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El Aviador Dro y sus obreros especializados – Teatro Calderón (Madrid)

“AVIADOR DRO SÍ, POR SUPUESTO. AVIADOR DRO, CÓMO NO”

Se habló mucho sobre Marte y de las misiones realizadas para conocer el planeta rojo en las charlas científicas que precedieron al concierto, pero la verdad es que El Aviador Dro y sus Obreros Especializados se mostraron bien terrenales a lo largo de toda su actuación. A nadie se le escapa los tiempos difíciles que vivimos a cuenta de la pandemia y de los confinamientos y restricciones que ha impuesto.

La jornada del otro día en un teatro Calderón con aforo reducido no dejaba de tener algo de exploratorio y, por qué no decirlo, de heroico, como test con el que probar la vuelta a los escenarios y la recuperación de un atisbo de normalidad en un sector como el de la cultura y los espectáculos que tanto han sufrido en estos ya casi dos años. No dejaron pues pasar la ocasión para agradecer al público el esfuerzo de ir al concierto. Informaban en una de las ponencias previas de la necesidad de que cualquier intento de vida en Marte pasa por hacerlo en su subsuelo, sin poder asomar el morro por la superficie a riesgo de morir abrasado por la radiación solar del exterior. De igual manera, El Aviador Dro ensayaba, con el concierto del otro día, la posibilidad de volver a la superficie, de empezar de nuevo a pesar del virus. Todo ello se olía en el ambiente y fueron casi constantes las menciones de Biovac N a lo especial de la situación cuando se dirigía al público.

Enfundados en monos de trabajo rojos y unas caretas de obra confeccionadas con pequeñas pantallas de vinilo, Biovac N, Arco Iris, CTA 102, Genocider F15 y ATAT empezaron dando cuenta de temas de sus comienzos, utilizando instrumental de entonces que aún sobrevive al paso del tiempo. Iba a ser esa primera parte, como se apresuraron a indicar, lo más parecido a un concierto de los que dieron en los 80. Ofrecieron sorpresas como la de temas inéditos de la época que nunca se llegaron a grabar como «Sucesos condicionados». Otros, como «Varsovia en Llamas», quedaron adaptados a la rabiosa actualidad afgana, haciendo mención a Kabul y el ejército talibán. Cuando llegó el turno de «Nuclear Sí» recordaron divertidos las veces que tocaron esa canción en la Fiesta de la Primavera que se celebraba en la Universidad Autónoma “ante estudiantes que llevaban flores”.

Venían de haber realizado los que no dudaron en señalar como los ensayos más caros de toda su historia, habida cuenta de lo ridículamente desorbitado de la factura de la luz en estos tiempos que corren. Pero ello no les cohibió a la hora de desplegar toda la artillería, mostrando muy variadas electrónicas con la que arropar a muchos de sus clásicos. Y aunque realmente da igual la versión en la que interpreten joyas como «Selector de frecuencias», «Amor industrial» o «Programa en espiral», porque siguen emocionando por mucho que pase el tiempo, la verdad es que cabe destacar en el apartado del sonido y puesta en escena en general, que solventaron de forma sobresaliente, la asistencia prestada por Luis y Belén (L-Kan), compañeros en aventuras varias con el Aviador Dro a la hora de formar supergrupos mutantes.

Si los primeros aplausos a modo de acompañamiento llegaron con «La ciudad en movimiento», no fue casi hasta la recta final que enarbolaron la bandera rojinegra de la Anarquía Científica en lo que tocaban «Vivir para morir». Aprovecharon entonces para recordar que en caso de concluir algo de todo esto por lo que hemos pasado, habría que destacar el valor de la unión y el conocimiento. Tiempos perfectos para poner en práctica la filosofía que siempre predicó El Aviador Dro a la hora de diseñar sus sociedades futuras ideales.

Como era de esperar, no se hicieron de rogar a la hora de obsequiar al público con un bis: llevaban un año esperando subirse sobre las tablas e iban a aprovechar la hora y media que se les concedía hasta el último minuto. Tras un transgresor «Benito el funcionario» de las primerísimas etapas, terminaron a lo grande con uno de sus temas bandera, «Vortex», y así acosados por post-mutantes pusieron fin a esta ceremonia con la que acaban la obligada hibernación por la que han pasado. Claro que sí Aviador, no hagas parar tu aeroplano nunca.

 

Texto: Tomás González Lezana

Fotos: Aurora Nogales

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