Encuentros

Flamingo Tours: Las bestias pardas atacan de nuevo

Hiperactiva, insobornable sonrisa toda dientes y una pequeña y nervuda mirada color café que se pasea por el espacio y la vida al compás de mil y un ritmos, hace unos años la barcelonesa Myriam Swanson tuvo una epifanía: ser la dueña de su carrera, de su devenir artístico. Y, como es una bestia parda a la que no para ni una trinchera de cemento armado, no ha dejado de sacar discos y proyectos y de mejorarnos la vida. Ahora ataca de nuevo al frente de sus consagrados Flamingo Tours, con los que alumbra un tercer álbum: “Wild Beasts from the South” (Chesapik), que suena a pantano y borrachera de alambique; a serial killer y película de zombis de serie Z; a sangre y manjares especiados.

Que suena a frontera árida, pólvora deflagrando y tequila seco. Que suena al vibrante mundo privado de Myriam, donde se rockanrolea, se baila, se vive, se mata y, ante todo, nunca se deja de reír.

El artefacto se presenta en Madrid el 30 de enero, en la Sala Sol, en el marco de Inverfest.

Empecemos por la pregunta obvia. ¿Cómo y por qué se te ocurre juntar a Flamingo Tours? ¿No estabais mejor en vuestros hogares jugando a la Wii o viendo el “Cuéntame”?

¡¡A ver, lo que nos gusta es rockanrolear!! (ríe)

Flamingo Tours nace de una explosión musical que tuve hace un tiempo. Empecé a montar canciones para desquitarme, porque necesitaba un lugar para crecer, para fliparme y pensé: ‘que sea como una agencia de viajes, Flamingo Tours’. Un espacio para la caña y el humor, la fuerza bruta y la alegría de vivir. Donde mi ser salvaje disfruta más.

El grupo ha ido creciendo lentamente y con mucho mimo. Con una familia fuerte dentro y fuera del local de ensayo. La música está muy en la banda, en el sudor de ensayar. Luego, también hay mucha diversión en el imaginario del grupo.

 

Ya que os habéis arrejuntado, al menos preséntanos a tus amiguitos: ¿Quiénes sois Flamingo Tours?

Con Salva, el batería, llevo mucho tiempo tocando desde nuestra primera banda de punk rock, hemos estado siempre muy cerca y es solidez pura, empaque, control del instrumento, power y una enciclopedia del rockerío. Joan Vigo es un bajista mágico. Si lo ves, parece todo fácil porque lleva toda su vida tocando, pero es un bestia. Artem Zhulyev, saxo barítono y teclados, sabe de todo y toca de todo. Es un animal. Y Santos Puertas es un corazón con una guitarra al cuello, canta que te cagas y tiene un toque tejano que te enamora, suave y rabioso. Ideal.

En paralelo, por qué no nos cuentas un poco de tu background musical. ¿De qué pasta(s) está hecha Myriam Swanson?

¡¡De buena pasta!! (ríe) Soy maja. Siempre he escuchado mucha música. Me gusta el Rock & Roll de todas las maneras, me gusta el Blues de pueblo, el Folk montañoso y toda su estirpe, me gusta el Punk bien hecho, me gusta el Soul antiguo, me gusta Jamaica y sus ritmos, me gusta el Garaje, me gusta el Surf, me gusta el Rhythm & Blues hasta los sesenta, me gusta el Jazz por arriba y por abajo, y me gusta la música exótica y bizarra. Y me mola escuchar la música aquí ahora, buscar cosas nuevas y ser fan.

Tras un single para Sleazy, en 2015, lanzáis álbum de debut, “Right on Time”. Un disco tal vez demasiado heterogéneo. ¿Podríamos decir que estabais todavía definiendo vuestro sonido?

Cuando te presentas al mundo te hace ilusión abrir el abanico, así que me encanta que te parezca heterogéneo, porque quiere decir que fuimos honestos y nos arriesgamos. Para estar cómoda ya tengo mi sofá. Por supuesto, hay una evolución y, si en el primer disco hay frescura y alegría, en este que viene lo que hay es caña y profundidad y está muy cerca de lo que queremos en este momento.

Creo que el sonido de una banda siempre se está cocinando. Y no escondo mi gusto por la variedad. Me encanta que un tema sea más Rockabilly y el otro tenga Fuzz, cascarme una balada pensando en Sugar Pie de Santo y luego que haya un tema rollo Calexico. Porque yo soy así. Lo que te lleva por todos estos cambios es que el grupo sea bueno y eso sólo pasa si trabajas mucho. En países fronterizos como este, hay mucha tendencia al eclecticismo, pero porque por mucho que quieras no harás un estilo puro. No está en tus raíces. El matiz en un género requiere una profundidad que no está al alcance del visitante. Eso en California o en Méjico, por ejemplo, lo tienen más claro que el agua: Rock es Rock y por eso hay grupos tan buenos, porque ven en la variedad una virtud y no un defecto. Aquí, y sobre todo en el Rock, hay todavía muchos complejos.

Bastante más definido en una dirección. Fue un bombazo.

Me encantan los discos que van de un rollo y “Lucha Libre”, que sacamos con Soundflat, es una carta de amor a México. Lo hicimos en un momento en que algunos miembros de la banda iban mucho de gira allí. Había una onda que sobrevolaba las canciones. Fue el momento de cantar en castellano, algo que había hecho cuando empezaba y da mucho gusto. Nuestro sonido pegó un estirón hacia un lugar más sofisticado en los arreglos, pero con un directo fuerte para guarrear.

La presentación en Apolo fue muy guay. Luego volvimos a la sala para hacer la locura de revisar el “London Calling” de los Clash, el 14 de diciembre de 2019, en el 40 aniversario exacto del disco. Fue brutal.

