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Blues en la encrucijada: Reverend Peyton’s Big Damn Band, Dios aprieta, pero tú baila

The Reverend Peyton's Big Damn Band Tease New Album With “It Is Or It Ain't" - American Songwriter

Muchos son los que aseguran que el blues está muerto. Pues desde aquí vamos a demostrar que no. Que está más vivo que nunca, y no solo eso, sino que ha sufrido múltiples mutaciones. Y que blues hay hasta debajo de las piedras. Blues bastardo, quizá. Pero a fin de cuentas, blues. 

 

Para los amantes del blues, un nuevo disco del Reverendo Peyton y su banda es siempre una de las mejores noticias del año. Y disco nuevo tenemos: Dance Songs For Hard Times (Family Owned Records) nos llegaba a principios de abril, gestado -como tantos otros- durante el pasado annus horribilis…y con dificultades añadidas. Por un lado, su esposa Breezy sufrió diversas dolencias que bien pudieron haber sido covid-19 sin diagnosticar. Por otro, a su padre le fue descubierto un cáncer, que posterior y felizmente superó.

Tiempos duros, a los que vino a añadirse la impredecible meteorología del sur de Indiana, donde ambos viven en una cabaña construida, dicen, hace siglo y medio ya. Sin suministro eléctrico durante días y días, a causa del clima, buena parte del nuevo álbum vio la luz -paradójicamente- a falta de ella.

Dance songs for hard times - Vinilos - Reverend Peytons Big Damn Band - Disco | FnacCon Breezy ya recuperada, pasaron a recoger a Max Senteney, batería y tercera pata de la banda y emprendieron viaje a Nashville para grabar con Vance Powell. A la antigua, en cinta analógica y con mínimos retoques. El resultado es una nueva joya, un perfecto manual de ese country blues del que se ha erigido ya hace tiempo en maestro. El tempo de Max y el washboard de Breezy están, como siempre, en su punto, mientras que la voz de Peyton (esa voz que en cierta ocasión él mismo dijo que sonaba como “luchar contra un oso”) se muestra pletórica, exultante. De su estilo a la guitarra poco queda por decir. De nuevo esa digitación tan natural, con el pulgar sustituyendo al bajo que nunca han tenido, se explaya al servicio de once canciones que sin duda estarán muy arriba cuando, a principios de diciembre, echemos la vista atrás para revisar lo mejor del año. Con un mensaje, además, muy concreto, fruto de esta situación que todos hemos vivido: carpe diem, o algo así. Una filosofía que impregna buena parte de disco y que se ejemplariza en «Too Cool to Dance»: “estuve pensando en todas las veces que estuve en algún lugar y me creí demasiado cool para bailar. Ya no quería ser así. Al no poder hacer nada el año pasado, tuve esta sensación de, ‘tío, no voy a perder ningún momento como ese en mi vida, nunca más'» (1). Una sensación que, quien más quien menos, todos hemos experimentado últimamente.

Musicalmente las referencias siguen estando ahí, desde Charley Patton -piedra de toque de su sonido- hasta Howlin Wolf o Bo Diddley, pero Peyton ya hace tiempo que ha desarrollado su propia marca. Y por más anclada en la tradición que pueda estar, suena indiscutiblemente fresca y actual. Porque para sonar contemporáneo no hace falta inventar la sopa de ajo a cada disco. Muchas veces basta -que no es poco- con ofrecer tu propia personalidad y, sobre todo, con tener las ideas claras. Verbi gratia: “Mucha gente me ha dicho, ‘bueno, en realidad tú no tocas blues’. Mi respuesta es, vale, supongo que Taj Mahal tampoco tocaba blues. Hay gente que cree que el blues tiene que ser doce compases, turnarounds, tresillos y na-na-na. Si no es eso, entonces no saben qué es. (…) R.L. Burnside dijo, ‘el blues no es otra cosa que música de baile’. Yo creo en eso. Toda la música estadounidense, blues, jazz, rock ‘n’ roll, country, hip-hop, todo hace que la gente quiera bailar y sentirse bien. Quieren una canción que les haga sentir algo” (2).

 

Eloy Pérez

 

 

(1) Blues Magazine – Dance Songs For Hard Times. 8 de febrero de 2021

(2) American Blues Scene, The Gospel According to Reverend Peyton. 1 de marzo de 2017

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