Encuentros

Chucho, a corazón abierto

 

 

 

A Fernando Alfaro se le conoce de sobras en esta casa. Autor de muchas de las mejores letras del rock español, alquimista de sonidos y estilos dotado de intransferible personalidad propia, acumula un buen puñado de discos sobresalientes en su haber. La noticia del (nuevo) regreso de Chucho a la actividad tenía al personal ojo avizor, y la publicación por estas fechas de su nuevo álbum, Corazón Roto y Brillante, solo confirma las mejores sospechas. ¿Uno de sus mejores trabajos? Él mismo nos lo explica.

El título del álbum ya muestra el contraste expresado en las letras de vuestras nuevas canciones. Corazón roto y brillante. Las canciones destilan las dos caras de una relación rota, ajustes de cuentas y un poso indisimulado del rastro que deja el amor… ¿cómo conseguiste el equilibrio? ¿Ha sido una ecuación natural o has tenido que controlar que el dolor no se impusiera a los buenos recuerdos, o viceversa?

La verdad es que no tuve que esforzarme: las canciones me salían así. Supongo que el simple hecho de agarrar la guitarra y escribir una canción ya es un acto de esperanza, o de fuerza. Y las canciones, partiendo de una situación obviamente dolorosa, me salían con una especie de luz, y además bastante punkies muchas de ellas… Es como ir en un coche reluciente y tener un accidente que te pilla lleno de amor y entonces todo ese amor se libera, o algo así. A pesar del dolor hay, como decías, recuerdos imborrables y todo ese amor que se libera es también amor hacia el futuro. Que será brillante, ya verás como sí.

Álbum conceptual, algo poco corriente en los tiempos que corren…

Yo siempre fui bastante reacio a los discos conceptuales de la época post-hippy. Siempre fui más del álbum como eso: un álbum de fotos o una colección de singles previos o de canciones por supuesto autónomas. No hablo sólo de los LPs de pop y r’n’r de antes de Dylan, que fue, creo, el primero que “escribía álbumes” completos. También de discos como el primero de The Clash o el Never Mind the Bollocks y tantísimos otros. Entonces, para mí Corazón Roto y Brillante es ambas cosas a la vez: un disco directo de canciones pop que funcionan perfecto cada una por separado –pudimos comprobarlo con los cinco singles/vídeos que publicamos antes del álbum– y también un disco conceptual, en cuanto a que todo el disco está vertebrado por la historia de una pareja rota. Y en cierto modo, las canciones, ahí juntas, se potencian unas a otras y ayudan a contar esa historia. Una historia poliédrica por otro lado.

Como es marca de la casa, y de tu carrera, las letras son tremendamente potentes, con poderosa carga emocional. ¿Exorcismo?¿No te da reparo exponer tus sentimientos abiertos en canal?

Es que creo que si no pones toda la carne en el asador, si te quedas a medio y no llegas hasta el final, no sirve para nada todo esto. Y yo he dedicado mi vida a ello, a la música, a hacer canciones. Que también funciona como una especie de catarsis para tímidos. Se lo he escuchado a bastantes compañeros de profesión, que se definen como tímidos y con una especie de pudor a mostrar emociones en la vida real. Por eso hacemos canciones, probablemente.

Musicalmente, algo también muy presente en la trayectoria de Chucho, jugáis con múltiples estilos musicales. ¿Cómo los escoges?¿En función de lo que vas a cantar te inclinas por uno u otro?

Hay un primer momento, el de la canción cruda, cuando “la haces” al principio y de forma algo primitiva la tocas y la cantas y se va formando la letra, en que ya es la propia canción la que decide el estilo musical que va a tener. Por decirlo de alguna manera. Después, en el momento de grabarla en maqueta o en el momento de mostrársela al grupo y, cuando ellos de repente la asumen y la hacen crecer –este crecimiento, con Javier (Fernández) y Juan Carlos (Rodríguez) es espectacular– ahí es cuando muchas veces decidimos dar volantazos al asunto, extremar todavía más lo que está contando la canción, y encontrar estilos que muchas veces nos sorprenden también a nosotros. Hay muchos ejemplos de esto: en este disco, el final dub-pop de “La Carretera de la Costa”, el rollo Devo de la entrada de “Corazón Roto y Brillante”, las guitarras de “Hoamm” entre el psychobilly y los Dead Kennedys… pasa todo el rato y en todas las canciones. Es otra forma del punk: llegar al extremo, al que sea.

