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Blues en la encrucijada: The Cold Stares. Si te aprietan las botas, simplemente pisa más fuerte

Muchos son los que aseguran que el blues está muerto. Pues desde aquí vamos a demostrar que no. Que está más vivo que nunca, y no solo eso, sino que ha sufrido múltiples mutaciones. Y que blues hay hasta debajo de las piedras. Blues bastardo, quizá. Pero a fin de cuentas, blues.

Una de las mejores noticias de este verano recién terminado, ha sido el lanzamiento del nuevo disco de Chris Tapp y Brian Mullins, o lo que es lo mismo, The Cold Stares, a través de Mascot Records. El obligado parón del año pasado cortó la cadencia de sus últimos lanzamientos –Head Bent (2017), Mountain (2018), Ways (2019)- pero paradójicamente les sirvió para entregarnos uno de sus mejores álbumes. Y es que Heavy Shoes nos devuelve al dúo de Indiana en su mejor versión, esa que lleva el blues en volandas sobre una base de riffs oscuros y melenudos. Lo que ya sabíamos de ellos –un blues rock garajero saturado de fuzz, toques desérticos y eventual imaginería gótica– se despliega en este nuevo trabajo con más acierto que nunca. El culmen –momentáneo y superable, esperemos- de una trayectoria que viene de tiempo atrás.

Tapp y Mullins se conocieron de chavales, criándose al oeste de Kentucky, cerca de la frontera con esa Indiana en la que acabarían estableciendo su base de operaciones. Apenas veinteañeros, se foguearon juntos en varias bandas hasta seguir caminos distintos y reencontrarse en 2009, cuando The Cold Stares empezó a tomar forma definitiva. Desde entonces y especialmente a partir de su debut A Cold Wet Night and a Howling Wind (2013), su nombre empezó a sonar en los burladeros del rock y el blues más primigenios, colándolos casi de inmediato como promesas en la creciente lista de dúos guitarra-batería.

ARCADIA NEGRA: THE COLD STARES.- HEAVY SHOES ( 2021)Hasta ahora, momento en el que como decíamos nos entregan su quinto y excelente trabajo, un disco por el que transitan ecos de docenas de nombres que no se molestan en ocultar, todo lo contrario. Preguntado recientemente sobre influencias y nombres afines, Tapp contestaba sin ambages: “el rock clásico de los sesenta y los setenta, nombres pioneros del blues como Robert Johnson y Blind Willie Johnson y artistas actuales como Mark Lanegan, Clutch, Dead Combo”. Añadiendo que había unos cuantos más, pero que ambos se suelen centrar mayormente en los clásicos. “Tenemos un pie firmemente anclado en el blues, pero también sentimos una gran pasión por el heavy rock”, apostillaba. Escuchando temas de este último trabajo como «Take This Body From Me» o «40 Dead Men», no puede uno más que asentir, por cuanto refrendan esas declaraciones sin fisura alguna.

Pero no son todo patillas y saturación en el universo de estos dos, ni mucho menos. Sus discos transmiten un carácter y un sonido propios, característicos, pero nunca resultan monótonos o monocromos. Escúchese en este último la magnífica «In The Night Time», un número de swamp-soul inspirado en la ciudad de San Agustín, Florida, y verán cómo empiezan a mover los pies y chasquear los dedos sin darse cuenta: “toda la ciudad es un cementerio. Hay tantos españoles enterrados allí, que cuando estás caminando por las calles, es como si estuvieras caminando sobre las tumbas”, explicaba Tapp. Una celebración personal del Día de los Muertos que se trasladó igualmente a la magnífica portada del disco, obra de Corey Booth, uno de los ilustradores de la serie Rick & Morty.

A todo ello cabe sumarle una lírica tan oscura y descriptiva como, a la vez, visual, que no rehúye tema ni situación por peliagudo que fuere: adicción, manipulación, relaciones autodestructivas, todo tiene cabida en los versos de una banda que ha pasado por otras tantas experiencias vitales difíciles (melanoma, divorcios, suicidios de allegados) y cuya propia historia familiar daría para una novela de Faulkner.

Va siendo hora, no obstante, de dejar de leer y darle al play. Grabado en los estudios de Sam Phillips en Memphis –con unos pocos acabados en su propio estudio de Indiana–, mezclado por Mark Needham (The Killers) y masterizado por Andy Vandette (Beastie Boys/Smashing Pumpkins), Heavy Shoes debería darles un empujón más hacia arriba, descubrirles a un espectro de público más amplio. A ese que sigue buscando el blues por dondequiera que asome.

 

Eloy Pérez

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