Regresa Gerard Alegre, alma y voz de El Último Vecino, con su tercer disco, tras el venerado Voces de 2016 y aquel álbum seminal de 2013 con el que empezó todo. Y lo hace repitiendo esa fórmula de synth pop melancólico, a caballo entre la modernidad nueva olera y el hálito oscurantista del post punk, con la que se ha ganado un sitio en en la escena y en el imaginario de los adeptos a la nostalgia.
Aunque esta vez, con Juro y Prometo, desfilan composiciones más complejas, vertiginosamente intimistas y tahúres de una evolución vocal en comparación con lo que teníamos de él hasta el momento, la sencillez sigue reinando la casa de El Último Vecino. Quizá sea esa la clave. Esa, y sus ganas de seguir innovando y transformando el pop de esa manera tan suya y, ya, tan nuestra.
¿Qué es lo que juras y prometes tú, Gerard?
Yo no juro ni prometo nada, que pase lo que tenga que pasar.
Aunque el sonido de El Último Vecino ya tiene identidad propia, y se distingue entre la multitud, ¿qué crees que marca la diferencia entre vosotros y todos ellos?
No estoy muy seguro de esto que voy a decir, pero creo que mucha de la gente que hace un rollo new wave mira mucho hacia fuera (tipo a la Inglaterra del 80) y yo no lo hago tanto, quizá.
Imagino que ya te cansa la etiqueta de «revival» o «pop ochentero» con la que solemos definir tu sonido, pero las influencias que manan de él son las que son.
¿Huyes de ellas o juegas a transformarlas?
Si me llegas a preguntar hace tres años te hubiera dicho que estoy harto y que huyo, pero ahora es el presente y yo me he transformado. Ahora me regodeo otra vez en ellas y me mola jugar a transformarlas, sí.
Los tintes oscurantistas que se perciben en tu melodía, en tus letras e incluso en tu imagen, no están reñidos con un mensaje final ciertamente luminoso, ¿desde dónde se compone mejor, desde el tormento o desde la serenidad?
Desde el proceso de cambio de una cosa a la otra. Cuando estoy sereno me voy fuera a disfrutar, y en el tormento no hay fuerza.
Al final, aunque ahondas en problemáticas personales y emocionales, son canciones que incitan al baile, ¿el mensaje pretende ser optimista? ¿O ni siquiera?
Si tiene que llegar el fin del mundo, que me pille bailando.
A tu juicio, ¿cuál crees que es la evolución más evidente de El Último Vecino en este Juro y prometo, con respecto a Voces?
El pop es más redondo.
«Me va a llegar muy pronto el agua al cuello», cantas en «Ábreme la puerta». ¿Era
ese tu estado de ánimo mientras componías estas canciones?
Mientras componía esta sí. Tenía todo el disco hecho pero notaba que faltaba un single. No sé cómo coño lo hice.
En «Mundo mágico», una de mis preferidas, dejas clara tu capacidad vocal. Tu voz cambia de plano constantemente. Sin embargo, sigues prefiriendo la sencillez ante el micrófono. ¿Por qué?
Pop
«Mentirosa» es una canción tremendamente profunda. Quizá la más compleja del
álbum. ¿Cómo llegaste hasta ella?
Me acusaron de algo muy grave que yo no hice.
¿Qué te ha llevado a tirar de El Último de la Fila para levantar el tema que da nombre al disco, «Juro y prometo»?
No tiré de nada, me salió eso y en teoría tenía que inspirarme en esas frases para componer frases nuevas para el estribillo. Al final decidí dejar las de Manolo y Quimi porque no conseguía superarlas.
Me quedo con la frase «Yo que recé con tanta fe, vaya drama lo mío. Dame un tiempo para no hablarte, solo imaginarte», de «Mundo mágico». ¿Con cuál te quedas tú?
«Me va a llegar muy pronto en agua al cuello, lo juro no miento».
Texto: Sara Morales
Foto: Neelam Khan Vela