Quién de ustedes no conoce a Enuff Z’Nuff? Espero que ninguno, pero si tal fuera su caso, déjeme empezar instándole a poner remedio a ello. No nos extenderemos, pues como con casi todos los artistas de esta sección vamos a centrarnos en su carrera en solitario, pero ello no ha de ser óbice para introducir al bueno de Donnie empezando por la banda con la que se dio a conocer.
Enuff Z’Nuff (Enough’s Enough escrito malamente, ya lo habrán adivinado) saltó a la palestra en 1984 en Blue Island, al sur de Chicago. Con Donnie (nacido Donald Edwin Vandevelde) y Chip Z’nuff (Gregory Rybarski) como fundadores y dúo compositor principal, su primer lustro en activo arrojó apenas unas primeras demos y el single «Fingers On It», que atrajo cierto interés en 1986 al ser incluido en la banda sonora de Henry: Portrait of a Serial Killer. Su primera gran oportunidad llegaría tras firmar con Atco Records, una división de Atlantic, con quien grabaron su debut homónimo en 1989. Incorporando al ex guitarra de Le Mans Derek Frigo y al batería Vik “Vikki” Foxx, la formación clásica -Chip al bajo y Donnie como guitarra y frontman- quedaba establecida. Ese primer disco, una pequeña joya hard rockera de aromas pop y contoneos psicodélicos produjo dos singles («New Thing» y «Fly High Michelle») a los que dieron considerable cancha en la MTV enmarcándolos, eso sí, en una escena glam metal a la que nunca pertenecieron. Algo que Donnie siempre creyó que les hizo más daño que otra cosa.
Así, entendiendo que su música no tenía demasiado en común con W.A.S.P, Mötley Crüe y demás putones de Sunset Strip, para su segundo trabajo Strength (1991) se cortaron un poco con las pintas; y es que nunca fueron unos Bad Seeds en cuanto a imagen, pero lo de su primera época era un puro carnaval. El nuevo disco, como pasaría con el tercero –Animals with Human Intelligence (1993)- consiguió excelentes críticas, sin que las ventas acompañaran como hubieran debido. Tal vez paridos fuera de su tiempo, ambos son dos magníficos álbumes que contaron con cierta promoción pero que no consiguieron darles el espaldarazo que necesitaban. Aquel era el momento, y por desgracia no lo consiguieron. Con Foxx y Frigo fuera del proyecto (reemplazados por Ricky Parent y Johnny Monaco respectivamente), y fichando por sellos independientes, continuarán adelante con una pequeña pero sólida base de fans editando material de primer orden en nada menos que siete discos entre 1994 y 2003; un par de ellos –1985 (1994) y Peach Fuzz (1996)- básicamente con material de archivo, eso sí.
Welcome to Blue Island (2003) sería el último disco en el que Donnie participaría, habiendo dejado el grupo ya el año antes, tras las sesiones. Volvería en 2006, participando en varias giras y el álbum Dissonance (2009), pero en 2013 se volvería a largar y a centrarse en sus propios trabajos, manteniendo una preciosa relación de amor-odio con Chip que dura hasta el día de hoy.
Tiremos atrás ahora, hasta su primera escapada, para empezar con Donnie como autor de sus propios trabajos en una trayectoria tan interesante como errática, marcada por dos circunstancias fundamentales: su inmensa aptitud para la melodía y las canciones pegadizas (en una espiral de influencias con los Beatles como máximos exponentes) y una afición por la mala vida -alcohol, tabaco y psicoactivos sin receta- que han hecho de su carrera una montaña rusa de inmensas canciones y oportunidades desperdiciadas. Donnie es un artista con un talento descomunal, parejo a su capacidad para tomar malas decisiones. Los años de castigarse, que se remontan a mucho tiempo atrás, le han ido pasando periódicamente factura a nivel físico y mental.
