Los galegos encabezados por dos grandes compositores, guitarristas y cantantes como son Bosco Hill y Rubén Xuárez vuelven a esquivar las olas más salvajes de estos dos años y sobreviven al naufragio cultural y espiritual de estos tiempos volviéndonos a entregar un disco tan bueno o mejor que su anterior The Anvil Sea (Hotsak). Con algo menos de folk, pero con más psicodelia, electricidad, experimentación (genial el theremin en varios temas) y un espíritu más rock’n’roll aún que el de sus dos anteriores y recomendables discos.
Ellos son los inventores del psychedelic cosmic folk rock y la verdad es que es una etiqueta que les define muy certeramente. Esto es lo que nos contaron Bosco y Rubén una vez más.
Ya en su día nos disteis gustos muy válidos y exquisitos, además de dispares. No sé… me acuerdo de Nick Cave, Malicorne, Howlin’ Wolf, Otis Redding, Nikki Sudden, Ten Years After, Gram Parsons, Kinks o Dylan. ¿Habéis añadido algunas propuestas recientes a esta selecta lista de favoritos? ¿Algún nuevo descubrimiento que os haya marcado especialmente en estos duros tiempos de confinamiento?
R: He tenido una regresión temporal en lo que a escuchar música se refiere: viejo rhythm and blues, garage y mucho punk de los 70, aunque son cosas que llevo escuchando toda la vida. De cosas nuevas he puesto muchísimas veces a Black Lips y su Sing In A World That’s Falling Apart, Undivided Heart & Soul de JD McPherson, el debut de Jordan Jones… Supongo que todo ello influye a la hora de hacer canciones, sumado al hecho de que tampoco sentimos la necesidad de mantenernos fieles a ninguna etiqueta, lo cual permite que todo fluya de un modo más natural. Recientemente he descubierto a Biznaga y me alegra que todavía surjan bandas con esa clarividencia.
B: Creo que Refuge Cove de Grace Cummings es el disco que más ha girado en mi casa durante la pandemia, y acaba de publicar otro disco maravilloso, Storm Queen, que me tiene enganchadísimo en este momento. También han sonado mucho los últimos de Pokey Lafarge, Mark Lanegan, Possessed By Paul James, Black Lips y clásicos como Kevin Ayers, Nina Simone, Leonard Cohen, The Coasters, Barry Adamson…
En vuestros dos anteriores discos solíais componer por separado. ¿Seguís componiendo de esta manera o habéis unido mentes y plumas para algunos de los nuevos temas?
B: Seguimos componiendo los esqueletos por separado, después nos juntamos para darles forma y descartar canciones, que a veces se acumulan y no es posible grabarlas todas. Hasta ahora mantenemos ese proceso porque nos asegura la sorpresa, las canciones se transforman cuando nos juntamos y acaban sonando a otra cosa, a Family Folks, supongo.
R: Eso es, inicialmente cada uno lleva una idea bastante desarrollada, que luego en conjunto se transforma hasta llegar al resultado final que siempre es más sustancioso. Creo que si pudiéramos sacar más tiempo para estar juntos, sí que trabajaríamos muchas veces sobre riffs o melodías que saldrían del local de ensayo, lo que pasa es que las circunstancias mandan. Eso también ha condicionado bastante el sonido del disco, ya que prácticamente se ensayaron tres o cuatro veces las canciones y nos metimos a grabarlas. ¿Conoces esa sensación de cuando tienes una canción molona, se la enseñas a los demás y parece que la primera vez que la tocas es la mejor de todas por lo fresca y espontánea que suena? ¡Pues eso!
Vuestros dos discos anteriores también eran muy variados, pero quizás había algo más de espacio para sonoridades cercanas al folk-rock. ¿Ha tenido algo que ver todo el tema de la pandemia para que aparezcáis resurgiendo del naufragio en Naufrage(Hotsak) con un espíritu más cercano al rock’n’roll, con más electricidad y hasta con algo más de experimentación?
R: La sociedad que conocíamos ha colapsado como tal, el algoritmo ha ganado. La pandemia es una evidencia más del proceso de robotización y capitalismo global al que está sometida la humanidad. Tal como lo veo, ahora solo nos queda recoger los restos de ese naufragio y esperar que al menos podamos encontrar «una isla con agua potable».
