Recuperamos esta artículo-entrevista realizada a propósito del último disco de la banda «Medicine at Midnight» y que sirvió para ilustrar nuestra portada de febrero de 2021. En ella, Dave Grohl y Taylor Hawkins se abrían a nuestro compañero Mario Silvestre.
En un año en que debían celebrar su vigésimo quinto aniversario con la gira mundial The Van Tour, la pandemia azotó al planeta y se vieron forzados a cancelarla. Pero no se rinden: preparan el lanzamiento de su nuevo trabajo, Medicine at Midnight, y ofrecen conciertos en streaming. Nada ni nadie puede pararles.
Hace ya más de veinticinco años desde que Dave Grohl, —por enésima vez atrapado en el tópico de “el batería de Nirvana”— vio su vida colisionar contra la esfera más alta del rock’n’roll, caer al vacío y permanecer en el más tenebroso de los silencios esperando divisar un cabo al que aferrarse.
Antes, muchos años antes, trataba de encontrar su camino a través de Beatles, Creedence o Stones, pero fue en un viaje a Chicago para visitar a su familia cuando el más imponente de los acontecimientos de su vida tuvo lugar. Su prima Tracy había dejado de ser una adolescente más y se había convertido en una auténtica punk-rocker con un vasto catálogo de discos en su habitación. Desde Dead Kennedys a The Germs pasando por D.R.I., un asombrado Grohl devoró todas y cada una de las notas enlatadas.
Tras la cena asistieron, en riguroso secreto, al concierto de la banda local Naked Raygun. Y nunca más volvió a ser el mismo. “En ese momento me convertí en uno de vosotros, y lo más importante, ya no necesitaba tratar de identificarme con bandas de grandes corporaciones, porque con el punk encontré mi voz”, recuerda. “Y no era buena ni mala, era mi voz”. Ya no se trataba de ser uno más, sino de ser uno mismo. Su vida se llenó de energía, música, furgonetas y carreteras eternas para cada noche tocar el cielo al final del camino. Era el auténtico y único significado de la vida.
Al morir Kurt Cobain, y con él desaparecer Nirvana, Dave Grohl vuelve a vagar sin rumbo. Deja de ser el batería de una de las más grandes bandas de la historia y por primera vez no sabe qué hacer con su vida. Recibe llamadas, propuestas e incluso toca en dos conciertos como batería de Tom Petty y hasta se le brinda la posibilidad de ser miembro oficial de la banda, pero Grohl se niega a enmudecer su propia voz y vuelve a apostar por sí mismo.
Así que carga su coche con todo su equipo y se sumerge en un viaje de seis días y catorce canciones como una auténtica one-man-band. Graba y mezcla todas y cada una de las pistas hasta completar una demo. Y de nuevo no importa si lo que hace está bien o mal, sino que vuelve a ser “su” voz. Una copia en casete cayó en las manos adecuadas y terminó siendo el primer disco de Foo Fighters, un nombre escogido “porque así parecía que era una banda y no un solo músico”.
Foo Fighters cumplen 25 años de carrera a través de una senda tan difícil como abrupta, pero donde el músico se impone a las vicisitudes y finalmente gana, porque ganar es lo que realmente queda cuando la voz de uno mismo es su bandera. Han vencido a la pesada cruz de ser “la banda del batería de otra banda”. Han escalado desde pequeños clubs hasta llenar estadios y se han reinventado en cada uno de sus diez discos.
Crearon su propio sello discográfico, Roswell Records, para dirigirlo en primera persona, así como sus videos promocionales y documentales. Han grabado dos discos en su propio estudio, el mismo que cuenta con la mesa de grabación de los míticos Sound City Studios, y han recibido el reconocimiento y bendición de músicos de la talla de Neil Young, Paul McCartney, Jimmy Page o el inigualable Lemmy Kilmister.