Su intermitente falta de sobriedad y sus altibajos emocionales, no obstante, no le han impedido entregar más de un gran álbum, empezando por Just Enough! (2003), su primera referencia en solitario; un disco muy notable, con Chip en algunas partes de bajo, pero que pese al potencial de sus canciones adolece de un sonido apagado y ratonero; algo normal si tenemos en cuenta que fue grabado con un secuenciador de audio MIDI. Un inconveniente, el de la pobre producción, que se repetirá en varios otros de sus títulos, muy especialmente con su siguiente referencia. This & That (2004), publicado bajo el nombre de Don E Vie es un espectacular sacacuartos de pésima calidad, vendido a través de su propia web y editado en Cdr. Como complemento para quien quiera tenerlo todo de él puede valer, pero la ínfima calidad de su sonido hace de esta recopilación de demos y temas inéditos (tampoco demasiado inspirados en su mayoría) uno de sus discos más prescindibles. Un poco más de interés tiene DVieD-EP (2006), un EP con seis temas (tres propios y tres versiones de Gordon Lightfoot, John Denver y por supuesto, los Beatles) acompañado de un DVD con material de archivo -entrevistas, clips, apariciones televisivas- de Enuff Z’Nuff en distintas épocas.
Durante la segunda etapa con su vieja banda, el silencio discográfico a su nombre solo se rompió el primer año, publicando por su cuenta Extra Strength (2007), una curiosa relectura en clave acústica del potente tercer disco del grupo. Cinco años siguieron sin una nueva referencia, espera que terminó cuando a finales de 2011 supimos que su segundo trabajo en estudio estaba ya terminado. Y menudo trabajo. Wrapped Around My Middle Finger (2012) era por fin el disco de Mr. Vie que podía mirar de tú a tú a sus grandes obras del pasado, once dianas entre el hard glam y el bubblegum pop que hacían augurar -con todas las reservas por parte de los que ya conocíamos su gafe casi eterno- una especie de segunda juventud. «Wunderland», «Lisa» (con ese riff saqueado a los fab four), «Now Ya Know», «Flames of Love», «Smokin’ Hot Lollipop» o el propio trallazo que abre y titula el disco son enormes temas que, de nuevo y como siempre, cosecharon tan buenas críticas como modestas ventas.
Paralelamente a Wrapped Around… encontramos su nombre en una colaboración absolutamente inesperada: un disco de rock progresivo a medias con Hoyt Binder, un guitarrista de Los Angeles quien, buscando una voz para su proyecto Primitive Overflow se topó con nuestro hombre, el cual se involucró asimismo en tareas de composición y coproducción. Tal vez no haya muchos aficionados al progresivo que sean fans de Donnie (personalmente conozco alguno, y me incluyo), pero aun así deberían darle una oportunidad a Honor Way Down (2012), el álbum resultante. Puede que se sorprendan.
Tras una etapa de intenso trabajo en el estudio, como hemos visto, al año siguiente se embarcaría -bajo el nombre de Magical History Tour– en una serie de fechas acústicas por Reino Unido e Italia junto a Baz Francis, artífice del interesante proyecto Magic Eight Ball; Baz no tardaría en convertirse en su compadre del alma, sirviéndole de apoyo no solo en lo musical sino también ejerciendo de asesor personal (por llamarlo de algún modo), manteniéndolo centrado y alejándole de las drogas en la medida de lo posible. De esos conciertos, por cierto, saldría buena parte del material para Goodbye: Enough Z’Nuff, un doble CD y DVD en directo editado en febrero de 2014.
La cosa parecía pues un tanto encarrilada en los últimos tiempos, pero Donnie es experto en tropezar mil veces con la misma piedra. Ese mismo verano aparecía en las redes una noticia tan estrambótica como típica de él: Micheal Hurst, cantante de una banda local de Maryville, Tennessee, llamada Dirty Gunnz, quiso ayudar a Donnie ofreciéndole su hogar para que reiniciara el proceso de composición cara a su nuevo álbum. Una buena obra, motivada por el respeto que le profesaba, que mutó en sorpresa cuando descubrió que este, poco después de instalarse en su casa, había montado en su habitación un mini laboratorio para fabricar metanfetamina. Decepcionado, Hurst no quiso tener aquello cerca de su familia y le pidió amablemente que se largara.