En paralelo juntas a Magnolia, un cuarteto de Blues y Jazz que –debo admitir– para mí es donde das el do de pecho. Explícale a quien no lo sepa quiénes sois Magnolia. ¡Que el mundo sepa!

Como te decía al principio tuve un momento místico-raruno en plan: mañana empiezo a grabar mis discos. He hecho seis en ocho años y así quiero seguir (sonora carcajada). Cuando me dio aquel dengue, lo primero que hice fue separar mi repertorio como por colores. Y había temas que necesitaban una banda de jazz, y la monté, y sí, es mi espacio para la voz, para improvisar, para el instrumento, para la amabilidad, para el club, para el teatro. Aunque en nuestro segundo disco hay temas nuestros y ya en las letras hay crímenes y delirios. Bluesea un poco quizás, pero es una banda de jazz tradicional-moderna, es decir con un repertorio 50s-60s un poco calentorro, un poco de swing y un poco beatnik también, si se permite. Francesc Capella, Paco Weht y Xavi Hinojosa son mis partners in crime.

Otros frutos sabrosos de aquella explosión fueron The Rhythm Treasures, con los que tengo un disco grabado para Sleazy que me encanta. Y no puedo dejar de nombrar el dúo con Amadeu Casas, al que echo mucho de menos y con el que hicimos un disco también.

¿Cómo habéis sobrevivido a la (todavía más acusada) sequía ocasionada por el Covid19? Supongo que engrasando las armas para el nuevo disco…

Ha sido muy complicado. Muchos hemos vuelto a lugares que habíamos dejado, como la docencia o la producción. Hemos trabajado online todo lo posible y gracias a que existe la opción. Hemos vendido instrumentos, dejado locales y pasado momentos jodidos. Sobre todo, hemos procurado no movernos mucho para no gastar. Pero nos ha mantenido la ilusión de lo que hacemos como siempre. Nadie mejor que la gente del Rock y del underground sabe que hay que aguantar como sea.

Hemos flipado con la precariedad del sector cultural. En un extremo tienes a la élite en su perversión de siempre, que no para de programarse y subvencionarse, los amiguetes. Y, por el otro, la pasividad institucional, la falta de iniciativa. Está claro que a este país la música no le interesa. Eso da mucha pena porque luego vamos todos al Primavera Sound, pero a ver guiris y niños ricos que se pueden permitir dedicarse a la música. Lo demás es un desierto. Las salas también lo han pasado muy mal.

Si sacas temas chungos da bajona a la entrevista y a ver si la gente se va a desmotivar. ¡Lo importante es mover el bullate! “Follem, follem que el món s’acaba!”.

Háblame de “Wild Beasts from the South”, bilingüe como el anterior, con sonido pantanoso y esas letras entre fatales, humorísticas y coloridas. Creo que es vuestro mejor disco.

Es un disco un poco temático. Habla del Sur de Estados Unidos, del fenómeno Serial Killer. Me flipa la cantidad de material que hay, el fenómeno True Crime, la fascinación por la muerte.

Habla de asesinas, asesinos, la columna de contacto de los diarios que algunos usaban como cebo para cazar a sus víctimas, hillbillies, exorcismos. Hay trash Blues y Soul de los pantanos y caña, R&R clásico, Surf, Garaje y R&B. Y hay monstruos, zombis, vudú, hombres-lobo y humor negro, como siempre en Flamingo.

La producción de Jim Diamond (Sonics, White Stripes, André Williams, Bellrays, Dirtbombs…) ha sido lo más guay del mundo. Hemos grabado en Barcelona. Hemos mezclado a distancia desde Detroit. Hemos tomado todas las decisiones juntos, desde el sonido al orden de las canciones.

Hay mucha química, y se nota.

Hay un tema titulado “La Pistolera” que me impele a preguntarte a propósito del programa de radio del mismo nombre que acabas de estrenar en Ràdio Ciutat Vella. Háblenos de ello.

¡Síiiii! “La Pistolera” es una canción que habla de Sharon Kinne, que fue la asesina más buscada en su momento en los States, se escapó varias veces y desapareció. Es una historia muy interesante porque tenía cara como de Doris Day. Me representa su rollo de forajida elegante. Y es la sintonía de mi programa de radio.

Cosas de la pandemia: Tener tiempo para hacer cosas que hace tiempo que deseas poder hacer si no estás demasiado estresado por el horror de la pobreza. Primero empecé a sacar videos por las redes como loca con artistas geniales bajo el título de “Friends at Home” y, en algún momento, pensé que quería tener un altavoz para hablar de música y de la vida. “La Pistolera” es un proyecto precioso que vino después de esta etapa. Es un programa temático con secciones, como un magazine, y que gira en torno a una playlist que me motiva al máximo. 50 minutos de locuras: hablo de crímenes, de anécdotas del Rock, de mí (de mi vida, vaya), de cosas que me ha molado leer o ver o hacer. Y doy unos consejos de puta madre para ser una rockstar que alucinas. ¡Estoy muy contenta de haber hecho esto!

¿Algo que sientas la necesidad o deseo de añadir?

Que Flamingo Tours es el mejor grupo del mundo y sus integrantes somos muy buena gente. Que tenéis que venir a los bolos y comprar el disco. Que la gente se suscriba a mi podcast de “La Pistolera” y que le den subvenciones a la radio para que nos paguen. Que la gente entre en las redes para ver los vídeos que hago de “Friends at Home”, que hay gente buenísima. Que la gente se compre todos los discos de los que hemos hablado. (Y sigue riendo)

Alberto Valle

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