¿Es el rock más primitivo ideal para ir al grano? La rockabilly “Hoamm” es de las más explícitas del lote, y en “Espalda brillante” cantas que no vas a perdonar jamás…

En estos casos juega más lo que te comentaba de qué estilo, o qué forma musical me pide esta movida que quiero contar. En el caso de “Hoamm” ya desde el principio, junto a melodía, acordes y rítmica rockabilly o a lo Adam and the Ants, surgió esa onomatopeya de Hoamm como un trasunto de los celos y de lo irracional en el amor, y el sonido que iba a tener, que por cierto luego lo conseguimos mezclando mi voz deformada con sintetizadores analógicos puestos al límite. En el caso de “Espalda Brillante”, esa especie de letanía antigua, de canto del anacoreta descreyendo de toda intención política, justo después de soltar a su ex que no la va a perdonar jamás, y a la vez diciendo a todo el mundo que lo siga, que siga su antorcha brillante hacia el más allá… Todo eso me pedía que tuviera esta forma como de blues primitivo y un poco gospel. Psycho-gospel, al final. En eso Javi y Juan Carlos fueron como siempre determinantes.

Y en “La carretera de la costa” escribes que no quieres llegar, solo vivir. ¿No existe la meta, o no la buscas?

Esta canción –como la mayoría en el disco– es a la vez una metáfora y una descripción de la realidad: es cierto que, en todos los viajes que he hecho y que haré, siempre he preferido la carretera de la costa, donde puede pasar cualquier cosa. Pero a la vez es una declaración de principios vitales. La meta por la que me preguntas, la meta de la vida es morirse. Y otro tipo de metas, ya sea económicas, profesionales o lo que sea, normalmente sólo te dejan al final una sensación de vacío, que es lo que es al fin y al cabo la muerte. Por eso yo aprendí hace tiempo a disfrutar el camino y a no agobiarme. En primer lugar, tocando: sobre todo tocar en directo al principio me rayaba sobremanera, me paralizaba, lo pasaba fatal, antes de estar ya en el escenario, claro: una vez empiezas a tocar ya todo cobra sentido siempre. Y poco a poco empecé a encontrarle el gusto incluso a esos momentos previos, me di cuenta de que la vida era eso, y ahora disfruto de ello, y también de por ejemplo el puro viaje, o de hacer promoción y entrevistas como esta misma. Aprendes a aprender.

Has dejado de vivir en Barcelona, donde residías desde hace tiempo. En “Otra ciudad” afirmas que eres un fantasma en todas partes, incluida tu propia ciudad. ¿Toca seguir buscando, o hay que cerrar el círculo y regresar a los orígenes, a los recuerdos que quedan plasmados en el espacio familiar que citas en la misma canción?

Sí, diez años estuve viviendo en Barcelona y no te imaginas lo que la echo de menos. En estos momentos vivo aislado, yo solo en una casa de mi familia, en las estribaciones de la sierra albaceteña. Justo entre el Quijote y Amanece que no es Poco, que se rodó a 9 km de aquí. Vine buscando hueco para escribir, hueco que se hizo enorme con la pandemia y el confinamiento. Pero normalmente andaré como siempre, dando tumbos por ahí. Al final en esta profesión pasas casi la mitad de tus días fuera de casa. Es un poco… rollo nómada. Por otro lado, las dos niñitas que aparecen como fantasmas en esa canción y que eran en efecto reales, mis dos hijas, ahora ya tienen 20 y 22 años y tienen su vida y vuelan alto ya. Nunca se puede regresar a los orígenes porque los orígenes son fantasmas.

Chucho ha tenido varias etapas, periodos de actividad desenfrenada y parones considerables. ¿Habéis vuelto con planes de largo recorrido?¿Aparcas tu carrera como solista?

