Niños Mutantes volvían con “Ventanas” en 2020, un nuevo álbum lleno de cambios tan sorprendentes como radicales. Con cinco productores distintos, las curvas y colores se acumulan en el que es uno de sus trabajos más voluptuosos hasta la fecha. Desgraciadamente, muchos de los conciertos de presentación tuvieron que cancelarse pero los Mutantes se encuentran más animados que nunca, y se presentan este verano en diversos espacios como El Bosque Sonoro (1,2,3 y 4 de julio) en Mozota, Zaragoza. Un proyecto muy especial que cuenta el apoyo de cervezas Ámbar, marca comprometida con los valores de sostenibilidad que El Bosque Sonoro representa: amor por el territorio, la cultura y el medioambiente“. Una de las grandes atracciones der este festival son los «nidos», el habitat perfecto donde se podrá disfrutar de los conciertos de pie, bailando y en grupo. Ver cartel completo al final de la entrevista.
“Ventanas” es una clara evolución de vuestro estilo: de la gravedad sombría de “Diez” a la alegría y frescura de este nuevo álbum hay un enorme salto. ¿Cuál fue la causa?
Nos van los movimientos pendulares, ya pasó también antes con la secuencia entre “Naúfragos” y “El Futuro”, que eran acción y reacción. “Ventanas” está concebido de una forma muy hedonista: uno de los objetivos del disco era pasárnoslo muy bien en el proceso de grabación. Hemos improvisado y jugado en el estudio, y eso lo hace todo más desenfadado. Pero quizás lo más importante es la apuesta por el ritmo y por lo sensual. Siempre nos hemos centrado más en guitarras y voces, así como en una base rítmica que fueran los cimientos. Ahora la parte rítmica, en casi todas las canciones de “Ventanas”, es central, y se construye la casa alrededor de ella. “Diez” era un disco de aristas y “Ventanas” es más bien un disco de curvas. Ha habido muchos bailes en la sala de control. [ríen]
¿Se trata este álbum de un nuevo comienzo, una forma de exorcizar el fantasma de separación que sobrevoló a la banda hace pocos años?
Más bien se trata de que no nos motivaba, después de tantos años, repetir una vez más el viejo proceso de tirarnos un año puliendo canciones en el local, encerrarnos unas semanas en un estudio y grabar diez canciones de un tirón, de forma fiel a los bocetos. Sabíamos que así es inevitable llegar a resultados similares a los de los discos anteriores. Lo que precipitó el cambio fue que dejé de componer los bocetos iniciales con la guitarra, me pasé al iPhone y al GarageBand, y las canciones apuntaban en direcciones muy diversas, unas con toques electrónicos, otras con aire latino; cosas nuevas para nosotros. Pensamos en no tocar nada, agrupar las canciones por estilos y buscar productores que conectasen con cada una de ellas y a los que pedirles que fueran lo más libres posibles. No quisimos siquiera llevar nuestros instrumentos a los estudios para incorporar los menores elementos mutantes posibles. Ni ensayar.
Habéis utilizado cinco productores, en cinco momentos distintos, con variados estilos… ¿es “Ventanas” una especie de recopilación del alma de Niños Mutantes?
Pues sí, eso es muy acertado, porque siempre nos ha gustado picotear un poco de aquí y de allá, y en este disco podemos mostrarlo claramente. El proceso buscaba forzar las diferencias entre esas distintas caras que podemos tener.
¿Cómo funciona el proceso creativo en un disco con tantos momentos y giros?
Ha sido una experiencia brutal. A veces le dábamos al botón de grabar sin tener ni idea de qué iba a pasar. Ha habido momentos de tensión y de mucha inseguridad, y todos nos hemos puesto un poco al límite haciendo cosas a las que no estamos habituados. A mí, por ejemplo, me han hecho cantar en registros que desconocía totalmente. Y, sobre todo, hemos tenido la suerte de chuparle la sangre a todos los productores. Esta es una obra colectiva, no sólo de Niños Mutantes. Han sido muy generosos, yendo mucho más allá de la mera producción. Han acabado muy involucrados: desde gente como Noni, haciendo decenas de sintetizadores, a Novedades Carminha cantando, haciendo percusiones y hasta arreglos de cuerda e incluso Christina Rosenvinge, puliendo conmigo las letras, cantando o tocando el piano.
¿Son todos estos cambios conscientes? Ya con vuestro anterior álbum hablabais de una huida de “lo pop”.
Ha sido el proceso más meditado de todos los discos, todo pensado para intentar forzar los cambios, no repetirnos y llevar las canciones hacia los aires que podían sugerir. A veces no sabes bien si huyes de algo o caminas hacia ello, lo uno tiene un sentido negativo y lo otro positivo y, en el fondo, es una mezcla de querer llegar a otros sonidos y de huir de nuestra propia sombra, cosa que, como es sabido, al final es imposible del todo.
La acidez de vuestras letras, sin embargo, sigue presente. “Un tiro en el pie”, por ejemplo, es un colorido tema de desamor con unos puñetazos tan contundentes como los daría Paquita la del Barrio.
Esa comparación es de lo mejor que nos han dicho nunca. Es verdad, se parece un poco a la “Rata de dos patas”, pero en versión 2020 [ríen]. Mejor dar puñetazos con letras que usar las manos.
Niños Mutantes pertenece a la siempre prolífica escena granadina, ¿creéis que se está produciendo un cambio en ésta? Los Planetas, por ejemplo, ya han colaborado con músicos como Yung Beef.
Viene gente nueva pegando fuerte, y todos esperamos a la siguiente gran banda granadina. Hay bastantes candidatos, como Trepat, Colectivo da Silva… y todos los traperos. La música está viva en esta ciudad, y siempre hay gente joven que trae sangre fresca. Nosotros acabamos de reforzar el grupo con un tío que nació en el 2000, ¡estamos pendientes de la cantera!
Texto: Pelayo de las Heras Álvarez