Discomático

Retreat From Moscow – The World As We Knew It (Gravity Dream)

Esperar cuarenta años para lanzar tu primer disco y que, cuando finalmente lo terminas, tengas que posponer el lanzamiento debido a una pandemia mundial, debería ser algún tipo de récord en la categoría de gafes. Pero eso es justamente lo que le ha ocurrido a esta banda de Cardiff. Formados en 1979, debutaron con el sencillo To The Night (1980) solo para separarse al año siguiente. Una de tantas formaciones efímeras, notas al margen del gran libro, cuyos componentes siguieron -eso sí- vinculados a la música de un modo u otro, ya fuera en tareas técnicas o interpretativas. De los cuatro miembros originales – Andrew Raymond, Greg Haver, Tony Lewis y John Harris- ha sido el segundo el que, como productor, ha tenido una carrera más notable; si buscamos en los créditos de varios discos de Manic Street Preachers, Melanie C, Tom Jones o Catatonia, encontraremos su nombre.

La cuestión es que la banda decidió reformarse en 2018 y, recuperando material antiguo tanto como añadiendo canciones nuevas, lanzar el que habría de ser su debut. Y así, reunidos de nuevo en el estudio, se sorprendieron en cierto modo de lo muy compenetrados que sonaban y de lo fácilmente que recordaban los viejos temas.

El resultado, terminado a finales de 2019, acaba ahora de ver la luz tras el obligado parón de dos años. Y so pena de incurrir en hipérbole, no queda otra que definirlo de magistral. El mejor disco de neoprog que un servidor se ha echado al coleto desde el Love Over Fear (2020) de Pendragon, así de claro. Once canciones en las que la banda recrea sin complejos todos y cada uno de los tropos del género, confluyendo en una obra magnífica, intachable. Si este disco llega a salir a principios de los ochenta, me juego una botella de Talisker a que hoy sería considerado un clásico del estilo a la altura del The Sentinel de Pallas o el Tales from the Lush Attic de IQ, como mínimo. Baste escuchar la inmediatez melódica de «Henrietta» (un single incontestable), para que nos vengan a la cabeza todos esos grandes nombres que unos pocos todavía consideramos fundamentales. Si es usted uno de ellos, de esos que siguen gozándolo con Marillion, Arena, It Bites y demás maestros, este es el disco a descubrir.

Por mi parte, aunque estemos en febrero todavía, ya ha entrado en la lista de lo mejor del año. Y no va a moverse de ahí.

Eloy Pérez

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