Sobre muchas y muy diferentes cosas nos canta este cantautor de folk-rock granadino con clara vocación poética. De hecho comenzó mucho antes con la poesía. Su padre también es un afamado poeta y flamencólogo. En sus interesantes letras caben temas tan variados como el pájaro que titula su nuevo y segundo disco. Deja espacio al hedonismo cuando hace falta pero también nos habla de consciencia, soledad y redenciones. Eso sin dejar de lado temas tan candentes en la sociedad actual como el Covid o la necesidad de una verdadera revolución y que no se nos vaya la fuerza por la boca como titula el single de presentación de su flamante Pájaro De Las Delicias. Bello disco con una docena de canciones, de las más de 70 que tiene preparadas, con la prestigiosa producción de Gonzalo Lasheras (Iván Ferreiro, Aute, Drexler, Miguel Ríos, Silvio Rodríguez) y con músicos de primer nivel que algo verán en Delgado para acompañarle en esta más que hedonista aventura.
Tu vocación inicial fue la poesía y de hecho te consideras más poeta que músico. Vamos a lo que más nos gusta. ¿Qué fue lo que te empujo a meterte en este mundillo tan poco convencional e inestable, ahora más que nunca?
Creo que la música, como la poesía, te encuentra a ti, al menos como yo las concibo. Puedes canturrear en la ducha o intentar cazar un sueño. De alguna manera siento que no elijo y hay una parte no consciente en este camino.
Suponemos que el tema de la poesía te viene de casta por tu padre. ¿Por qué no también el flamenco?
Mi padre me ponía a rimar con mis hermanos con tres años. Es un poeta enorme, sin pretensión alguna pero de otro nivel. El flamenco me encanta pero la poesía de otras músicas me atrajo más. Con el tiempo de todos modos he descubierto a mi madre como artista y he entendido más el origen de todo.
En tu currículo se habla mucho de Bob Dylan, de tocar el «Angie» de los Rolling Stones o de los Guns ‘N Roses. También de cantautores como Silvio Rodríguez o Leonard Cohen y de francotiradores como Andrés Calamaro, Antonio Vega o tu colega Pablo Fugitivo. ¿Gustos bastante clásicos, no?
Creo que el virtuosismo y la poesía se han deteriorado con el tiempo. Sé que hay muy buena música actual pero cuando uno se expone es fácil toparse con lo clásico y tener ya el listón muy alto y mucha música por la que perderse “trasnochao” y de la que impregnarse aunque sea un poco. Yo tuve que nacer en los 60, definitivamente. Diría que a mi colega Pablo Fugitivo, con el que he tenido la suerte de hacer amistad y compartir tablas, tampoco le importaría haber nacido en esa década.
¿Te tira más el lado rock-folk de los grandes en inglés o te quedas más con el lado cantautoril en castellano?
Cada artista puede fascinarme pero tipos como Dylan, Cash, Young o Cohen hacen un contrapeso imbatible para mí. Traduces las letras y son una locura. Por otra parte creo que la cultura anglosajona, por la coyuntura histórica, fluyó más libre durante décadas y lo noto en matices que me atrapan.
Sorprende que te movieras de una ciudad con tanto ambiente musical como Granada. Primero a Levante y luego, ya algo más normal, a Madrid. ¿Qué ibas buscando?
Al Levante me fui por amor. En Granada apenas llevaba dos años tocando la guitarra, coincidiendo además con una etapa formativa laboral muy potente. Empecé ya mayor con esto y no tuve la oportunidad de conocer mi ciudad a ese nivel artístico. He de decir que la Murcia de aquel entonces me sorprendió. Murcia es una ciudad muy interesante y me costó irme a Madrid pero en algún momento vi el camino tan claro que no hacía falta arrojo alguno. Bares, gente de mucho nivel, movimiento. Era un paso deseable.
Creo que eres pediatra por convicción pero también por lo bien que te trataron en su momento estos médicos especializados. ¿Has conseguido unir esta pasión laboral con el tema musical en alguna actividad de la que te sientas especialmente orgulloso?
Toqué en el hospital Virgen de las Nieves para los peques de oncohematología, en un día que no voy a olvidar jamás. Aquel sitio donde sufrí de paciente, donde luego me formaría y correría por sus pasillos como residente de pediatría y donde luego volvería reconvertido y curado como músico. He vuelto a tocar en iniciativas hospitalarias muy bonitas como “Música en Vena” pero con la crisis actual todo se ha detenido.
Por cierto, nos gustaría que nos contaras un poco tu temprana experiencia con la enfermedad. ¿Qué queda del pequeño “Cuco” aún dentro de ti?
