Criada en Texas bajo una educación cristiana que musicalmente se manifestó en el coro de la iglesia, su llegada a la universidad de Nashville le aleja, aunque no del todo, de dicho ambiente y le abre a nuevos sonidos al tiempo que camina hacia la madurez. Un recorrido expuesto en este estreno breve —nueve canciones en menos de treinta minutos—, que muestra las inquietudes propias de dicho tránsito: relaciones filio-maternales, caminos sin retornos o dudas de fe. Tramo intermedio de incertidumbre vital que da sentido a un repertorio muy variado que, musicalmente, se debate entre lo espiritual de su orígenes y sus descubrimientos en la facultad. Pop alternativo de guitarras indies «Juniper», la naif «Peppermint» o la cambiante en ritmos y arreglos «Traffic», se mezcla con melodías íntimas y emocionantes, «Leafy» con solo la acústica y su voz, o la delicadeza de «Fireman». Dos mundos que se reflejan en la canción que titula el disco. Bonitas canciones con las que se asoma tímidamente al mundo.
ANTONIO CANCHO