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GA-20 – Loco Club (València)

 

¿Se puede uno encontrar inesperadamente con un concierto? Oh, sí, amigas y amigos. Y suelen ser los mejores, créanme. Aunque, a decir verdad, yo no acudí anoche completamente a ciegas a ese hogar de la música en directo valenciana en que se ha convertido el Loco Club (ya de por sí garantía de calidad). Cuando un amigo me preguntó si un miércoles noche -momento eminentemente nefasto para el cancaneo- me apuntaba a un concierto de blues, por supuesto que indagué de quién se trataba. Y oiga, no hizo falta más que unos segundos de youtube para correr como alma que lleva el diablo a por mi entrada. Y, como siempre, las expectativas: ¿Cumplirían sus protagonistas con la rutilante explosión eléctrica de música del delta que prometían aquellas imágenes?

Pues cumplieron. Vaya si cumplieron. La salida al escenario de este trío de Boston formado por los guitarristas Pat Faherty (éste también vocalista) y Matthew Stubbs (sideman de, entre otros, Charlie Mussellwhite o James Cotton), así como por el atómico batería Tim Carman excedió, desde el primer minuto todas las expectativas puestas en ellos. Al grito de “We’re GA-20, let’s have some fun”, directamente se encumbraron en mi imaginería particular como trío número uno de power-blues del planeta. Al menos por una buena temporada.

Su sonido, heredado directamente del brioso y punzante estilo de Hound Dog Taylor – bluesman al que idolatran hasta el punto de haberle dedicado dos de los tres discos que hasta ahora han publicado- era tan equilibrado, milimétrico y profesional, como entusiasta, sucio y poderosamente electrizante. Su cóctel de blues ortodoxo enraizado en Chicago, sazonado con algo de rock and roll y rhythm and blues, es tan efectivo y refrescante como suele resultar la música añeja si se toca con frescura y bemoles. Y ellos así lo hicieron, dando un repaso tanto al cancionero propio propuesto en un disco tan mayúsculo como Lonely Soul (Karma Chief, 2019), como acudiendo, por supuesto, al del idolatrado Hound Dog Taylor (ese “Let’s get funky”) y algún que otro clásico más (¿Escuché por ahí a Ike Turner?), todos ellos convertidos en bombas de relojería a base de solos espectaculares, paseos entre el enfervorecido público, atronar de amplificadores vintage y, en definitiva, unas brutales ganas de tocar y comunicar, que nos dejaron a todos con esa sonrisa tonta que parecía absolutamente imposible de lograr un miércoles lluvioso de abril, pero que dudo que se nos quite con facilidad. Ya lo decía Johnny Winter: Nothin’ but the blues!!

 

Texto: Juanjo Frontera

Fotos: Sergio Lacedonia

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