Tuve una enfermedad muy grave y rara llamada aplasia medular, con debut a los ocho años. Estoy vivo de puros milagros enlazados. Cuco es una canción de mi primer disco que habla de la presencia de mi madre (actualizada en alguna recaída hace años) durmiendo en un sillón, en esos interminables ingresos de hospital, a veces en Badalona, muy lejos de casa. Solía despertarme diciendo “hola, Cuco”. Yo voy a ser “Cuco” siempre y mis padres siempre serán unos héroes a los que debo la vida. Compensa enfrentarse a los miedos y la ansiedad para acceder a la magia e ilusión de ser niño.
Vayamos un poco más de nuevo al tema musical. ¿Qué recuerdos guardas de tu debut con El Mundo En La Boca de ya hace 4 años?
Aquel fue un disco medio auto-producido, con muy poco tiempo de bagaje y una etapa rara. Lo recuerdo como muy emocionante y cometí mil errores y he tenido que reconciliarme con él, pero solté mucho lastre en su música y letras, aprendí y disfruté mucho y de alguna manera fue el paso inicial de un camino más profesional.
¿Y qué te ha traído hasta la grabación del actual Pájaro De Las Delicias, con un pedazo de single de presentación como «La Fuerza Por La Boca»?
En algún momento cogí confianza y tras un par de viajes tanteando Madrid, pensé que esta música podía trascender a un mayor nivel. He puesto toda mi ilusión, esfuerzo e inversión, he cambiado mi modo de vivir, la vida me ha cambiado, la música ha crecido y han nacido temas como este single, y un disco que supone un crecimiento importante.
Supongo que satisfecho con la producción y la colaboración musical de un grande como Gonzalo LasHeras…
Gonzalo es enorme profesionalmente pero también como persona. Es un tipo del que no dejas de aprender, con un palmarés brutal. Tiene un don y un modo muy puro de entender la música. He tenido mucha suerte y además hemos hecho amistad más allá del proceso de trabajo, lo cual es un regalo.
También será importante para ti y para el sonido de tus nuevas canciones el acompañamiento de músicos del calibre de Marcelo Fuentes, Jota Marsán, Tito Dávila o Vicente Climent. ¿Orgulloso de tan buena compañía para un desconocido o es que pagas muy bien?
Ha sido un debate interno. He remunerado lo establecido, que estaba dentro, por suerte, de mis posibilidades, y en realidad creo que es poco. La cultura vive un momento difícil. Yo vivo la parte que me toca en los incontables viajes tocando y palmando o apenas sosteniendo el viaje. Cuando estaban participando yo estaba muy atento de ver cómo sentían los temas y a veces les preguntaba. He sentido motivación por esta música, en especial por parte de Tito Dávila, un monstruo que ha sido muy partícipe de este disco. Conclusión de mi debate: orgulloso.
Ya hemos dicho en nuestro titular que te atreves a tocar temas tan controvertidos como el Covid, la soledad, el paso del tiempo, el desamor, la redención, así como el hedonismo sin sentido y hasta la revolución. ¿Qué te empuja a crear estas letras?
Mi proceso de composición es muy loco. El grueso de una canción sale en pocos minutos y luego es perfilar. Tengo esa rara y preciosa sensación de que no lo he hecho yo, de no ser consciente. Eso me ha llevado a pensar que realmente me curo de las cosas, de las crisis, de las ideas y los miedos, dejándolos salir en ese idioma y forma.
¿Tus canciones surgen de tus poemas o son dos facetas totalmente diferenciadas?
Las canciones tienen otra autonomía porque nacen jugando con la guitarra y adoptando ya la musicalidad y la estructura, que en este tipo de música no es una estructura clásica de poema. Sin embargo son poemas. Luego hay otros poemas que nacen para no tener melodía.
Me encanta la temática de temas tan candentes como «Espectros Del Covid» o «¡Viva La Revolución! ». ¿Todavía sigues creyendo que la revolución es posible, más aún dentro de esta pandemia imparable que, finalmente, parece que está sacando más nuestro lado malo que el bueno?
La revolución como yo la concibo no tiene precedente histórico y será tan posible como indispensable. Creo que estamos por ver tiempos muy duros pero también creo que el ser humano ha dado muestras del mayor humanismo en los peores momentos. Sé que cada día cuesta más creerlo porque vivimos un deterioro tan rápido que hace a veces pensar en lo peor pero precisamente de lo peor nacen las revoluciones sociales, del pensamiento y del arte. A lo mejor nos toca ser una especie de partisanos. Lo seremos.
Texto: Txema Mañeru