Parecía perdido en el limbo, pero el único álbum de los fugaces Piggies… ¡vuelve a estar disponible! Editado en su momento, hace justamente dos décadas, por el sello Imposible Records, regresa gracias a las gestiones de la incansable casa Family Spree. Auténtico acto de amor editorial, apostar ahora por un grupo dotado de un talento descomunal y descomunales canciones, que se vio inmerso en una serie de rocambolescas vicisitudes hasta grabar Time, su único testamento sonoro. Trescientos ejemplares se ponen en circulación, por primera vez en vinilo, y debería haber bofetadas para hacerse con una copia: no miente el enunciado de la carpeta cuando habla del disco como una joya dentro del power-pop y el garage-rock. Para nada. Arranca «I’m Not Eighteen» y no puedes creerlo, es lo más parecido a que Gigolo Aunts o los mejores Redd Kross te inviten a su fiesta de cumpleaños para bombardearte con estribillos memorables, guitarras afiladas, ajustados arreglos de teclado y una base rítmica sin fisuras. Cuesta expulsar las notas de la canción de la zona neuronal, aviso. Más o menos ocurre lo mismo con «Girls like That», «Tonight the Night» o la imbatible «Lies», canciones que debes escuchar sí o sí… Para redondear la jugada, los muy listos trascendían las fronteras del género para demostrar que podían atreverse con el rock americano escuela Paisley Underground o con pasajes psicodélicos que nunca pierden el norte. No dejen que la obviedad de su portada les aleje del elepé, el contenido vale su peso en oro.
ALFRED CRESPO