Rabia a a raudales y reinvención en el mejor trabajo de los Vulk hasta la fecha Los descubrí en directo cuando daban sus primeros pasos y me impactaron de teloneros superando al grupo principal en cuestión. Su gélida marcialidad con destellos de rabia y violencia me recordaron sobremanera a los comienzos de Joy Division y antes como Varsaw, especialmente debido a su magnético cantante, implacable e impenetrable. Tras dos buenos discos, que no mostraban del todo su clase y potencia en directo, y algunos ajustes en la formación en este largo impasse pandémico, están de vuelta con el vinilo que por fin hace justicia a lo que son y a lo que significan Vulk.
Totalmente en euskera y grabado en analógico por Iñigo Irazoki (Belako) y en el sello de sus amigos de Cala Vento, siguen mostrando su background euskaldun con Dut, Zarama o Lisabö, pero también su acercamiento a posturas pospunk de hoy como Idles, Shame, Metz, Fontaines DC o Biznaga, sin olvidar el respeto por mayores como The Clash, Buzzcocks, Rise Against o The Undertones. Impecable presentación la del vinilo con carpeta doble que se abre y portada tallada en madera con el título.
Además, libro con 10 páginas tamaño LP con las letras en euskera y en castellano y unas fotografías realmente curradas. Así da gusto. Su música poderosa y desnuda te agita y revuelve las entrañas sin trampa ni cartón como en esos vídeos grabados tocando en vivo singles del nuevo y mejor disco tales como el implacable martillo de «Mailua», con sus subidas y bajadas; el orgullo obrero con los gritos, los tik-tak del reloj y el estribillo y las guitarras aceleradas de «Lanaren Kanta» o la declaración de principios con el fascinante tema titular «Vulk Ez Da», arrebatador con guitaras y algo más muy The Fall. Antes arranque rabioso con ruido de motores a pleno rendimiento en la violenta «Hamar Lagun Baten Kontra» («Diez Contra Uno». Marcialidad y riffs The Clash combinado con un desquiciado saxo No Wave al estilo James Chance & The Contortions.
Sorprendentemente gélidos y reposados en el arranque de la cara A con «Militantzia Sutsua», pero con inquietantes redobles de batería y afilados riffs. Luego rabia y explosiones noise-punk con crudísimas guitarras. Contundentes cambios de ritmo y estribillo guapo en «Etsai, Orpoan» («Enemigos En El Talón»). El final, con el ya citado tema titular, cierra 40 brillantes minutos que dan ganas de salir corriendo a uno de sus conciertos para gritar con su incontenible y justa rabia.
Texto: Txema Mañeru