Encuentros

Jesse Malin, canciones tristes y hermosas, como la vida misma

 

 

 

 

Un nuevo disco de Jesse Malin siempre es una buena noticia. Si, además, nos entrega un álbum doble, los motivos para alegrarse se multiplican. En Sad and Beautiful World el de Nueva York firma algunos de los mejores temas de su carrera, regalándonos una magnífica banda sonora con la que encarar la recta final del año, mientras cruzamos los dedos para que las fechas que deben traerlo a nuestros escenarios, el próximo marzo, se conviertan en una feliz realidad.

 

Has grabado el nuevo disco en los Flux Studios del East Village. ¿Todo el álbum allí, o grabaste algunas partes en otro lugar?

Un poco antes de la pandemia hicimos alguna cosa en el Studio G, en Brooklyn, pero aproximadamente el noventa por ciento del disco se grabó en los Flux. Están en el mismo edificio en el que los Strokes grabaron sus dos primeros discos, en el sótano. Son unos estudios locales, así que durante la pandemia fue muy fácil el poder vernos todos sin tener que trasladarnos lejos.

¿Fuiste al estudio con el cien por cien del material ya escrito, o parte de él surgió durante las sesiones?

Siempre hay algún material que añadimos, algunos arreglos, pero lo habitual es que las canciones lleguen ya escritas al estudio. Normalmente ya nos sabemos los acordes, aunque a veces no todas las letras. A veces reproduzco las pistas básicas y tengo muchas opciones para las letras. Canto y trato de ver cuál de ellas parece encajar, ya sabes. Cojo cinco o seis versos y se los canto a la banda, al ingeniero o al productor. En esta ocasión el productor ha sido mi guitarrista, Derek Cruz y el ingeniero Geoff Sanoff y todos hemos trabajado juntos en cierta manera, ya que están acostumbrados a mi modo de funcionar.

Diecisiete canciones, disco doble ¿has agotado todo el material que tenías o te han quedado algunas cosas fuera? Quizás canciones que pensaste que no encajaban o que no estaban lo suficiente trabajadas…

No, creo que dejamos el maletero vacío y bien limpio (risas). E incluso más allá, porque incluimos un tema extra en la edición en vinilo, ya sabes, para incentivar a la gente que se mantiene en lo analógico. Así que la próxima vez vamos a empezar de cero en ese aspecto, sí.

Aparte de Derek Cruz, ¿a quién más debemos poner en los créditos?

Geoff Sanoff, como te he comentado. Ha trabajado mucho con Steve Van Zandt, en discos de Darlene Love, Fountains of Wayne… También trabajó conmigo en mi segundo disco The Heat, y ejerció de ingeniero para mi anterior álbum Sunset Kids. Compartimos el mismo lenguaje él y yo, como una especie de taquigrafía con la que nos comunicamos muy rápido.

El álbum es realmente emotivo. Las canciones se mueven entre la pérdida y la melancolía, pero también entre la esperanza y el optimismo. Jugando con el título, diría que este es un disco triste y hermoso. ¿Estarías de acuerdo?

(Risas) ¡Me lo quedo, suena como un buen cumplido! En cualquier caso ¿no es así la vida? Especialmente en estos días cuando las cosas han sido tan difíciles, en los que tienes que encontrar la belleza en las personas, en las cosas sencillas…tienes que pararte a oler las rosas, a despertarte y fijarte en los pequeños detalles. Por otro lado, siempre me han gustado los artistas que pueden cantar letras tristes con una melodía alegre, como The Jam en «Town Called Malice», una canción muy oscura con una música muy animada. O al revés, Sam Cooke podía cantar letras muy alegres pero su voz y la melodía siempre tenían un punto de tristeza. A veces esa combinación es como la vida misma.

Después de escuchar el disco a diario durante varias semanas, estoy convencido de que es uno de los mejores trabajos de toda tu carrera. Pero solo soy un oyente, un fan. Tú, como padre de la criatura, ¿tienes esa misma impresión?

