Nathan Kalish, en contra de lo que asegure el título de su último disco, no hace música para nadie. De hecho, asegura que en los últimos años ha acumulado una media de 200 conciertos al año, tocando ya sea como telonero de Lucinda Williams o Lucero, o en cualquier garito de honky tonk que le prestara su escenario. Su nuevo trabajo, Songs For Nobody, se publicaba el pasado 10 de abril, y la canción que le da título es un buen ejemplo de lo que Kalish siente respecto a la música. “La escribí como una canción irónica sobre los éxitos y fracasos de la vida de un músico viajero”. Porque este tipo del Midwest lleva pateándose su país mucho tiempo, aunque haya situado Nashville como su centro de operaciones. “Nashville es una gran parte de este álbum y de mi sonido. Siempre me he inspirado en la música country, rock and roll, folk y blues, pero en este álbum en particular utilicé más bluegrass e instrumentación country que en el pasado”.
El músico ha afeitado su habitual bigote y se muestra, desde la portada de su nuevo disco, más cerca a la tradición. “No pretendo ser tradicionalista de ninguna manera, pero me encanta inspirarme en esa música y me encanta el pedal steel, el violín, la mandolina y la telecaster”. Para ello le han ayudado músicos como Laur Joamets (Sturgill Simpson, Drivin N Cryin) o Adam Kurtz (Great Peacock, American Aquarium). Como siempre, nos mantendremos atentos a sus pasos, aunque sirvan estas palabras como presentación entre nosotros.
Eduardo Izquierdo
