Como ya se ha reportado oportunamente en esta revista, Elemento Deserto llevan un tiempo, quizás demasiado, siendo uno de los secretos mejor guardados de la efervescente escena granadina. Un cuarteto compuesto por músicos curtidos, con mucho talento en sus filas, que ha devuelto a la escena local el gusto por la psicodelia a la antigua usanza, plasmada en unas presentaciones en directo que dejan flipado al más experimentado oyente. Este segundo disco, que debería sacarlos de ese estatus de tesoro escondido, redefine y refina los postulados expuestos en Santoral (Aneurisma Records, 2016) estructurando su propuesta en dos caras, caso de primorosa edición en vinilo, donde exponen y desarrollan sus fijaciones musicales. En la primera se exhiben etéreos, invitando sus esponjosas melodías a paseos a ocho millas de altura sobre las nubes, sedante vuelo pertinentemente acolchado por las evocadoras líneas melódicas de «Relative Love» o «Matanza Kind of Woman». La segunda revela su cara más free, recordando su admiración por Don Van Vliet, si bien ahora con un considerable rebaje del combustible blues que motorizaba su debut: la rotunda «Le Dieron Tormento», con su misteriosa lírica, dimensiona su capacidad de abstracción, que, repito, explota en mil pedazos sobre las tablas.
MANUEL BORRERO