portugués Miguel Martins, guitarrista, es quien lleva el peso musical y de él salen los detalles musicales más interesantes. Pero es una banda, no un consorcio de músicos con ganas de arrebatar las miradas individualmente. Y claro, las canciones: «Conspiracy Theory?», «This Is The End», «Bedtime Stories», «I’m Killing Myself», «Rock ‘N’ Roll Suicide», «Raquel», «Rock ‘N’ Roll War»… Piensen en los primeros Hanoi Rocks, los Aerosmith más canallas y los primeros Faster Pussycat, cuando eran una banda y no el ridículo en el que los ha convertido Taime Downe en los últimos 20 años. Se dejaron poco por tocar de sus dos obras (Make No Mistake es el más reciente) y redondearon la velada con dos versiones, una destartalada «L.A. Woman» de los Doors y una original «I Was Made For Loving You» de Kiss, que sonó como si los Dead Boys la hubieran versionado diez minutos antes de saltar por los aires y finiquitar su aventura.
Lo dicho, ignoro si Neon Animal devolverán el rock & roll al lugar al que pertenece, pero estaría bien que captasen la suficiente audiencia para que no tengan que devolverlo a la tumba. De momento, dos discos (dejamos el EP inicial aparte), dos aciertos. A ver si a la tercera va la vencida y crecen en cuanto a audiencia.
Texto y fotos: Sergio Martos