Pocas horas he tardado en devorar el nuevo libro de un Fernando Navarro que se hace de rogar demasiado en esto de la producción literaria. Y no ha sido mi velocidad una cuestión de tamaño del volumen en cuestión, sino más bien de enganche e interés suscitado por el mismo. El madrileño, gentilicio vital en este caso, se ha despachado con un libro excelente sobre su ciudad, integrado por buena parte de los artículos que publicó semanalmente en El País en plena pandemia completados con nuevos textos y apuntes a los ya escritos. Una carta de amor a su ciudad o, más bien, a las personas que habitan esa ciudad. Pero ¿qué es una ciudad sino su gente? Yendo a contracorriente. Porque cuando todo el mundo se sube al carro de ir contra las grandes urbes y en lo que se están convirtiendo, Navarro, sin bajarse del mismo, encuentra una vía para la esperanza en sus gentes y en lugares comunes que han sido parte importante de su vida. Y como además escribe y transmite como nadie, pues ya lo tienen. Dice en su introducción que no entra en su cabeza el rechazo a Madrid, esté como esté, como tampoco lo hace “rechazar a Barcelona, Bilbao, Sevilla, Santiago de Compostela, Gijón o cualquier otra ciudad del planeta”. Chapeau.
De la mano de Fernando Navarro nos paseamos por la Sala El Sol, por el Museo del Prado, por el Costello, por el cine Doré, por la librería Amapolas o por el Corral de la Morería, entre otros. Lugares comunes, algunos, y otros no. Y, sobre todo, nos encontramos con sus gentes o con reflexiones sobre ellas. Algo que me ha llevado a pensar lo bonito que sería hacer esto sobre mi ciudad, Barcelona. Pero la idea ya está pillada. Fernando ha sido más rápido y, para qué engañarnos, escribe mejor. Porque sí, lo que hace el madrileño – reincido, que toca- es extrapolable a cualquier ciudad del mundo. Él lo tiene claro, “el capitalismo ha moldeado el perfil de las grandes urbes en todo el planeta, y Madrid no ha escapado a este proceso, aumentando la desigualdad social, la gentrificación, el urbanismo salvaje y el descontrol de los precios de venta y alquiler de las viviendas. La capital de España necesita más que nunca consensos con su ciudadanía y sus gentes. Y, con todo, Madrid es una ciudad que ofrece magníficas posibilidades vitales. Al menos, yo lo siento así. Lo sentí de niño, de adolescente y también de adulto. Y creo que lo seguiré sintiendo durante bastante tiempo”. Mejor explicado, imposible.
Eduardo Izquierdo