También consecuencia de los estragos pandémicos, la señalada cita de los de la capital, en el marco de este interesante festival invernal, cuyas numerosas actuaciones quedan repartidas en diferentes salas de la ciudad, se vio pospuesto un par de meses.
Pero todo tiene su lado positivo. En este caso, parece que el momento sanitario es mejor, más estable. A ello se suma el poder dar un par de meses más de resuello a banda y público, para retomar la actividad con renovadas fuerzas. En el caso del quinteto, además, parece ser que todo esto les sirvió para engrasar bien esa maquinaria de hits indie pop, impregnados de ese punk rock que tanto les caracteriza.
Con una muy buena entrada y un entusiasmo generalizado, la banda hater por excelencia (léase con todo el humor y el amor) presentaba España necesita conocer a Los Punsetes, inminente disco recopilatorio. Momento pues, para reverdecer viejos laureles, echar mano de sus incunables, y de integrar definitivamente Aniquilación (Mushroom Pillow, 2019) dentro del repertorio punsetil, ya sin la etiqueta de «nuevo» elepé.
Casi sin respiro, asistimos a una retahíla de zarpazos de alma pop, vestidos con un envoltorio punk e incluso noise, cuando no todo a la vez. Ese cóctel, que tan bien agitan los autores de «Tu puto grupo», estuvo omnipresente en un show de una hora larga, en el que las proyecciones visuales y el desempeño de la banda, iban de la mano en todo momento.
Abordaron un par de canciones de su último ep, Todo el mundo quiere hacerte daño, amén de recorrer todo su arsenal de himnos para los no acomodados. Ya saben: «Dos policías», «Vas hablando mal de mí», «Opinión de mierda», «Mabuse»…
Y antes de encarar un tramo de final de aúpa, echando mano de «Tus amigos» o la redonda «Me gusta que me pegues», dieron lustre a «Estrella Distante». Convirtieron su coda instrumental en un magma de bendito ruido, antesala de dicha acometida final.
Bolazo reivindicativo de una banda con un sonido reconocible y una creciente parroquia con la que, todo parece indicar, nos encontramos ante un nuevo clásico moderno del indie patrio. Pronto visitarán Méjico, porque la rueda sigue y porque, a buen seguro, en tierras aztecas estarán encantados de unirse a su fiesta hater, cantando sobre un sinfín de cosas odiosas, sin perder la sonrisa. O sobre el amor y el desamor, siempre, claro está, con la certeza e imperturbabilidad de Ariadna Paniagua y sus amigos.
Texto: Daniel González
Fotos: Salomé Sagüillo