De los paisajes agrestes y crudos pintados por la banda Milana nace Sertucha, que no es otra cosa que el apellido de Aritz, uno de los compositores de la banda extremeña. Ahora, presentado como proyecto en solitario, mantiene como ideario toda la iconografía, por supuesto sobre todo musical, de los sonidos tradicionales americanos, aunque ofrecidos con un barniz más cálido y melódico. Un perfecto salvoconducto para recorrer un camino que nos acerca hacia el anhelado remanso de paz sobre el que se sostiene Cuando suba el río (Milanamúsica Records), disco debut en el que los cada vez más transitados estudios de Guitar Town, propiedad de Hendik Röver, se convirtieron no solo en el hogar donde cocinar los temas, sino el punto de encuentro entre el autor de estas nuevas canciones y la banda del santanderino, Los Míticos GTs, cómplices en este delicioso e intimista recorrido vital sobre el que nadie mejor que el propio interesado para desvelarnos sus secretos…
¿Qué fue primero, la idea de lanzarte en solitario y a partir de ahí realizar las canciones o éstas ya existían y fueron las que te incitaron a dar forma a Sertucha?
Las canciones ya estaban ahí, de hecho tengo un buen saco de ellas, hay algunas que son nuevas para el disco pero tengo muchas, escribo muy a menudo. Aunque mi grupo, Milana, siempre ha estado ahí, y de hecho está, tanto Javi, mi compañero, como yo siempre hemos tenido ese espíritu libre a la hora de hacer las cosas, y en realidad siempre ha estado en mente hacer algo en solitario.
¿En tu cabeza existe una diferenciación clara de cuando escribes para Milana a cuando lo haces para ti?
A la hora de componer quizás no, pero a la hora de elegir sí. Cuando compongo no pienso en el grupo ni en mí mismo, escribo y ya está, luego pruebas en el local de ensayo las canciones y ves si pueden ir o no con la dinámica del grupo. Aunque en Milana me dedique a hacer canciones, repartiéndome la autoría con Javi, siempre le he dejado a él meter algunas más. Personalmente me gusta más la faceta de arreglista o de guitarrista que la de cantante o la de realizador de mis temas, en ese aspecto siempre me he sentido muy relajado en Milana, todo lo contrario que grabando este disco.
¿Dirías entonces que Milana posee su voz propia y es ahora cuando podemos descubrir la tuya?
Sí… Cuando presento algún tema con Milana quizás los que son más íntimos o los que contienen un significado más personal resulta difícil que seis miembros de una banda lo puedan interiorizar, y al final no lo llevas adelante por ese motivo; en cambio esto es lo tuyo, es tu proyecto, nadie te va a decir si está bien o menos bien, o si hay que ir para adelante o no.
Y el hecho de haber contado con canciones de diferentes épocas, ¿te ha llevado a buscar una selección de ellas que trasladaran una cierta idea común?
De hecho la primera vez que le escribí a Hendrik para hablarle de grabar el disco fue a principios de 2019. Ahí ya contaba con un buen número de canciones que le mandé. Luego, por circunstancias, entre ellas la pandemia, la cosa no cuajó, y cuando al final ya iba a subir, le mandé una última tacada de ellas; de hecho grabé más canciones de las que hay en el disco, y seleccioné aquellas que tenían un mensaje común, quería que tuvieran un sentido global. Siempre me ha gustado, también con Milana, el concepto de disco, no solo publicar canciones, sino que tengan un nexo común, que cuenten una historia…
Que cierres el disco con «Noroeste » y «Hogar», dos temas que parecen hablar de la llegada a un destino, no sé si nos pone frente a una historia en la que desarrollas el itinerario de un viaje tanto físico como íntimo…
Lo que intento transmitir en el disco es un poco ese optimismo de que todo llega si lo peleas, aunque a veces sea necesaria una pizca de suerte, por supuesto, pero siempre con esa esperanza de que todo llega. «Noroeste» por ejemplo es un tema antiguo y no deja de hacer referencia a mi niñez en Galicia, yo he nacido en Coruña, y a cuando me fui, y que me gustaría volver al mar… Lo tengo como un objetivo onírico, aunque sepa que no va a pasar, ya que mis hijas son extremeñas y me siento ya de aquí. «Hogar» sí es el descanso del emigrante, cuando vuelve a casa con los suyos y por fin descansa, que es su objetivo final, llámale hogar, comodidad, paz…
Desde el título, y en muy diversos momentos, haces referencia a ese mar y ese río, que más allá de todo lo simbólico que pueda tener dicho concepto en tu caso funciona para transmitir un paisaje concreto.
