Encuentros

The Carlos Childe Band, atrapado por Nueva Orleans

 

Los que estén pendientes de la escena de blues nacional ya sabrán de Carlos Childe, referente gallego del género. Hace ya un tiempo que el monfortino anda embarcado en un delicioso proyecto empapado hasta el tuétano en el jazz tradicional de Nueva Orleans, interpretando con el merecido respeto, talento y mucha frescura tanto temas clásicos como otros más oscuros. El gozoso resultado de su inmersión se titula Where Y’at, en el que un fantástico sexteto disfruta y hace disfrutar al oyente con una música que Childe ve como “escudo anti-mal rollo”.

Where Y’at es el punto de llegada, pero el comienzo del viaje, musical y personal, viene de atrás, y, por lo visto, todavía no ha terminado. Este sábado 5 de marzo, The Carlos Childe Band se presenta al completo en el Tempo Club de Madrid. Prepara tus mejores galas.

Antes de nada, cuéntale a los lectores de Ruta 66 como ha acabado un bluesman básicamente eléctrico grabando clásicos del jazz de Nueva Orleans. ¡Y cambiando la guitarra por el banjo!

Es todo fruto de la casualidad pero no fue de un día para otro. Hace años conocí a un grupo de Jazz tradicional que estaba de gira por Europa, pasamos un par de días juntos, tocamos en una jam session y ahí empecé a interesarme por este estilo. Luego me invitaron a visitar Nueva Orleans y esa corta estancia en la ciudad sirvió para que me quedase atrapado por este estilo de música. Es un estilo muy atractivo, probablemente el primer ejemplo de lo que ahora llamaríamos fusión y al mismo tiempo un cambio total en la forma de interpretar, basándose principalmente en la improvisación. Lo del banjo viene de hace tiempo, aunque nunca lo había usado en grabaciones o directos porque no encajaba en el tipo de música que hacíamos. En cambio, en el jazz tradicional es un instrumento muy utilizado que le da un carácter diferente, cumple una función rítmica. Me encanta y me siento muy cómodo tocándolo.

He leído por ahí que tu guía en los sonidos criollos ha sido un miembro de la Sun Ra Arkestra y el grupo de Fats Domino. Eso son palabras mayores. ¿Cómo surgió el contacto y qué has sacado de él?

He tenido el privilegio de conocer a grandes músicos de Nueva Orleans, muchos de ellos con currículo apabullante, y entre ellos está Carl Leblanc que, aparte de su carrera en solitario, ha tocado con grandes de la música, curiosamente en estilos tan dispares como los ejemplos que mencionas en la pregunta, desde los orígenes hasta el jazz de vanguardia. He aprendido mucho a nivel teórico y técnico, también de la cultura criolla, y sobre todo a ver la forma de tocar desde otra perspectiva, tocando solo por y para la música, intentando cooperar con la canción para crear algo, sin priorizar demostraciones del tipo “escucha lo que sé hacer”. El fin es crear algo bonito y honesto.

 

¿Qué diferencias y semejanzas has encontrado entre el blues y los clásicos del jazz primitivo? Podríamos pensar que no están tan lejos del primer blues.

Creo que hay más semejanzas que diferencias. Son músicas de ascendencia africana y en mi opinión el jazz tradicional de Nueva Orleans tiene su origen en el blues, de hecho los blues forman parte del repertorio habitual de jazz tradicional. La mayor diferencia a la hora de interpretarlos está obviamente en el sonido. Una formación de jazz tradicional suele tener como mínimo tres instrumentos de viento que suelen ser trompeta, trombón y clarinete aparte de piano, banjo, batería, contrabajo. El blues tradicional es mucho más rudimentario y las formaciones suelen tener tres o cuatro integrantes, un sonido mucho más asociado a la guitarra, la armónica o el piano. El blues es un estilo básicamente vocal, se cuenta una historia, en el jazz de Nueva Orleans destaca mucho más la improvisación instrumental, con un solista interpretando la melodía, mientras trombón y clarinete tocan contrapunto y subrayan la melodía principal. Por otra parte las letras suelen tratar de lo mismo, amor o desamor,  muchas de ellas están llenas de ironía, algunas de ellas de humor y eso también es común con el blues. En ambos estilos la muerte también es un tema recurrente, influencia directa del góspel.

¿Cuáles son tus artistas favoritos del género? ¿Puedes descubrirnos algo más allá de los clásicos?

En esta cuestión es difícil no contar con Louis Armstrong, creo que los que lo criticaron por hacer “música comercial” no sabían de qué hablaban. En cuanto al banjo podría nombrar a Narvin Kimbal o Emmanuel Sayles, ambos muy buenos cantantes también, o George Guesnon. El clarinetista Sidney Bechet y el pianista Jelly Roll Morton también eran grandes compositores. Si hablamos de la actualidad, trompetistas como Wendell Brunious, Kermit Ruffins o Irvin Mayfield, o el batería George French, el pianista Lawrence Cotton, el saxofonista Charlie Gabriel. Preservation Hall Jazz Band es una formación que recomiendo a todos los que quieran acercarse al Jazz clásico de Nueva Orleans con un grupo actual, además de Dirty Dozen Brass Band, Treme Jazz Band o Tuxedo Brass Band en el campo de las Marchin’ Bands.

Siempre has tenido una voz muy de bluesman, pero con el tiempo ha ganado en calidez, por lo menos en este disco. ¿Los años o adaptación al repertorio?

Supongo que de alguna forma el repertorio es la causa. Estas canciones poseen una energía diferente. El blues no está tan sujeto a una línea melódica, el blues es visceral, para mí es más como un grito o como hablar, y estas canciones requieren respetar más las melodías, por lo menos hasta cierto punto. Claro que los años algo habrán hecho también, pero ¡me siento en forma!

El espíritu del disco es muy animado, música para sentirte bien, hasta casi arrancarte una sonrisa. ¿Era esa la intención, grabar un disco para alejar el mal rollo?

Agradezco que me comentes esto ya que a mí la música de Nueva Orleans me produce esa misma sensación y me alegra poder transmitirla a otros con la música. El mal rollo hay que alejarlo siempre, en la historia de las personas que crearon esta música y la sociedad en que vivían había un importante componente de dolor, sufrimiento e injusticia, hasta extremos que para mí son inimaginables. Es increíble que en esas condiciones estas personas fueran capaces de crear algo tan grande, algo que puso cimientos a buena parte de la música que escuchamos hoy en día, sobreponiéndose a todo tipo de impedimentos: pobreza, racismo… Crearon una música que es un tributo a la vida, alegre la mayoría de las veces y en la que todo el mundo participa.

El viaje a Nueva Orleans surgió casi como una aventura y ha acabado en este disco y ¿quizá un nuevo capítulo en tu carrera con visos de alargarse?

Sí. Quiero seguir aprendiendo y espero poder hacerlo. Es con lo que me siento a gusto ahora. Estoy preparando otra grabación en la misma línea, me gustaría hacer tres para poder cubrir mínimamente un repertorio tan extenso. Estamos muy contentos con el resultado en directo, el grupo funciona bien aunque es bastante difícil hacerse un hueco y poder tocar todo lo que querría. Ese sí es un problema, pero habrá que intentarlo.

¿Has pensado en enviárselo a Woody Allen? Igual le encuentra un hueco en su próxima película.

No lo había pensado pero me parece una gran idea. Lo haré y si consigo algo en su próxima película prometo daros la primicia.

 

Texto: Carlos Rego

 

 

 

 

 

 

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