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Blues en la encrucijada: Scott H. Biram, el blues del siglo XXI

¿Cuál debe ser la sensación que se debe sentir cuando un camión de siete toneladas y media te pasa por encima? Algo abrumador y realmente imposible de explicar con palabras. Pero si la suerte está de tu lado y apenas setenta días después del accidente, tras dos rodillas rotas, un pie destrozado, un brazo partido y varios centímetros menos de intestino, te plantas en una silla de ruedas sobre el escenario del Continental Club de Austin lo mínimo que se puede certificar es que estamos ante un hombre de mucho carácter.

Así es Scott. Un tipo que admira tanto a iconos del punk, el hardcore y el metal como adora a los nombres insignes del country y el blues. Pregúntale por Mississippi Fred Mc Dowell y verás como la luz ilumina sus pupilas. Ataca la música de raíces norteamericana desnudándola de todo artificio, dejándola en carne viva, respirando el más primitivo aire que le dio vida siglos antes. Protegido únicamente por sus guitarras y con diversos cachivaches de percusión por todo equipaje sube al escenario para contarnos, y cantarnos, historias de pecadores arrepentidos, borrachos desconsolados devorados por el arrepentimiento y la culpa, corazones rotos, carreteras secundarias y vías de trenes que encuentran su hábitat entre notas de country desesperado, punk suicida, metal oscuro, rock & roll salvaje y mucho, mucho blues. El de Texas es un One Man Band que encarna como pocos el espíritu de esta sección, demostrar que la música del diablo continua viva y coleando en pleno siglo XXI. Y no solo eso, si no que evoluciona y que sigue presente bajo numerosos pelajes sonoros y en manos de diferentes artistas.

Prácticamente por sorpresa, no había noticias previas, publicó un nuevo trabajo a finales del pasado año 2020. Bajo el título de Fever Dreams (Bloodshot) estamos ante otra grabación, una más, que asienta su nombre como uno de los pilares indispensables de la música de raíces contemporánea. Desde su posición de francotirador, Scott no falla un disparo. Donde pone el ojo pone la bala. Y este nuevo álbum es otro acierto en el centro de la diana.

Sigue en su posición de Juan Palomo, yo me lo guiso y yo me lo como, haciéndose cargo de todo tipo de guitarras (eléctricas, acústicas, dobro, slide, resonator), teclados, percusiones y, como él dice, el resto de efectos especiales. Aunque en esta ocasión se hace acompañar  en un par de temas por Chris Rhoades en el contrabajo y el bajo eléctrico y por Justin Collins en la batería y la aportación de Jonas Wilson en «Hallelu». Y como baza escondida, se guarda un as bajo la manga, la aparición estelar de otro titán como Jesse Dayton que aporta su sapiencia a las seis cuerdas y su vozarrón en una composición de corte country clásico, «Single Again», y en un blues saturado de nitroglicerina que responde por «Monkey David Wine», dos canciones que aparecieron con anterioridad en un sencillo conjunto publicado tiempo atrás.

En American Blues Scene lo describían a la perfección: “Su habilidad para canalizar esa energía frenética que posee hace que a pesar de que sus grabaciones sean cada vez más completas sigan manteniendo la temible atracción fatal de ver a un predicador que te mira a los ojos y te condena al infierno sin perdón”. Biram no defrauda, y si pasa cerca de tu ciudad no te lo pierdas, sobre las tablas es donde podrás ver toda su dimensión como músico.

Manel Celeiro

Fotos: Christopher Cardoza

Sección Coordinada por Manel Celeiro y Eduardo Izquierdo

 

 

 

 

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