La meteórica ascensión cualitativa y mediática de los de Aranjuez quedó plasmada en su casi lleno en tan distinguido emplazamiento. Pero sobretodo quedó patente con el recibimiento del público, agradecido y partícipe del acontecimiento, bailando sentado. Cantando, como si las letras surgidas de la cabeza del bueno de Víctor Cabezuelo, se extrapolaran fidedignamente a paisajes autobiográficos de los allí presentes.
Con un sonido impecable y un show bien hilado, focalizado principalmente en la presentación de El largo mañana (ELM. Lago Naranja Records, 2021), artefacto en torno al cual se articula esta nueva gira, pudimos disfrutar de su nuevo cancionero, estrenado oficialmente en esta fecha madrileña.
El líder de los de Aranjuez, muy comunicativo, explicó detalladamente los pormenores de ELM. Su influencia soul setentas, representada en ese toque sutil con el que acometían el rasgueo o golpeo de sus instrumentos, tan propio de los Mayfield o Hayes en plena blaxploitation.
Los que tantas veces (y con razón) han emparentado el sonido de los madrileños con el de Tame Impala, tendrán que ampliar el abanico de influencias en base a las cuales tejen su sonido. Sería conveniente, en cualquier caso, indicar que, por más referentes que puedan iluminar su camino artístico, el principal rasgo yace en la cálida voz de Cabezuelo. También en sus letras; profundas, cálidas y universales, incluso cuando la temática abordada no es la más amable.
Un salto cualitativo, plasmado por igual en su nueva obra, así como en la traslación escénica de la misma. Y por supuesto, hubo espacio para nuevos clásicos de siu repertorio, como «Nebulosa Jade» y «Río Wolf» (ampliamente celebradas), así como para una relectura de «Tabú», de Gustavo Cerati, que sonó tribal y expansiva, muy bien reinterpretada.
Al margen de lo musical, como apuntábamos, tanto el sonido como las luces estuvieron cuidadísimos, haciendo que canciones de por sí excelsas, como «Polvo de diamantes» o «Me has conocido en un momento extraño de mi vida», lucieran en su máxima expresión. Una carrera de crecimiento lento, pero con paso firme, la de los Rufus, que ha alcanzado su cénit momentáneo, si bien no hay razones para no creer que seguirán creciendo, ampliando sus horizontes, más si cabe. Y nosotros estaremos ahí para celebrarlo.
Texto: Daniel González
Fotos: Salomé Sagüillo