Muchos son los que aseguran que el blues está muerto. Pues desde aquí vamos a demostrar que no. Que está más vivo que nunca, y no solo eso, sino que ha sufrido múltiples mutaciones. Y que blues hay hasta debajo de las piedras. Blues bastardo, quizá. Pero a fin de cuentas, blues.
El superviviente de la pareja de gemelos albinos por excelencia del blues tenía ganas de dedicar un disco a su desaparecido hermano, y aquí lo tenemos. Producido por el mismo edgar Winter junto a Ross Hogart, el objetivo es admirable pero el resultado no tanto. O, al menos, no en todos su surcos ¿La culpa? La dichosa manía de encarar este tipo de trabajos como un puñetero All-stars. Que sí, que comercialmente atrae mucho que participen nombres como Billy F. Gibbons, Joe Walsh, Steve Lukather, Joe Bonamassa, Michael McDonald, Keb Mo, Derek Trucks o Ringo Starr pero más allá de eso, aportar, algunos lo hacen más bien poco. Así que el resultado es todo lo irregular que se puede esperar de un disco así. Lo bueno – y a la vez lo malo – es que hablamos de hasta diecisiete canciones con lo que no debería serles difícil encontrar una decena de ellas que les hagan tilín para pensar que, con una selección, igual la cosa hubiera funcionado mejor. Nos quedaremos con el empeño y las leyendas, y lo disfrutaremos hasta donde se pueda. Si no, ya saben, next.
Eduardo Izquierdo