Cuando éramos críos comprábamos todas esas revistas y los discos de tus grupos favoritos. En mi caso yo era un gran fan de KISS y luego empezaron a hacer discos que, bueno, supongo que yo me hice mayor… Pero siempre que sacaban un nuevo disco decían (imitando la voz de Gene Simmons): ‘¡es nuestro mejor disco desde Destroyer!’ (risas). Cada grupo y cada artista tienden a pensar que su último material es lo mejor que han hecho, así que yo trato de tener cuidado con eso porque cuando vas a ver a una buena banda, quieres escuchar los clásicos. ¡Tú vas a ver a los Stones y no quieres escuchar la nueva canción! Puede, algunas veces, pero normalmente quieres que toquen los temas antiguos.

Yo he grabado muchos discos y con el anterior, Sunset Kids, que grabé con Lucinda Williams, tuve la sensación de que era mi disco favorito, y puede que el mejor desde mi debut en solitario con The Fine Art of Self Destruction. Este último todavía es algo nuevo, dos discos que hemos separado en la “cara rock” y la “cara americana”, por decirlo de algún modo y que creo que tienen mucha fuerza. En algunos momentos, cuando estaba en el estudio sí llegué a pensar ‘¡esto es cojonudo, es mejor que Sunset Kids!’. Pero trataré de contenerme a la hora de juzgarlo hasta que haya hecho una gira y lo haya tocado frente al público, para ver si la he cagado o si realmente suena auténtico. Sé que hay grandes temas en el disco porque ya hemos tocado algunos de ellos en directo, pero es el disco entero lo que todavía estoy digiriendo. Estoy orgulloso de él, aunque en ocasiones tienes que dar un paso atrás, tomarte un par de cervezas -pillar un ciego no, cuidado- (risas) y sentirte un poco como si salieras de ti mismo, relajarte…entonces es cuando a veces piensas ‘oh, así es cómo suena realmente’.

Tomar perspectiva

Sí. En Nueva York nos gusta escuchar el disco en un bar. Cuando terminas del estudio te vas a un bar, ya entrada la noche, con nadie por ahí y lo pones. En California les gusta escucharlo en el coche. Nosotros hacemos “la prueba del bar”, ellos hacen “la prueba del coche” (risas). Pero bueno, ya veremos. Espero que finalmente el disco llegue a gustarme mucho, y al resto de la gente también.

Comentabas lo del nuevo álbum dividido en dos discos, titulados Roots Rock y Radicals. En 2015 publicaste New York Before the War y Outsiders. Entonces declaraste que podrías haberlos editado como un doble disco, pero que no lo hiciste porque pensabas que eran dos trabajos distintos. Entiendo que ahora, incluso con sus dos caras, consideras que estas canciones sí forman una unidad…

Estos dos discos son un solo disco, definitivamente. Grabados durante el mismo periodo, el mismo proceso mental, la experiencia que estábamos viviendo. Estas canciones parecen hablarse unas a otras y vivir en familia.

Aunque es imposible detenerse en cada una de las canciones, me gustaría que me contaras un poco sobre dos o tres de ellas. La primera, «Lost Forever», es tan hermosa como dolorosa. ¿Cuánto de experiencia personal hay en ella?

Hay partes que sí son como en mi familia. Yo crecí en un hogar roto, mis padres se separaron cuando yo tenía siete años y con mi padre, bueno, muchas veces decía ‘voy a venir a verte’ y yo esperaba fuera de casa, me tiraba el día en la calle y al final nunca venía. Yo crecí en ese tipo de hogar, en el que quieres que haya un padre igual que en las casas de los demás. Así que hay una parte de eso en el tema, pero también habla de esa gente que nunca tuvieron una familia completa, que crecieron sin saber quién era su madre o su padre. Es decir, es esa idea de que hay un extraño en el mundo, que te creó, pero del que no tienes referencias y del que algún modo pasas, haciéndote el duro. Vas diciendo por ahí que no te importa, que no quieres saber quién es, pero yo me imagino que en lo más profundo de tu interior hay como un pequeño agujero, una curiosidad o una tristeza.

