No son una banda de blues al uso. De hecho, incluso me cuesta definirlos como banda de blues. Porque este combo encabezado por la imponente voz de Jonathan Herrero hace honor a su nombre y deja que cualquier influencia externa que les interese se filtre en su música. Vuelven a tirar de heterogeneidad para no quedarse en esos tres acordes que todos conocemos y componer un buen puñado de canciones que sirven de perfecta continuación a su anterior Heart and Guts (2017). Con un espléndido trabajo de guitarras en el que Héctor Martín se muestra más inspirado que nunca, las canciones picotean de aquí y allá para asentarse en riffs luminosos, falsetes imposibles y atmósferas tersas. Dominan las dinámicas que todo disco debe tener, combinando un tema acelerado aquí con un medio tiempo allá, para luego encarar una balada rompecorazones, y eso hace que la escucha fluya. Quizá, incluso, consigan con Jab quitarse de encima, cual púgil atrapado en un rincón, esa etiqueta de que son mejor grupo en directo que en estudio. Aquí tienen un buen argumento para ello.
EDUARDO IZQUIERDO