Han alcanzado la perfecta configuración de miembros a través de risas, y también amargas decepciones, y como el espectáculo siempre debe continuar, no se dieron por vencidos en Gotemburgo por la rotura de pierna de Grohl: “Me voy al hospital, arreglaremos mi pierna, volveré y seguiremos tocando”.
Si hay algo que los ojos de la veteranía nos otorga es que un cuarto de siglo no es una cifra gratis a la que apostar si se trata de una banda de rock. Tres años después de nuestra última entrevista, me encuentro de nuevo con la encargada de que la charla entre Dave, Taylor y yo suceda en la mejor de las condiciones.
Da paso en primer lugar a Taylor y luego a Dave, quien, con su amplia sonrisa, me acoge con un caluroso saludo. Entonces le recuerdo la anécdota de nuestro encuentro en Barcelona y con los ojos muy abiertos, un pequeño sobresalto y el índice apuntando hacia mi, dice: “Fuck, man! I remember that!”.
Parece que ha habido mala suerte entre Foo Fighters y España. Las dos últimas oportunidades se vieron truncadas, una por los ataques terroristas que llevaron a la cancelación en Barcelona, y más tarde Valencia por la situación pandémica…
Dave: Sí, es horrible, porque nuestra vida es tocar y viajar por todo el mundo, y de pronto sucede algo imprevisto que te impide llevar a cabo la tarea que has realizado toda tu vida y que es la que más te gusta.
Algunos pudimos disfrutar de vuestro concierto secreto en Barcelona, hace ya tres años. Fue genial veros en una sala, donde tanto las dimensiones como el aforo es mucho más reducido.
D: Nos encanta aprovechar este tipo de situaciones cada vez que se plantea una. Es muy emocionante estar frente a una gran audiencia, en un estadio o en un festival donde veinticinco mil personas cantan tus canciones como si les fuera la vida en ello. De verdad que nos encanta, pero los clubs pequeños son el lugar de donde venimos. En las salas pequeñas es donde puedes ver las caras y las reacciones de la gente a tan poca distancia.
Taylor: Es el lugar del que procedemos, de donde hemos salido todos los miembros que estamos en la banda, así que volver a los pequeños clubs, cada vez que se puede, es como volver a casa y ver tu habitación de nuevo.
Desgraciadamente esta situación ha sufrido un cambio drástico debido a la pandemia. ¿Cómo crees que afectará a la industria musical?
D: Estoy seguro de que volverá pronto el día en que todo vuelva a fluir como lo ha hecho hasta ahora. Los músicos volveremos a juntarnos. Sé que sucederá, no sé cuando ni cómo. Es algo que trae implícito el ser humano en su ADN, cosas como hacer música. En los últimos meses todos los músicos han estado encerrados trabajando, algunos de ellos han contactado con otros con los que nunca hubieran contactado, porque eso es lo que hace la gente creativa, buscar maneras de seguir creando e innovando.
T: Todo es realmente incierto, pero lo que es seguro es que los músicos no únicamente han seguido haciendo música, sino que han trabajado aún más. No quiero decir que no haya habido problemas, que soy consciente de que los ha habido, y muy graves, pero la música ha servido de refugio y parece ser que su ejecución y producción ha aumentado.
¿Cómo lo habéis vivido?
D: Yo mismo he estado colaborando con otros músicos con los que no hubiera colaborado si la situación no se hubiera alterado. He estado experimentando con sonidos y con personas con las que no me hubiera planteado nunca trabajar. Y creo que el resultado o las consecuencias de este confinamiento doméstico desembocarán en que el próximo año habrá música jodidamente buena. Muchos músicos te sorprenderán. Va a ser muy excitante.
En nuestra anterior charla, presentando Concrete and Gold, me dijiste que antes de ponerte a trabajar estuviste meses encerrado, sin hacer absolutamente nada, hasta que un día te dijiste que debías hacer algo con tu vida y te pusiste a trabajar en el disco. ¿Cómo ha sido esta vez el proceso?