La otra es «Backstabbers», una de mis favoritas. Una característica escena neoyorquina que también intuyo autobiográfica, ¿es así?

También es una de mis preferidas y sí, es autobiográfica. Cuando era un crío solía ir por la ciudad a ver pelis y escuchar música y ahí te encontrabas con una serie de personajes que querían tu pasta. Yo era muy joven, empecé a tocar música con doce años. Ibas a los recreativos a pasar el rato con Space Invaders, Pacman y demás videojuegos y siempre había tipos que se te acercaban y trataban de tener sexo contigo. La canción habla de esa gente que quiere tu alma, tu sangre, tu espíritu. Es una historia sobre crecer, sobre alcanzar la mayoría de edad y también sobre la curiosidad, sobre querer aprender los misterios de la vida: sexo, música, arte y meterte en zona peligrosa para encontrar material de culto. Pero has de tener cuidado y proteger tu alma. Porque conforme vas haciéndote mayor y llegas a la edad adulta, sigues encontrándote gente que quiere chuparte la sangre, ya sea en el curro o desde el gobierno o donde sea. Así que debes vigilar y encontrar un lugar que sea exclusivamente tuyo, en tu corazón, y que nadie pueda tocar.

Tu homenaje particular a Todd Youth en la canción homónima está cargado de sentimiento en lo lírico, pero es a la vez muy positivo, casi alegre en el aspecto musical. ¿Buscaste ese contraste de alguna manera?

«Todd Youth» es una canción triste, una canción desde su punto de vista. Desde la perspectiva de un músico, un amigo, una persona durante su última noche en el planeta, justo antes de morir. Yo la canto poniéndome en su lugar. Él les canta a sus hijas, su familia ‘es un largo camino de regreso desde Sunset City’. Todd murió en Los Angeles, a una manzana de distancia de Sunset Boulevard, de ahí la idea del sol poniéndose sobre él. Fue un músico que tocó en D Generation, estuvo con Green Day, Glenn Danzig y ¡Glenn Campbell! (risas). También con Agnostic Front, Murphy’s Law, Ace Frehley, Motörhead y muchos más desde que tenía once años. Murió de una sobredosis, esa es la verdad, y es muy triste.

Tomamos sus cenizas y pusimos la mitad de ellas en el árbol Hare Krishna de Tompkins Square Park y la otra mitad en el Ganges, el río sagrado de la India. En el funeral H.R. y Dr. Know de Bad Brains cantaron junto a mi banda algo de reggae, convirtiéndolo en una especie de funeral rasta-punk rock en su memoria. Todd luchaba contra muchos demonios, tenía mucho talento, pero tenía tendencia a huir de algunas situaciones sin decirte nada. Podía dejar tu banda, entrar en otra y tú ni te enterabas hasta que alguien lo veía sobre el escenario con ellos (risas). H.R. también participa en el tema con algunas voces en plan PMA, “possitive mental attitude”, ya sabes, algo muy propio de él. La canción es una de mis preferidas, es muy divertido tocarla en directo por más que la letra hable de la pérdida de un buen amigo.

Siempre te ha gustado versionar a otros artistas. ¿Cómo decidiste grabar «Crawling Back To You» de Tom Petty?

Realmente no me gusta versionar temas a menos que pueda cambiarlos y hacerlos míos. La verdad es que no le presté demasiada atención a este tema cuando se editó Wildflowers. Es un gran disco, pero hay tantas canciones en el CD y ésta en concreto estaba hacia el final y me pasó un poco desapercibida. Me familiaricé con ella por accidente, en directo. Recibí una llamada de Lucinda Williams, diciéndome “¿quieres venir a verme tocar con Tom Petty en el Holywood Bowl?”. Le dije que por supuesto que quería. Eran tres conciertos, final de gira. El último de ellos era un lunes por la noche, y es al que fui. Volé a Los Angeles, Lucinda tocó durante una hora con su banda hasta que salió Tom Petty. Esa última fecha del tour fue algo mágico, había algo especial en el ambiente. Y entonces tocó este tema y mientras cantaba el último verso, algo me ocurrió. Decía algo como “tan seguro como que la noche se convierte en día, la mayoría de las cosas que me preocupan nunca llegan a ocurrir” y me quedé en plan ‘¡uau, eso es lo que necesitaba escuchar justo ahora!’.

