Se suele decir que cualquier tiempo pasado fue mejor. Algo que se puede aplicar al genio de Maryland a día de hoy, puesto que una más que justificada jubilación sería quizás lo más digno que podría hacer. Y es que esta vuelta al universo del exitoso 300 —subtítulo: La caída de la casa de Darío y el ascenso de Alejandro— deja de tener sentido, salvo nutrirse de la popularidad de aquel para conseguir prolongar una carrera que en estos momentos es más un lastre que una bendición.
Lo que lo que hacía valioso a su predecesor era una de las constantes en la carrera de Miller; la lucha de David contra Goliath. Ejemplificada en otros trabajos —sin ir más lejos, la primera entrega de su aclamada Sin City— que refleja el propio enfrentamiento del autor con las dos grandes ‘’majors’’ de la industria del comic-book. Poco sentido tiene excepto por lo argumentado antes. El amigo Frank cada vez descuida más el dibujo o, en cualquier caso, está años luz de su época dorada. Ahora, el gran acierto de Xerxes es la narrativa, de la cual el creador de Ronin siempre hace alarde, como fiel discípulo de Will Eisner. Hace tiempo que muchos perdimos la fe en lo que nos podía ofrecer actualmente, pero esta obra tiene puntos para que más de uno hagamos las paces con uno de los autores más influyentes en nuestras vidas.
Texto: Jordi del Río