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Blues en la encrucijada: Hendrik Röver & Los Míticos Gt’s, había quien decía que nunca volvería a tocar blues

Muchos son los que aseguran que el blues está muerto. Pues desde aquí vamos a demostrar que no. Que está más vivo que nunca, y no solo eso, sino que ha sufrido múltiples mutaciones. Y que blues hay hasta debajo de las piedras. Blues bastardo, quizá. Pero a fin de cuentas, blues.

Durante el último, y confinado, festival de blues de Cerdanyola, veterano certamen por el que han pasado figuras de primera línea y que durante los años de esplendor económico estaba entre los mejores de Europa, actuaron en el Teatre Ateneu de la citada cuidad Hendrik Röver y Los Míticos GT’s. Es decir, Toño Baños a la batería y Goyo Chiquito al contrabajo acompañando al cantante y guitarrista de origen alemán aunque más cántabro que el cocido montañés. No hace falta presentación alguna de Röver, emblema del ritmo y blues patrio durante muchos años en la primera etapa de Los Deltonos para posteriormente evolucionar hacia el rock norteamericano de raíces, tanto con la banda como en sus aventuras en solitario, bien en su faceta de cantautor acústico o bien con la compañía de los GT’s.

No obstante, a tenor de sus últimas entregas discográficas se intuía una cierta vuelta a esas raíces bluseras, es evidente que el último par de ases de Deltonos, el homónimo editado en 2017 y Fuego (enero del 2019) retomaban de alguna manera riffs y patrones rítmicos propios del género que conviven sin problemas con el rock & roll de amplias miras que fabrica junto a Pablo Z, Fernando Macaya y Javi Arias.

Vuelta que cristaliza en Vamos A Morir, el postrer larga duración junto a  los Míticos que vio la luz en diciembre del pasado 2019. Ahí sí que el blues recuperaba parte del protagonismo que ha tenido durante parte de la trayectoria artística de Hendrik. Y hasta él mismo lo reconoce abiertamente en algunos de los textos de presentación del mismo: “En vista de que los conciertos de HR & Los Míticos GT’s han mutado con los años de «dúo acompaña a cantautor» a «trío de tarados ejecutan rock & roll desenfrenado» planteé éste disco desde el principio como una colección de canciones sino todas rápidas, si más densas de lo que se podía adivinar en los discos anteriores. Recuperé en mis playlists a Hound Dog Taylor, los Paladins, Chuck Berry y (si, otra vez) a Rockpile y éste es el resultado. Boogie, Shuffle y Rocanrol. Total, vamos a morir…¡¡pues pasémoslo bien antes!!” O también, refiriéndose al E.P. Blues (2020): “Durante la preparación de Vamos A Morir por eso de ambientarme, después de mucho tiempo volví a escuchar algo de blues y me quedé con las ganas de grabar alguna de esas míticas tonadillas. Pues aquí están, en esta especie de spin-off del hermano mayor. A disfrutar.”  Vaya, vaya… Hound Dog Taylor, Paladins, Chuck Berry, Boogie, Shuffle… Blanco y en botella.

¿Recuerdan como empezaba este texto? Si hombre, en el Festival de Blues de Cerdanyola, donde antes de empezar un tema el guitarrista se acerca al micrófono y dice (más o menos que ya ha pasado más un mes desde el concierto): “Había quien decía  que nunca volvería a tocar blues, pues bien, amigos, se equivocaba”. Y eso es lo que suena en ese compacto de cuatro canciones del que hablamos, un tremendo regreso a la música del diablo a través de un póker de versiones de las que Los Míticos y él se adueñan con su proverbial desparpajo y solvencia. Y es que, y creo que esta frase también es de su cosecha, “tocar blues es como ir en bicicleta, no se olvida, solo hace falta desoxidarse un poco”.

Abren con un clasicón de tomo y lomo, «I Can’t Be Satisfied» de Muddy Waters, ritmo trotón, slide serpenteante, siguen haciendo una visita a aquellos peludos que revitalizaron el estilo interpretando «So Sad (The World’s in a Tangle)», que aparecía en el Future Blues que editaron Canned Heat en 1970, para después darle duro a «Give Back My Wig», original de uno de los jefes del cotarro, el nunca bien ponderado Hound Dog Taylor, maestro del bottleneck y el boogie que da pié al lucimiento instrumental del trío. Ponen punto final con otro tótem del negocio, el lobo aullador, el gigantón Howlin’ Wolf y su «Killing Floor», ejecutado con un tono menos dramático que el original y acercándolo a postulados ritmanbluseros.

En fin, no sabemos lo que nos deparará el futuro, lo que si queda claro es que sea con Los Deltonos, en plan llanero solitario o escoltado por los GT’s llevamos más de treinta años disfrutando de música en mayúsculas. Que sean muchos más.

Manel Celeiro

Sección a cargo de Eduardo Izquierdo & Manel Celeiro

 Más información:

https://hendrikrover.com/music

https://losdeltonos.com/

 

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