Suelo identificar mucho los paisajes en mis canciones, ya sean desiertos, ciudades, mar, río… Cuando empecé este proyecto con el batería de Milana y un bajista nos íbamos a llamar Delta, y el concepto iba a girar entorno al rio. Aunque es verdad que la canción «Cuando suba el río» es reciente, de la época del confinamiento, ese concepto ya lo tenía en mi mente dando vueltas desde el principio, a pesar de que al final deseché aquel nombre optando por mi apellido. Creo que a la larga cada uno de nosotros estamos muy arraigados a un paisaje, ya sea de donde somos o a un lugar en el que nos los pasamos estupendamente y deseamos volver. Yo identifico mucho los paisajes con la diferentes etapas de mi vida.
En estas canciones sigues recurriendo a esa galería de personajes perdedores, desilusionados, pero ahora, sin embargo, parecen tener mas optimismo, algo que se refleja también en lo sonoro.
En lo musical también, si, es más luminoso. En realidad los temas no dejan de ser muy característicos y podrían entrar perfectamente dentro del estilo de Milana. Pero es cierto que hay una sonoridad luminosa, quizás por el cambio de músicos, no lo sé…
En la temática, los textos en Milana son mas crudos, también es verdad que allí somos dos componiendo, y Javi escribe más crudo, y al final nos acabamos retroalimentando y buscando la conexión, no tendría mucho sentido que sus temas fueran de esa manera y yo hiciera fanfarria. Los míos son más luminosos pero siempre con el perdedor de por medio. Eso es consecuencia de mis vivencias personales. No me va mal en la vida, pero como la mayoría de la gente me lo he tenido que masticar mucho, con mis errores y aciertos, y eso me hace valorar todo lo que hay detrás de las circunstancias de uno. Me siento un perdedor y escribo sobre mi.
Son un tipo de historias, de ambientes, de personajes, que a su vez están muy ligados a la tradición de la música americana. ¿Eso también te impulsa a su utilización, buscar la consonancia con su representación musical?
En ningún momento intento copiar las historias de la música americana, también es cierto que es lo que llevo escuchando toda la vida, por lo que no sé si eso me ha curtido a mí o mi forma de pensar me ha llevado a que me gusten este tipo de estilos. ¿Qué fue antes el huevo o la gallina? La temática va con la música, es difícil de separarla, pero conscientemente no intento plagiar nada, aunque ya sabemos que todo está inventado, hago la música que me gusta pero llevada a mi territorio.
Musicalmente, pese a su estilo, ha quedado un disco muy variado, habiendo espacio para momentos intimistas, más eléctricos, honky tonk, arranques psicodélicos… ¿era una pretensión desde el principio esa diversidad?
No, yo quería un disco más austero, más acústico, más plano. Pero una vez que estábamos en el estudio y empiezan a tocar Goyo, Toño y la banda todo cambia. De repente los temas cogen otro cariz, y además los escucha otra persona como Hendrik y dice para llevarlos hacia un lado u otro. Es algo que agradezco, en realidad, porque es buena esa variedad, hace que se mastique muy rápido el disco y te pueda apetecer volver a escucharlo, porque es muy dinámico. Y luego empezar por un primer disco, que aunque yo ya tenga tres soy un desconocido, que resulte duro de masticar es complicado… No tengo más pretensiones que grabar canciones, pero siempre es bueno que te conozcan de primeras con algo más llevadero.