Vivimos expuestos a las circunstancias. Aparte de que la vida es en gran parte un caos, cada uno de los tres vivimos en un sitio: Juan Carlos en Leeds, yo antes en Barcelona y ahora en Albacete, y Javi en Guadalajara, por suerte no en la mexicana sino en la castellana… Y lo cierto es que estamos súper a gusto juntos. Eso rebasa las distancias. Pero la verdad es que en este momento no se puede hacer planes, por toda esta situación que nos ha caído.

¿El disco se ha grabado en estricto formato de trío, o ha colaborado alguien además de vosotros tres?

Prácticamente todo, nosotros tres. Decidimos, y creo que con acierto, que la sección rítmica en el disco fuera la que siempre fue con Chucho, y grabamos, en el estudio en Barcelona, Javi baterías y Juan Carlos bajos, y yo mis guitarras rítmicas y ponzoñosas, y la voz. Y a partir de ahí Javi metió teclados increíbles y programaciones, percusiones y coros, y Juan Carlos (que desde ‘Los años luz’ decidió dejar el bajo en directo y tocar la guitarra, porque además él fue el que grabó las guitarras más guays en todos los discos anteriores) tocó todas esas guitarras tan finas y a la vez brutales del disco. También hizo coros Juan Carlos, claro. Y luego también hubo recordings que cada uno grabó en su estudio en casa y nos fuimos enviando. La única colaboración externa (aparte de Sergio Pérez, el productor culpable del sonidazo del disco, que también grabó algunos teclados adicionales y coros) fue la de mi hija Natalia, que hizo los coros de ‘La carretera de la costa’. Por cierto, ella ahora también canta y toca y hace sus canciones, bajo el nombre de Lea Leone. Justo ahora, está grabando.

En cuanto se instale la famosa “nueva normalidad” y se pueda volver a asistir a conciertos en vivo, supongo que tenéis planteado presentar las nuevas canciones en directo. ¿También vosotros tres, o con algún músico de apoyo como en ocasiones anteriores?

Sí, nosotros estamos trabajando ya en la nueva gira, esperando, con una esperanza pragmática, que todo va a ir bien. Para directo hemos tenido mucha suerte y vamos a contar con Jordi Sapena (Capricornio Uno, y antes Tórtel o La Habitación Roja) a los teclados, y Darío Garrido (Sangris) al bajo. Ya estábamos ensayando juntos pero entonces estalló toda la situación y todo se aplazó. Ahora vamos a retomar los ensayos, que eran ya una cosa muy guay.

¿Qué puedes contar del libro, Pere y María, que va a aparecer al mismo tiempo que el disco?¿Complementarios?¿Piezas independientes que pueden encajar pero no se necesitan el uno al otro?

En realidad es un relato de no más de 60 páginas, que con ilustraciones, letras de las canciones, etcétera, se convierten el 100 en el libro. La idea la tuve a la vez que empecé a escribir las canciones. Parten de la misma historia o torbellino emocional. Pero al final, una vez terminado el disco y cuando ya teníamos el orden de las canciones, que fue cuando me senté a escribirlo, decidí darle la misma estructura al relato, y que cada uno de sus 12 capítulos se titulara igual que la canción correspondiente. Esto era un reto bastante motivador, porque me obligaba a que el argumento siguiera la pauta marcada por el track list del disco. Hay una especie de juego continuo entre el relato, su argumento y sus personajes, y los de las canciones. Obviamente el libro no es una explicación de las canciones, porque las canciones no se pueden explicar, puesto que son sobre todo elucubraciones o palos de ciego. Lo que sí hacen es ampliarse mutuamente, abrir caminos. Eso sí: funcionan también independientemente el uno del otro.

Por último, Corazón Roto y Brillante se publica en vinilo y formato digital. ¿No existirá versión en cd?

Sí, sí que lo hemos editado también en CD. Algo que hoy día no suele hacerse. Yo mismo insistí en ello porque sé que nuestros seguidores tienen todos o casi todos nuestros discos en CD –los tres primeros, los de la etapa Virgin, nunca se editaron en vinilo: eran otros tiempos–. Y no era cuestión de fastidiar a los nuestros, si quieren mantener su colección.

 

Texto: Alfred Crespo

 

 

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