José María de Páiz es parte fundamental de la escena cultural canaria. No solo por sus discos, también por sus libros y la labor de investigación sobre el rock canario que culminó en el volumen Héroes del rock canario (Los80PasanFactura).
En una primera escucha, el músico de Arrecife muestra ecos al rock de autor de Carlos Ann, con unas melodías sórdidas y un canto a la decadencia donde, por algunos resquicios se cuelan el océano, la isla de Lanzarote y el viento, autóctono y del que se cuenta que llega a hacer que uno pierda la cabeza.
Este es, posiblemente, el punto de locura que asoma en algunas partes del álbum, por ejemplo en «Verano Químico», corte con ecos de los 80 y coros punk como los de Iosu Distorsion y los del Puente Romano. Pesa en las composiciones el rock de autor, llegando a establecer puentes con el rock argentino en «Dientes de Tiburón» e, incluso, con Carlos Chaouen o la primera etapa de Extremoduro, aquel Rock Transgresivo. Y dentro de la vorágine visceral que propone el lanzaroteño, el disco encuentra su momento más íntimo en la canción «No Te Vayas Lejos», antes de reflotar el estilo post-punk ochentero en «Corazones Limpios» o el cierre «Mente Enferma», justo antes del ejercicio de spoken word que supone «Travesía». Con una producción bien trabajada por parte de Mame Spínola, José María de Páiz entrega un disco denso y oscuro, fuera de estribillos fáciles, que encuentra en el margen su esencia.
Texto: David Vázquez