D: Por suerte nunca dejé de trabajar, me mantuve activo y no se repitió ese periodo de vagancia [Risas]. Empezamos a escribir temas dos años antes, con la idea de que la publicación coincidiera con el aniversario. Cuando terminamos el año aún no habíamos entrado en la pandemia. Si hay algo destacable entre el disco y la situación que estamos viviendo, es que podemos asegurar que es un disco de aniversario creado mirando al futuro y no al pasado.
T: Todos hemos estado en contacto, por supuesto cada uno ocupándose de su casa y familia. Pero Dave es muy activo y constantemente enviaba ideas con las que los demás podíamos trabajar por nuestra cuenta.
D: No me detuve y seguí escribiendo, y no solo música, también narraciones. Fue divertido, pero mi vida es tocar con los Foos, porque son mi banda favorita, así que volvimos rápido a los ensayos.
Medicine at Midnight es como se ha titulado finalmente el álbum y lo primero que me ha venido a la cabeza es que, en cuanto a estilo, hay notable diferencia comparado con el resto de vuestros álbumes.
Dave: Estamos todos de acuerdo en ello. Pensé, hemos hecho punk-rock. Hemos hecho baladas acústicas. Hemos mezclado lo acústico con el punk-rock para hacer pop-rock… pero nunca hemos hecho un disco orientado al groove… y todo esto siendo plenamente conscientes de que hemos crecido escuchando a músicos con discos de sonidos orientados al groove.
Parece entonces que las referencias para este disco fueron distintas a los anteriores. ¿Qué discos pueden haber sido aquellos que habéis tenido en cuenta para el sonido?
D: Algunos como Let’s Dance de Bowie, Tattoo You de Rolling Stones, o The Cars y su sonido tan particular… Pensamos que podíamos movernos hacia ese sonido, dar una vuelta de tuerca a nuestro propio estilo. La sola idea de hacer algo que no habíamos hecho antes ya de por sí nos encantaba.
Entonces, ¿de qué manera os planteáis el estilo desde el inicio el álbum?
D: Como mencionamos, el disco es distinto y no por accidente, sino muy a propósito por nuestra parte, claro. Después de 23 años y nueve discos quería hacer algo distinto. Lo necesitaba para sobrevivir. Quería seguir siendo un músico creativo y no quedarme encallado en el mismo punto una y otra vez. Lo más importante para sobrevivir es divertirse, y este cambio nos divertía. Dije a la banda: “Creo que este es el tipo de disco que quiero hacer y esta es la manera en que quiero hacerlo”. Y todos estuvieron de acuerdo desde el inicio, así que fue algo más que una decisión unilateral. Mientras trabajábamos surgieron muchos temas que sonaban claramente a Foo Fighters, cosas que ya habíamos hechos antes, pero esos eran los temas que no nos gustaban. Éramos conscientes de que disfrutábamos más con temas como «Shame Shame» o «Medicine at Midnight» o «Making a Fire»; esos eran lo que más nos divertía al tocar, porque eran distintos a cualquier cosa que hubiéramos hecho antes.
De nuevo habéis prescindido de vuestros propios estudios. ¿Cómo ha sido?
D: Estaba claro que para hacer algo distinto había que empezar cambiando de instalaciones así que alquilamos una vieja casa y montamos allí el estudio. Desde el primer momento tuvimos vibraciones extrañas… parecía que una presencia extraña nos acompañaba. Al volver al día siguiente los instrumentos estaban extrañamente desafinados, algunas pistas de pro-tools situadas donde no debían estar… tal vez eso contribuyó a que termináramos la grabación muy rápido [Risas] y que pasase como con Concrete and Gold, donde las sesiones diarias terminaban en barbacoas.
T: Grabar fuera de tu zona de confort no únicamente hace que suenes distinto, sino que tu manera de tocar también sea distinta, y, como hemos comentado, la idea era aplicar cambios para crear un disco diferente.
Sin embargo, hay elementos que se repiten, uno de ellos es la producción de Greg Kurstin, como en Concrete and Gold. ¿Por qué decidisteis mantener a Greg para un disco que se planteaba tan distinto?
