Yo es que veo un disco con un título así y ya me pongo cachondo. Algo que suele pasarme también si veo como productor a Dan Auerbach. Y ya no digamos si el que lo firma es Marcus King. Imaginen mi estado de excitación. Aunque eso, pensándolo bien, puede ser negativo. Porque una vez alcanzado el clímax de la expectativa, la cosa solo puede empeorar ¿o no? Pues no. Porque si este tipo de 23 añitos de Carolina del Sur ya nos dejó anonadados con aquel Carolina Confessions, que fue disco del mes en estas páginas, ahora no solo mantiene el nivel, sino que además se supera. Siento decir, o no, que aquí el artista está muy por encima del productor. De hecho, intuyo que el mérito de Auerbach ha sido darle cuatro consejos al chaval, cederle la banda de su estudio, y dejar que su talento hiciera el resto. Porque aquí, queda claro, hay músico de largo recorrido. King canta mejor que nunca, con ese deje tan setentas marcadísimo, toca tan bien como siempre, y además cuenta con la guinda que suponen temas tan buenos como «Sweet Mariona», «Young Man’s Dream» o «Wildflowers & Wine». “Cuando tienes un cheque de 70 dólares que sale mal, sabes que son tiempos difíciles” canta en el primer single, «The Well», pero a él no parece irle precisamente mal. Ha dejado a su banda de siempre para ponerse en las manos de los experimentados músicos de los Easy Eye Sound Studios y ha grabado su mejor disco para su debut como artista solista. Y además, parece que su futuro es esplendoroso. Buenas noticias para todos.
Eduardo Izquierdo