B: Sin duda, son tiempos oscuros, y la pandemia ha sido uno de los naufragios a los que nos hemos enfrentado últimamente. Durante el confinamiento hablábamos mucho, cada vez con más ganas de juntarnos, de tocar, de quedarnos afónicos. Creo que esa urgencia del rock ‘n’ roll, se tenía que trasladar inevitablemente a nuestro sonido.
¿A quién se le ocurrió la interesante posibilidad es sumar el siempre atractivo sonido del theremin en temas como «Shooting Star» con su cálido sonido americano, a pesar de todo?
R: Ese tipo de decisiones suelen ser consensuadas, alguien suelta su visión e intenta convencer al resto, se prueba, se graba y si queda bien, avante con ello.
B: Teníamos pensado incluir violín para una canción en concreto, pero como aún lo toco muy mal, contactamos con Paulo Pascual “Modulador de Ondas”, que ya había estado con Rubén en otros proyectos para que lo emulara con theremin. Se preparó solamente esa canción y al final acabó tocando en 5 o 6, al vuelo.
En ese sonido más rockero y hasta con destellos garajeros quizás ha tenido que ver la cada vez mayor importancia y consolidación de los hermanos Lorre (The Bo Derek’s, Los Wavy Gravies)? ¿Han aportado más en la creación de los nuevos temas?
R: ¡Sin duda! Ha sido una evolución natural, se contagia esa energía y al final cuando te das cuenta estás más tiempo con la guitarra eléctrica que con el banjo o la mandolina. En este disco la presencia de estos dos instrumentos es casi testimonial. A eso hay que sumarle que Xabi está con sus teclados en todos los temas del disco y antes no, lo cual también modela el sonido de la banda.
B: Aunque empezamos como dúo, desde hace tiempo somos una banda, una familia. Todos aportamos y decidimos nuestro rumbo juntos. No sonaría a Family Folks sin Xabi, Jorge y Rufus. Son la esencia de nuestro sonido.
No sé, se me ocurre pensar que la presencia de Óscar Avendaño con la armónica en destacados temas como el que da título al disco o el ya citado «Shooting Star», quizás haya sido idea suya…
R: Realmente fuimos nosotros quienes le pedimos que nos echara un cabo. Oscar y yo somos amigos desde el instituto y empezamos juntos en esto. Esporádicamente seguimos haciendo cosas y ya tocaba que estuviera en uno de nuestros discos. El que compartamos base rítmica con Bo Derek’s tampoco es casualidad. ¡Somos una familia endogámica!
B: Oscar es otro nivel. Se lo comentamos y justo pasaba por allí. Sacó las armónicas e improvisó. Y ya estaba. Quince minutos de magia. Genio y figura.
Quizás haya tenido que ver también algo el hecho de grabar el disco prácticamente en directo. ¿Algo intencionado o solamente economía de medios?
B: Ambas cosas, por un lado queríamos ese mismo sonido que estábamos ensayando, el que llevamos a los conciertos, y grabar en directo te da “esa” sensación, ese gusanillo de estar todos juntos. Por otro lado, teníamos el tiempo justo, ya que juntar a cinco personas varios días en estos tiempos es un lujo al alcance de pocos.
R: Como dice Bosco ambas cosas, aunque prima la intención de conseguir la espontaneidad del directo.
De nuevo el título del disco tiene relación con el mar, como en vuestro LP doble anterior. ¿Tiene que ver esto con tenerlo cerca? Hace poco he vuelto a ver la película Moby Dick y me ha vuelto a emocionar extremamente. ¿Os gusta esta película en concreto y de paso decidnos si os influye también el cine a la hora de crear algunas de vuestras canciones?
B: Peliculón y libro únicos. Vivir cerca del mar es una fuente de inspiración continua. Supone estar al alcance de la belleza y la crueldad en su máxima expresión. Y somos cinéfilos, sí. Al final es una influencia que absorbes y se acaba trasladando a las canciones.
R: Me gusta la película mucho, y el libro, que es aun superior (como casi siempre), es de mis favoritos. Siguiendo con la marinería, Jack London o Stevenson también han firmado obras maestras del género y que han sido llevadas al cine con mayor o menor éxito. Una película de ese estilo que siempre me ha encantado e influido es La Isla del Tesoro (Victor Fleming, 1934).
