Adoro a Bryan Estepa. Desde que conocí la música del pequeño y afable aborigen australiano he tenido la sensación de que me iba a acompañar siempre. Porque Bryan es un absoluto genio de la melodía y, por qué no ampliarlo, del arte de hacer canciones. Siempre he pensado que su mejor trabajo era aquel lejano debut titulado All the Bells and Whistles, pero este nuevo álbum de engañoso título me hace dudar, y mucho. Con su inseparable Brian Crouch como escudero, Estepa demuestra que su voz brilla más que nunca con los años, y que hacer temas luminosos y pegadizos no tiene secretos para él. Lo suyo es pura magia en diez canciones. La que tienen además los grupos que te vienen a la mente con su escucha. De Beatles a Jayhawks, pasando por Big Star, Wilco, Tom Petty o Elliott Smith. Él lo conjuga todo y consigue que su música te envuelva, te conquiste, y te abstraiga de todo lo que sucede a su alrededor. Centrándote en cada nota, en cada palabra, en cada giro melódico, en cada acorde. Soberbio. De principio a fin.
EDUARDO IZQUIERDO