D: Primero porque nos encanta trabajar con Greg, es amigo nuestro y capaz de plasmar en sonido nuestros comentarios sobre lo que queremos para las canciones.
T: Greg es capaz de aportar una frescura muy atractiva a la banda, unas armonías muy apropiadas. Tocar con él parece, muchas veces, estar tocando con una banda distinta. Llevamos ya 25 años tocando juntos y un punto de vista externo ayuda a que el sonido fluya mejor, a que haya una visión distinta de las canciones y del modo de tocar, y ese es un papel que queremos para Greg.
«Shame Shame» es el primer single del álbum. Y no solo suena distinto, el video también se aleja de otros como los de «Everlong», «Long Road to Ruin» o «Learn to Fly». ¿Qué opinión tenéis respecto a esto?
T: El cambio más evidente es que Dave es el único miembro que la banda que aparece en el vídeo de «Shame Shame», el primero que decidimos lanzar. Pensamos que sería otro de los grandes cambios que aplicaríamos y que ayudarían a diferenciar este álbum de los anteriores. Aparece con una chica en un lugar oscuro, lúgubre, con una atmósfera de dolor. A mí personalmente, me parece un video precioso.
Taylor, tú también te has mantenido ocupado trabajando en tu propio estudio, has editado un tercer álbum con tu proyecto paralelo Taylor Hawkins and the Coattail Riders. ¿Cómo logras compaginar y sacar adelante tanto trabajo?
Taylor: Con dificultad [Risas]. En 2006 ya edité un primer disco con este proyecto paralelo. Cuando no estás de gira es bueno mantenerte activo y, mejor aún, divirtiéndote, y esto es lo que más me divierte.
Dave, en los noventa MTV absorbió la contracultura musical de la época, con la que muchos podíamos identificarnos. Tengo la sensación de que actualmente hay un vacío en los grandes medios de comunicación. Tú viviste esta situación en primera persona. ¿Qué opinas?
Dave: Me es difícil juzgar algo así por diferentes motivos. Por una parte, ya tengo 51 años, veo cómo mis hijos experimentan con la música. Hay momentos en los que la juventud movida por la música destaca en la sociedad y termina siendo el reflejo de una generación. Por otra parte, durante muchos años me han hecho la misma pregunta: “¿Ha muerto el rock?”. Cuando estoy en un escenario frente a esas grandes audiencias siento que el movimiento está vivo y es inmenso. Puede que no esté en la radio, ni siquiera en MTV, pero está frente a mí cuando salgo a tocar y lo está frente a cualquiera que haga lo mismo. Siempre habrá fascinación por las guitarras, por las baterías y por cantar. Por reunirse en un concierto donde la gente grita, suda y sangra. Sé que en mi próximo concierto habrá miles de personas cantando y ese es el único medio de comunicación que cuenta.
¿Qué recuerdas de los años previos a los Foo’s, Dave? De las furgonetas que se averiaban en medio de la nada, de las casas okupas en Europa con Scream y después el éxito con Nirvana?
Son vivencias que recuerdo muy a menudo y las sensaciones al respeto son distintas. Unas veces siento que fue hace una vida entera y otras que fue hace tan solo un par de semanas. Cuando estaba en Scream no era muy diferente a cuando estaba en Nirvana, y luego Nirvana se volvió muy grande y parecía que el mundo cambiaba, pero la gente en la banda seguía siendo la misma. Primero montas la banda, empiezas tocando en clubs, después en lugares más grandes… El mundo ha cambiado desde entonces, pero la gente ha seguido siendo la misma. Ha sido un camino largo hasta llegar a donde estamos ahora, por suerte. Con Nirvana pasó muy rápido, con Foo Fighters ha sido lento, los camerinos han cambiado y los escenarios son evidentemente más grandes, pero la gente sigue siendo la misma que cuando empecé. Y yo me sigo sintiendo como si aún tuviera 20 años.
Texto: Mario Silvestre