Seguís grabando con el sello de Euskadi GaztelupekoHotsak. ¿Contentos con ellos o nadie os ofrece mejores condiciones?
B: Son gente estupenda. Nos quieren, les queremos. Teniendo eso, no tiene sentido buscar más.
R: Creo que fue Jim Morrison el que dijo: «Un amigo es aquel que te da la libertad de ser tú mismo».
¿Contentos una vez más con la presentación en vinilo y con el sonido en general de las 14 nuevas canciones? ¿Por cierto, quedaron algunas más que no pasaran el corte?
R: Ejem… de la portada que hablen otros. Grabamos 14 canciones y 14 se editan, una de ellas como pista fantasma. Alguna se quedó fuera pero más por falta de ensayarla o arreglarla, aunque también por acotar el plan de grabación. Bosco es súper prolífico y no hace un tema malo, si tuviéramos tiempo y pasta creo que podríamos editar un álbum doble por año.
B: Tenemos un as en la manga con Rubén. Sus trabajos son buenísimos, y es ya una referencia como creador de portadas para bandas como (Flamin’ Groovies, Jeff Dahl, Imperial State Electric, The Hi-Risers…).
Sorprenden algo esos toques soul de «Tremble». No tanto los aromas más country de «DammTheThrone», sabiendo además vuestra especial devoción por el country gótico de Denver y propuestas como WovenHand. ¿Os ponéis alguna limitación o barrera a la hora de componer los temas?
B: Teníamos unas cuatro canciones soul compuestas. A la hora de descartar, Rubén se decantó por «Tremble», y yo me fío siempre de su criterio. Cuando componemos no hay límites. Entendemos la música como una evolución, una mezcla. El único filtro que pasamos es el más complicado, el del melómano: Me gusta o no me gusta.
R: Ese toque soul siempre ha estado ahí, desde el principio, con cosas como «Bring It On Home To Me», que hacíamos ya en nuestros primeros directos cuando éramos un dúo. Lo que pasa es que no nos habíamos atrevido a grabar algo en ese registro. Es lo que ya comentaba Bosco, escuchamos cosas muy variadas y de todas las épocas. Es un no parar, y a la hora de parir las canciones, si encajan y nos convencen, «para el saco». Le hemos cogido el gusto y para el próximo nos encantaría contar con sección de vientos.
¿Habéis mantenido o andáis ahora en alguna otra formación tanto Bosco como Rubén? Ya sabemos que los otros sí que tienen otras interesantes ocupaciones ya citadas o The Soul Jacket…
B: Rubén y yo nos hemos puesto a las órdenes de Jorge Lorre en su nuevo proyecto, “Lorre e as Malas Herbas”, un LP que saldrá en breve con canciones muy bonitas, y muy oscuras. Por otro lado, estoy dando forma a una serie de canciones que ya no caben en el cajón, aún no tienen un destino muy claro, pero la idea es grabarlas durante este año. Rubén, ¿te apuntas?
R: Ya sabes que mis aparejos están a tu servicio, Bosco. También están nuestras colaboraciones con Los Wavy Gravies, otra de nuestras bandas favoritas del momento, y estamos pendientes de la grabación del nuevo disco de Antonio Tato, una de las mejores voces que conocemos. Con The Soul Jacket siempre nos hemos sentido hermanados, son buenos amigos y hemos hecho cosas juntos.
¿Creéis que podréis presentar pronto las nuevas canciones en directo y que podréis salir algo más de Galicia que con los discos anteriores? ¿Alguna novedad o idea especial de cara a estos directos?
B: Presentaremos el disco en dos directos, este mes, el 11 en Vigo (La Iguana) y el 19 en Ermua (Lobiano Kultur Gunea). Ahora estamos organizando fechas de cara al verano, y la idea es tocar, tocar, tocar. Tal y como está la organización de eventos hoy, tenemos claro que vamos a salir a tocar cada concierto como si fuera el último.
R: Si hay una profesión de riesgo hoy en día es organizador de eventos a pequeña escala.
Supongo que lo de llevar el theremin será algo complicado, no?
Dependemos de la disponibilidad de Paulo, que tiene sus propios proyectos, pero donde cabe un thereminista, cabe un theremin, ¡seguro!
Texto: Txema Mañeru