John Doe siempre ha pintado imágenes en su mente para imaginar el futuro. Pero ahora confiesa que no sabe qué pintar porque se siente incapaz de elucubrar qué demonios va a pasar. No es para menos: de la noche a la mañana la onírica distopía de la que hablaban las canciones de X se ha materializado en una pandemia que se extiende por todos los callejones del mundo. Atónitos, con toda su agenda cancelada y tratando de sacar algo en claro de todo este cacao, la banda adelanta por sorpresa la publicación de su primer disco con material original desde el ninguneado Hey Zeus! de 1993.
Después de dos décadas reuniendo a X para girar bajo distintos pretextos, John Doe vuelve a descender hasta el refugio emocional que comparte con Exene Cervenka para renovar la alianza que en 1980 los convirtió en la pareja más sofisticada, sensible y afilada del punk de Los Ángeles. La legitimidad de su confabulación viene rubricada por la presencia de Billy Zoom; prodigio indispensable para la fórmula X que no grababa un álbum largo con la banda desde el diluido Ain’t Love Grand de 1985. El resultado del plan maestro, este fabuloso Alphabetland, es un elepé voraz y mordaz que en menos de treinta minutos celebra la redención y canta al colapso de las tierras prometidas.
Rob Schnapf, productor de Elliott Smith, Fu Manchu y Beck, acierta en el centro de la diana punk reforzando el sonido del grupo con una complexión que hasta ahora solo exhibían sobre el escenario. Tres de las once composiciones que nutren Alphabetland han sido rescatadas del pasado, pero son las nuevas canciones las que lo catapultan a la altura de los cuatro primeros discos del combo X. Sus hipnóticas y pegajosas melodías forman una irresistible amalgama con la certera poesía de Cervenka y Doe. En Alphabetland, el dúo vuelve a contagiar como en los mejores tiempos: haciendo arte del rock’n’roll y convirtiendo la realidad en un coche con el que escapar hasta que lo imposible cobre significado.
Texto: Rafa Suñén
