Breves

Adiós a Phil May, el alma y la voz de The Pretty Things

 

Sobrevivió a una escena de película mafiosa en un oscuro apartamento en París cuando se encontraba viviendo sus horas más sórdidas, tiroteo incluido, después de que sus propios compañeros de banda se cansasen de su errático comportamiento. El alcohol y la droga no pudieron hacerle el más mínimo rasguño. El tabaco, a sus setenta años, le puso en jaque los glóbulos blancos en plena fiesta del Pilar; se pasó al cigarrillo electrónico y listos. Décadas de viajar en furgoneta trillada partiendo desde Inglaterra destino al resto del mundo, tampoco le hicieron mella. ¿El maldito Coronavirus? Bah, otra tacha en la lista. No, lo que ha matado a Phil May ha sido un desafortunado accidente de bicicleta y la posterior operación de cadera. Qué irónico. Uno de los tipos más salvajes del rock, el mismo al que Peter Grant tachó de incontrolable (aunque el bueno de Phil no fue por ahí vendiendo su personaje), ha dejado este mundo porque salió a dar un paseo en bicicleta.

Los Pretty Things lo acababan de dejar. Su testamento discográfico, el magnánimo doble en vivo que recoge su última actuación en Londres, The Final Bow, salió a la venta recientemente. Precisamente, fue en un viaje reciente a Londres (antes de que empezase a globalizarse esta pesadilla pandemica) que le vi en directo por última vez: como invitado especial de su colega Arthur Brown. Su presencia, y la de Dick Taylor, no estaba anunciada, como sí lo estaba la de la veterana Maggie Bell. Pero ella cayó enferma y los Pretties vinieron a sustituirla tras la llamada de Brown.

Fue una gozada verle de nuevo, pues tras su última actuación en el Marula Café de Barcelona (dentro del periplo de la gira de despedida) supuse que no volvería a repetir la experiencia de tenerle enfrente cantando. Al final del recital le pregunté si no echaba en falta la energía del directo: «Por supuesto, yo seguiría cantando cada noche de mi vida». ¿Es posible la vuelta de los Pretty Things? «No necesariamente, pero yo no decidí dejarlo. Así que…».Piensen lo que quieran, no serán más que conjeturas (ahora) innecesarias. Habiéndolos disfrutado tanto en vivo, queda conmemorar y celebrar un legado inmenso, una obra de arte que dio comienzo al final de la primera mitad de los sesenta y finalizó cincuenta y tantos años después.

Del r&b brutal y primario de su álbum debut (y los singles que revoloteaban a su alrededor) al concepto narrativo de S.F. Sorrow; la reinvención como banda y el nacimiento de un disco perfecto (Parachute), hasta el honor de haber sido el primer fichaje de Swan Song, la disquera de Led Zeppelin; sin olvidar el mejor disco de 1980 (Cross Talk), 2007 (Balboa Island) y 2015 (The Sweet Pretty Things (Are in Bed Now, of Course…). Y si quieren hablamos de sus conciertos, esas ceremonias inenarrables en las que asistiendo celebrabas la vida, dando sentido a seguir caminando por un paisaje cada vez más huérfano de verdaderos héroes.

Porque Phil era un héroe, un icono, y un músico de la cabeza a los pies. Pero ante todo era un tipo extraordinario. Alguien al que los suyos echarán en falta. Al resto nos queda su música, ese catálogo inmortal de canciones irremplazables. Buen viaje Phil. Siempre te tendré a mi lado.

Texto: Sergio Martos

Fotos: Alberto Belmonte

https://open.spotify.com/playlist/76mTkQ3lzqYQxyNosdVIH7?si=snPCBWlcQeaJiJShRp6j2w

(Playlist realizada por Fernando Pardo, Sex Museum)

 

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