Entonces, ¿la presencia de Hendik Röver, no solo como productor sino como músico y acompañado de su banda, los Míticos GTs, ha variado la idea inicial que tenías en mente de tus canciones?
Sin duda. Tenía muy claro algunos temas, como cerrar con «Hogar» y hacerla así, solo con guitarra y algún arreglo por vestirle un poco, o «Me conformo», que fuera acústico y muy crudo. El resto han variado, sin despegarnos de lo que yo podría pensar que debían de ser, pero se los han llevado a su terreno, aunque por ejemplo «La canción del hombre muerto», que es la más eléctrica del lote, ya estaba en mi mente así, igual que el honky tonk de «La llama del perdedor».
Creo que uno de los grandes logros del disco es la consecución de un sonido cálido, sobrio pero detallista y transmitiendo esa sensación de directo. ¿Era la idea que tenías para las canciones?
Por circunstancias de horarios, derivados de la pandemia, hemos tenido que hacer un poco de malabares, pero el estilo de Hendrik grabando es así, en directo. A lo largo de mi experiencia, aunque no sea mucha, el primer disco de Milana lo grabamos con pistas, el segundo, ya con Hendrik, más en directo y en esta ocasión preparando los temas pero sobre la marcha, con la frescura del momento. Y eso, para los que hacemos este tipo de música, creo que es un acierto. De hecho en Estados Unidos se hace así, por lo menos con la banda base en directo y con el sonido ambiente del estudio, que le da un punto a la sonoridad muy agradable.
También hay que hablar del nacimiento del sello Milanamúsica Records, que junto a otros compañeros has puesto en marcha. ¿La idea inicial fue solo crearlo para poder sacar sin problemas tu trabajo? Lo digo porque en poco tiempo os habéis hecho con una lista de bandas (Uncle Sal, Los Eternos, The Kleejoss Band, Óscar Avendaño…) que en mi opinión representan de lo mejor que ese hace aquí en cuanto a rock…
Fue una maniobra totalmente afortunada. La idea salió hablando con Javi, que estaba muy interesado en participar en mi disco, así que decidimos montar un sello para sacar nuestros trabajos. Una vez ya grabado, mientras estaba con las mezclas, me hice muy amigo de Álex Garrote, del festival Small Town, al que este año pude ir y allí se portó muy bien conmigo y mi familia. A modo de regalo, y como sabía que le gustaba mucho Milana, le mandé dos canciones que había grabado con Hendrik, a lo que me respondió entre coña que le gustaría editarlo, que es algo que siempre había querido hacer. Yo le comenté que estaba ahí la idea de nuestro sello y si quería entrar, estupendo, a lo que respondió que sí y al día siguiente ya había hablado con The Kleejoss Band y Uncle Sal, y nos envalentonamos y decidimos ficharlos, porque todo sonaba fantástico.
Lo que hemos intentado también es escalonar las diferentes salidas que tenemos preparadas, para pausar algo los tiempos e intentar no saturar. Luego por ejemplo hemos tenido la suerte de que Avendaño tenía el disco grabado y le haremos de sello. Estoy encantado con esto, es de las mejores cosas que he hecho últimamente, sobre todo con la facilidad que lo hemos logrado.
Y el hecho de estar involucrado en el sello, en tu carrera en solitario… ¿qué futuro le deja eso a Milana?
Pues no lo sabemos… La dificultad de Milana está en dos problemas: que nos ha costado mucho hacernos un hueco para que nos llamen, y por otro lado que somos seis, y ponernos de acuerdo y hacer un caché es complicado. Yo no creo que vaya a desaparecer, cualquier día Javi y yo nos ponemos juntos a componer y sacamos un disco. Pero tampoco nos planteamos eso ahora mismo, porque en realidad, si te fijas, no hemos dejado de estar juntos, hemos montado el sello, por lo que Milana sigue ahí, simplemente nos hemos diversificado, y en vez de sacar un disco nuestro vamos a sacar varios de otra gente
Texto: Kepa Arbizu
Fotografías: Sergio Regalado