La noche siguiente fuimos a cenar con Lucinda, para hablar de la producción de Sunset Kids, hicimos planes y yo volví a Nueva York. Y cinco días más tarde Tom Petty falleció. El mismo día en que hubo el tiroteo en Las Vegas, un día horrible. Tras el shock, finalmente volvimos al disco y alguien me pidió participar en un tributo a Tom Petty junto a su batería y su bajista, en Los Angeles, unos meses después. Aquella canción se había quedado conmigo, así que les dije ‘quiero hacer «Crawling Back To You»’. Ellos empezaron a tocar y yo la interpreté a mi manera. Sobre el escenario sentí que ese tema tenía una cierta conexión con mucha de mi música, sentí que aquel último concierto de Tom Petty me había inspirado. El tema lo hicimos solo por pasarlo bien, pero parecimos darle un nuevo enfoque y sentí que la había hecho mía, lo suficientemente única para querer incluirla en el álbum. Yo normalmente no incluyo versiones en mis discos. En Glitter in the Gutter hice «Bastards of Young» de los Replacements, convirtiéndola en una balada y lo mismo con «Stay Free» en Outsiders, así que esta será la tercera vez que incluyo una. Aparte de que hice un disco de versiones, pero obviamente eso es distinto.

Uno de tus proyectos menos conocidos fue The Finger, junto a Ryan Adams. Vi que lo invitaste a subir al escenario contigo el año pasado en Hollywood

Sí, eso fue justo antes de la pandemia, en enero, en el Hotel Cafe. Vino y tocó con nosotros algunas canciones de mi primer disco, que él mismo produjo. Hacía tiempo que no lo veía, ha pasado por tiempos muy duros, y en este caso la familia…si la gente quiere opinar, juzgar y todo eso, te apoyas en la familia, ya sabes. Conozco a Ryan desde hace mucho tiempo, salió con mi hermana, hemos pasado muchas cosas juntos.

¿Hay alguna posibilidad de que volváis a trabajar juntos?

Uno nunca sabe. Ryan y yo siempre lo hemos pasado muy bien. Sé que ha pasado por lo que ha pasado, pero creo que necesita algo de redención, ha recibido su castigo, pero todo lo que hay fuera de eso, su música, su arte…se merece el derecho a poder ofrecerlos y a expresarse. Definitivamente añoro aquella diversión de los días de The Finger, una broma que acabó volviéndose muy disfrutable, un tributo al hardcore punk que ambos amábamos. Además, él ha tocado en muchos de mis discos, mucho material juntos y algún que otro proyecto paralelo como ATM, que era muy divertido.

The Fine Art of Self-Distancing: shows individuales en streaming desde tu apartamento hasta conciertos completos en clubs. Sin público, pero incluso con algunos invitados ¿Cómo se te ocurrió este proyecto? y ¿qué dirías que te ha aportado esta experiencia?

