Como ya ocurrió con otros antes que él (Bowie o Zevon los más notables), el último y póstumo disco de Pat Fish se facturó desde la conciencia y la asunción de la propia muerte. Con tan solo 64 años, el cáncer del que ya había sido tratado tiempo atrás regresó. Y esta vez, sin posibilidad de combate. Pero fiel a su personalidad y a su trayectoria, las nueve canciones de The Highest In The Land no se pierden en oscura y densa metafísica, ni en funestos presagios, sino que se regodean en ese lacónico distanciamiento, esa surrealista elegancia que le definió como artista y como persona. Misántropo amable y bon vivant irreductible, Pat nos ofrece un último destello de su genio con algunas de las armas (no todas, bien es cierto) que siempre esgrimió. Líricamente, con una nueva galería de personajes estrafalarios e inopinados (ya sea su gato Raoul, un músico local en la escena de Northampton conocido como Turkish George o el mismísimo Genghis Khan) y algún que otro dardo al Brexit y sus votantes “anhelando alguna nación imaginaria y mal definida”.
Y musicalmente con ese dandismo británico heredero directo de John Cale, presente desde el cóctel-jazz de la inicial «Melanie Hargreaves’ Father’s Jaguar» hasta el letárgico soul de «Goodnight Sweetheart» con que cierra el álbum; y entre medio, todo un largo paseo de la mano de su canónico jangle pop, recuerdos de la new wave, country blues al ralentí y demás compañeros de viaje. Lounge music, dirán algunos. Sí, pero de la buena; de la auténtica. De la que puede facturar alguien, al final de su camino, con la seguridad y hasta la arrogancia de saberse miembro del club. Una despedida tan distinguida y refinada, tan rebosante de clase y estilo como sin duda esperábamos todos sus fans. Más numerosos -aunque dispersos- de lo que podría creerse a priori.
Una despedida, además, que se conjuga con el amplio, completísimo recopilatorio lanzado unos meses antes. Como su propio título indica, Dr Cholmondley Repents: A-Sides, B-Sides and Seasides compila desde clásicos como «Southern Mark Smith», «Girl Go» o «The Human Jungle» hasta incontables caras B de sus singles y maxis. Cincuenta y ocho temas de su repertorio en tres cds imprescindibles, completados con un cuarto que incluye un directo para para la emisora KCRW de Los Angeles, grabado en 1989.
Una nueva golosina que añadir, en su amplia discografía, a The Wasted Years (2017) y The Violent Years (2018), las dos magníficas box sets que cubrían sus periodos en Glass y Creation, respectivamente.
Eloy Pérez