Ese año 2014, en cualquier caso, sería especialmente productivo (en lo musical, me refiero) para él, pues a primeros de diciembre, con la enésima referencia en el título a quien ya sabemos, presentaba The White Album. Un doble disco en estudio que le sirvió de cajón de sastre (el título provisional había sido All In) y sobre el que, entrevistado en su momento, declaraba: “he hecho un doble álbum porque quería ventilar los archivos, limpiar los cajones. Una vez limpié esos cajones escogí el mejor material. Algunas canciones de las que aparecen en el segundo disco quedaron en modo “trabajo en progreso”, desafortunadamente. El tiempo y los medios impidieron que pudiese perfeccionar esas canciones”.
Efectivamente, el disco es brillante en determinados momentos, pero descompensado en conjunto. Editándolo como sencillo y escogiendo los temas más trabajados, estaríamos posiblemente hablando de un disco de diez.
Al año siguiente volvería a la carretera con Baz. Y sería entonces, en septiembre concretamente, cuando se presentó la oportunidad de verle en directo en la sala Rocksound de Barcelona. Y aunque no soy muy dado a la anécdota personal, en esta ocasión no me resisto a comentar la jugada. Porque los pocos fans que nos congregamos disfrutamos de un magnífico concierto, pero disfrutamos en igual medida de cuatro detalles muy reveladores de su personalidad y su sentido del humor. Primero nos lo encontramos deambulando por la puerta de la sala con un bastón y una férula en el pie; al preguntarle si se había lesionado (se había roto el tobillo, supimos después) dijo que no, que lo llevaba porque molaba, que estaba de moda. Añadiendo que no pensaba quitársela porque así ¡lo llevaban en silla de ruedas por los aeropuertos y conseguía buenos asientos en el avión! Una vez dentro de la sala, me intrigó ver a Baz dejando un ticket del McDonald´s, garabateado, en el suelo del escenario. Cuando percibí que iba echando un ojo de vez en cuando, me di cuenta de que aquello ¡en realidad era el set list! En fin, una noche mágica y surrealista que el propio Donnie -agradecido cuando le felicité al final dándole la mano- comentó que había sido la mejor de la gira.
En septiembre de ese mismo año apareció The Best Of, un recopilatorio sin formato físico en itunes y demás plataformas; la foto que ilustra los temas, por cierto, está tomada en el concierto de Barcelona. Y poco más a nivel público hasta tres años después, con la esperadísima noticia de un nuevo álbum. Un adelanto del mismo en octubre -el tema «I Could Save The World»- dejaba salivando a los fans, que casi se ahogan cuando al mes siguiente por fin se editó Beautiful Things (2018), muy posiblemente su álbum más inspirado hasta la fecha. Imposible ponerle un pero a canciones como la citada, «Plain Jane», «Fallin’ Through The Pages», «Whatever» y en fin, a un conjunto de temas para los que la palabra sobresaliente se queda muy corta. Con un collage en portada a base de fotos de fans (que pagaron veinticinco dólares por aparecer en ella), en el trabajo colaboran nombres de cierto postín como su amigo Paul Gilbert (Mr. Big), Roger Joseph Manning Jr. (Jellyfish) o Matt Walker (Garbage) entre otros. ¿Repercusión a todo ello? Estamos en las mismas. Sus seguidores en una nube, y el resto del mundo en la inopia.
Y así llegamos hasta el día de hoy, cerrando edición con un video en el que versiona el «Instant Karma» de Lennon al tiempo que lanza un mensaje contra el bullying, un serio problema que él mismo sufrió de pequeño, y un single –«All My Favorite Things»- lanzado en plena pandemia.
¿Qué noticias traerá el futuro sobre él? ¿Seguirá siendo esa mezcla de persona dulce y sensible envuelta en un casi permanente halo de cinismo? ¿Podrán su talento y su suerte vencer la batalla a los problemas de salud -hace poco una pancreatitis casi lo manda al otro barrio- y su tendencia innata a la chapuza? ¿En un negocio en el que apenas tiene amigos, habrá alguien que por fin le abra la puerta que necesita para no tener que autoeditarse discos tan brillantes como este último? El tiempo lo dirá, mientras cruzamos los dedos.
https://www.youtube.com/watch?v=sWxPEhEgYwA
Eloy Pérez