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Maria Arnal i Marcel Bagès – Inverfest – Teatro Circo Price (Madrid)

 

Un nuevo caso de actuación enmarcada dentro del festival hibernal Inverfest en el que, debido a un positivo por COVID, la fecha inicialmente prevista (para enero, en este caso), se vio pospuesta un par de meses. Afortunadamente, todo quedó en nada y Maria Arnal, la afectada, según explicó ella misma, volvió con fuerza y en perfectas condiciones. Y junto a su inseparable Marcel Bagès, un multi-instrumentista y dos coristas, nos envolvió con su magia, en un show sencillamente memorable.

Clamor (Fina Estampa, 2021), segundo largo de los catalanes, cumplía justo un año y había que celebrarlo reafirmando todas sus virtudes e, incluso, expandiéndolas en vivo. Y eso hicieron. Con esa fuerza de la naturaleza que es Maria, llevando la batuta vocal, coral, coreográfica, comunicativa…

Sin nada que envidiar a, por ejemplo, Björk, cantó, bailó, sonrió y sobretodo, sintió. Cada palabra, cada arreglo, cada beat electrónico, están donde deben estar, propiciando que el espectáculo erice el vello, a pesar de lo parco de su propuesta escénica. Unas luces en perfecta sincronía, bien dispuestas y poco más. Poco pero bien utilizado, ayudando a enfatizar los momentos por los que nos va llevando el show.

La propuesta del dúo abraza la música tradicional, pero la reconduce hacia un terreno vanguardista, donde la electrónica catártica y crepitante de sellos como Warp, se funde con la mediterraneidad de Maria del Mar Bonet, el flamenco más libre, o el libre albedrío experimental de la mencionada artista islandesa.

Todo, fluyendo con naturalidad, en un show en el que pasamos del canto gregoriano al bombo eurovisivo con pasmosa facilidad, y sin que nos resulte extraño. Todo lo contrario. Siempre, como decíamos, a través de la conducción de Maria Arnal, protagonista absoluta. Su caudal es tal, que se come el escenario como quien va un día más a la oficina.

Su despliegue vocal, virtuoso, dúctil, le permite expresarse mediante una sedosa sibilancia, inflexiones vocales casi imposibles, o lo que ella quiera. Siempre, en perfecta sincronía y armonía con las dos coristas. De hecho, las tres protagonistas acentúan una expresión corporal teatralizada, que añade un plus al espectáculo, dotándolo de ritmo, añadiendo esa dimensión visual que tan bien sienta a la performance, sumándose así al brillante despliegue vocal.

En definitiva, un show remarcable, lleno de emociones y reivindicaciones. De vida y de muerte. Expresado con sinceridad y una capacidad artística innata, a la cual se suman unas guitarras y unos arreglos, los de Marcel Bagès, cuyo rol en la sombra, necesario, por momentos nos recuerda al papel de los Barrow o Utley en Portishead. Los de Bristol son otro de los nombres que pueden venir a colación cuando tratamos de deconstruir el rico sonido del dúo catalán, si bien la suma de todas las partes, de todas las influencias, deriva en algo único, con sello de autor.

Puro talento, paladeado en un emplazamiento idóneo, y que bien merece nuestro más sincero aplauso.

 

Texto: Daniel González

Foto: Sergi Fornols

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