La música siempre me ha dicho que no estás solo, que hay otra gente que siente lo mismo que tú. Que no pasa nada por sentirse diferente, por sentir dolor, estar deprimido o nervioso, tener miedo o ser un inadaptado. Cuando puse la cámara sobre un soporte y empecé a tocar en casa no pretendía ser el tipo que va de ‘oh, soy muy sensible’ y todo eso (risas). Quería montar un espectáculo, coger cosas y tirarlas por ahí, recomendar pelis y libros, entrevistar a otra gente y tratar de sentir por lo que otros artistas y amigos estaban pasando. ¿Cómo lo estás llevando? ¿estás siendo creativo? ¿estás hundido? ¿bebes, bailas? ¿lo estás pasando tú solo? Esas conversaciones eran parte del show. Cuando tocas en directo, tienes los aplausos y la energía del público, pero aquí (silencio)…y era como ’ok, creo que hay gente ahí detrás’ y tenías que sentirla casi telepáticamente. Sabía que había gente que estaba viéndome desde Asia, Nueva Zelanda, Africa y en muchos otros sitios, creció y se convirtió en algo muy amplio. Pasó de mi apartamento a un club, luego a un club más grande, con más cámaras, con invitados. Primero tocábamos con mascarillas, el mundo estaba a oscuras y nosotros queríamos hacer algo distinto cada semana. Tocamos varios de mis discos enteros, hicimos shows de versiones. Era realmente un modo de sobrevivir, pero fuimos capaces de conseguir ingresos para mi equipo de gira y para NIVA (National Independent Venue Association, N. del A.) y bueno, llegamos a mucha gente, pero sobre todo a mis fans. Mis fans fueron los que apoyaron a mi equipo, a mi banda y a mí, comprando camisetas y merchandising, conectándose cada semana. No teníamos ingresos, no podíamos tocar en directo. No podíamos trabajar, en definitiva. Me sentí realmente emocionado con su respuesta, por eso intentamos darles mucho a cambio y hacer del show una gran experiencia. Y al mismo tiempo en que hacíamos todo eso, estábamos trabajando en este disco.

¿Qué está sucediendo con todos los clubes de los que eres copropietario en Nueva York? El Bowery Electric, Lola NYC, Niagara…

Ahora mismo están abiertos. Los tuvimos cerrados un año y medio, y ahora tenemos la variante delta así que habrá que ir viendo. Cada semana es distinta y ahora mismo hay gente que tiene mucho miedo, que enferma con las variantes del virus. Esperamos superarlo, es todo muy extraño y no sabemos qué va a pasar. Va todo muy lento y la gente está atemorizada a pesar de que muchos ya están vacunados. Se ha convertido en algo político, en puro miedo. Yo he perdido a gente que se contagió, ya sabes, pero se trata de decidir a qué nivel quieres estar viviendo. Esta noche voy a ver a Bruce Springsteen en un teatro y habrá que llevar mascarillas durante todo el concierto, es lo que hay. Y quisiera entrar a verle, charlar y darle un paquete que tengo para él, pero posiblemente tenga que dárselo a un roadie.  En cambio, hace un mes también fuimos a verle en directo y pudimos luego encontrarnos y hablar con él. También fuimos a ver a otros amigos, los de Green Day, y tuvieron que mantenerse en su burbuja, evitando el contacto para a su vez evitar contagios y que la gira siguiera adelante. Es un mundo distinto, apenas unos meses atrás ni siquiera teníamos conciertos. Quiero decir que todo esto está cambiando y yo sé que vamos a superarlo, que tenemos que mantenernos positivos y animados y que volveremos a tener bolos y giras. Tengo fechas cerradas en España para marzo del año que viene y realmente espero poder estar allí.

Así pues, en este contexto en el que aún nos encontramos, ¿te sientes optimista sobre el futuro, en general? ¿Crees que nos esperan pastos más verdes, como en la primera canción del álbum?

Siempre hay un nuevo día y las cosas cambian. El ser humano posee espíritu y capacidad de resistencia y yo creo que la gente en nuestra comunidad, la musical, siempre encuentra maneras de trascender y hacer que las cosas acaben pasando. Ya sea a través del do it yourself o del pensamiento positivo, porque la gente del rock y del punk rock estamos acostumbrados a lidiar con situaciones complicadas, a levantarnos y sobrevivir. Somos supervivientes, como cantaba Bob Marley. ¡Rastafari! I and I survive, ¡Bad Brains! (risas)

 

Texto: Eloy Pérez

 

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